Viernes, 01 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

Michal Heller: la eminencia matemática cuyo padre químico saboteó la fábrica que dirigía

Deportado por Stalin a Siberia, amigo de Juan Pablo II... su obsesión ha sido unir ciencia y Dios

Michal Heller
El sacerdote polaco Michal Heller es una de las mentes más brillantes de la Iglesia y acaba de recibir el premio "Ratio et Spes", destinado al diálogo entre la ciencia y la teología, otorgado por la Fundación Joseph Ratzinger-Benedicto XVI.

ReL

Michał Heller nació en Polonia, cumple 87 años el próximo 12 de marzo, es sacerdote, matemático, astrónomo, ha sido miembro del Observatorio Vaticano, filósofo, teólogo, y uno de los grandes científicos católicos vivos.

Acaba de ser galardonado con el premio científico internacional "Ratio et Spes", destinado a promover el diálogo entre la ciencia y la teología, otorgado por la Universidad Nicolaus Copernicus, de Polonia, y la Fundación del Vaticano Joseph Ratzinger-Benedicto XVI.

Un galardón que suma al prestigioso Premio Templeton, recibido en 2008 y que premia a las personas que contribuyen a la investigación o los descubrimientos de realidades espirituales. La cuantía económica de este galardón fue dedicada a ayudar a crear el Centro Copérnico, de la Universidad Jaguellónica de Cracovia (Polonia) y a la Pontificia Academia de Teología de esa misma ciudad.

Heller ha trabajado en cuestiones como la unificación de la relatividad general y la mecánica cuántica, las teorías de multiversos y los métodos geométricos en física relativista. Su campo específico de investigación es el problema de la singularidad en cosmología.

El sacerdote polaco siempre se ha mostrado partidario de hacer filosofía en el contexto de la ciencia. Desde sus años de formación inicial se fue convenciendo de que no podía darse una filosofía de la naturaleza separada de las ciencias naturales y de la consideración filosófica del método científico, hasta el punto de considerar que las estructuras de la física matemática revelan la estructura del mundo.

Infancia entre fronteras

Una eminencia científica que tiene una biografía realmente singular. Michał Heller nació en 1936 en Tarnow (Polonia), siendo uno de los cinco hijos de una familia profundamente religiosa y con intereses intelectuales. Su madre era una profesora de escuela, y su padre, un ingeniero mecánico y eléctrico que hablaba con fluidez varios idiomas.

En septiembre de 1939. Con la ayuda de otros compañeros de trabajo, Kaziemierz Heller, el padre de Michal, que tenía un cargo de responsabilidad en una fábrica química cerca de Tarnow, saboteó su empresa para no dejarla en manos de las tropas alemanas que se estaban acercando. Él y su familia se escapan a Lvov, perteneciente hoy en día a Ucrania, pero que entonces formaba parte de Polonia bajo el control de la Unión Soviética.

HellerHeller se fue convenciendo de que no podía darse una filosofía de la naturaleza separada de las ciencias naturales y de la consideración filosófica del método científico, hasta el punto de considerar que las estructuras de la física matemática revelan la estructura del mundo.

Después de unos meses en Lvov, la familia Heller es despertada una mañana por soldados soviéticos y conducida a un "tren especial". Actuando bajo las órdenes de Stalin, las autoridades deportaron aproximadamente un millón de polacos –incluyendo la familia Heller- a Siberia, para trabajar como mano de obra en la tala de bosques. Los Heller cuentan con la fuerza de la religión como ayuda para sobrevivir en aquellas condiciones tan duras.

En 1944, debido a que los nazis penetran más adentro del territorio soviético, Stalin teme que los alemanes que viven a lo largo del río Volga, desde los tiempos de
Caterina la Grande a finales del siglo XVIII, unan sus fuerzas con las tropas invasoras.
Para impedirlo, Stalin fuerza el desplazamiento de los "alemanes del Volga" hacia Siberia. Para compensar, algunos previamente exiliados a Siberia – incluyendo la familia Heller- son desplazados a la región del Volga. Los Heller se instalan al sur de Rusia.

Pero, Polonia se convierte en un satélite de la Unión Soviética, y la parte este de Polonia (incluyendo Lvov) pasa a Rusia y la parte este de Alemania se convierte en Polonia. Es 1946 y muchos polacos –incluyendo la familia Heller, previamente deportados a distintas partes de Rusia son ahora transferidos a la parte occidental de Polonia, en un esfuerzo para aumentar la población polaca del antiguo territorio alemán. La familia vuelve a Tarnow.

Michał Heller, cuenta con 10 años y se adentra en el conocimiento de la religión, las matemáticas y la física escuchando conversaciones de su padre, amigos de la familia y otros invitados en la casa de los Heller. Su padre habla a menudo de la gran necesidad de combinar la religión y la ciencia. Determinado a seguir lo que es más importante en esta vida, el joven Heller saca la conclusión de que estas dos disciplinas están entre las cosas más importantes y que ambas formarán parte de su vida. Esto guía su camino hacia el sacerdocio y la universidad.

La llamada de Dios

A los 17 años ingresó en el seminario de Tarnow, este paso hacia el sacerdocio no es totalmente del agrado de su padre, ya que Michał es el último heredero varón del apellido. A los 23 años es ordenado sacerdote. A pesar de la opresión de las autoridades comunistas de Polonia contra intelectuales y sacerdotes, la Iglesia, fortalecida por el Concilio Vaticano II, suministró a Heller una esfera de protección que le permitió hacer grandes avances en sus estudios. 

Entre los que abastecieron esta atmósfera en los años 60 estaba el Arzobispo de Cracovia, Karol Wojtyla, el futuro Papa Juan Pablo II, quien invitaba a Heller y a otros científicos, filósofos y teólogos a su residencia para discutir sobre estas distintas disciplinas. 

Después de su ordenación, le asignan una parroquia en el pequeño pueblo de Ropczyce, a unos 50 km al Este de Tarnow. Las autoridades comunistas, entre cuyas principales tareas se incluye la de hacer la vida difícil a los creyentes, se aseguran de que la estancia del nuevo sacerdote en la parroquia sea complicada.

Al terminar un sermón dominical, las autoridades locales le interrogan en el edificio del Partido Comunista. Por una ironía del destino, ese edificio había sido el domicilio familiar de su abuelo, un funcionario austríaco de la región en la época anterior a la Primera Guerra Mundial, y la sala de interrogatorios había sido su recibidor.

Posteriormente, Heller empieza estudios avanzados en la Universidad Católica de Lublín, en ese momento la única universidad de Polonia en la que un cura podía estudiar sin esconderse. A pesar de que él había deseado durante mucho tiempo estudiar física, sus planes se vieron chafados cuando las autoridades retiraron el permiso para abrir una sección de física allí. Como alternativa, empieza estudios de lo que se llamaba "filosofía de la naturaleza".

Aquí puedes escuchar al sacerdote polaco Michal Heller. 

Ya en los años ochenta, Heller se encuentra entre los físicos y astrónomos interesados en cosmología que empiezan a reunirse en casas privadas, a partir de los cuales emerge el Grupo de Cosmología de Cracovia. Gracias a la apertura del país al mundo, investigan y publican varios artículos sobre sus intereses científicos. En 1991 es elegido miembro ordinario de la Academia Pontificia de Ciencias.

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