Donna Strickland, Nobel de Física y protestante de iglesia muy liberal, a la Academia de Ciencias
El Papa ha nombrado un nuevo miembro ordinario para la Pontificia Academia de Ciencias. Se trata de la profesora Donna Theo Strickland, que fue Premio Nobel de Física en 2018 (la tercera mujer con esta distinción, y la primera en el siglo XXI). Es profesora de Física Óptica en la Universidad de Waterloo (Canadá).
A los 80 miembros de la Academia Pontificia de Ciencias no se les pide ser católicos, ni siquiera creyentes. Vienen a ser una especie de consultores para el Papa y el Vaticano en temas punteros de ciencia.
Pío XII, en su discurso de 1940 a sus miembros les dijo: "A ustedes, nobles campeones de las artes y las disciplinas humanas, la Iglesia les reconoce una completa libertad de método e investigación..."
Su web explica la peculiar utilidad de este cuerpo consultor independiente e insobornable: "Dado que las deliberaciones y los estudios realizados por la Academia no están influenciados por ningún punto de vista nacional, político o religioso, constituye una valiosa fuente de información objetiva de la que la Santa Sede y sus diversos departamentos pueden extraer"
La Academia busca "promover el avance de las ciencias matemáticas, físicas y naturales y el estudio de cuestiones epistemológicas relacionadas", "reconocer la excelencia científica", "fomentar las relaciones internacionales", "asegurar que la ciencia funcione en beneficio de la dimensión humana y moral del ser humano", "promover la interacción entre fe y razón y fomentar el diálogo entre la ciencia y los valores espirituales" y "proporcionar opiniones autorizadas sobre cuestiones científicas y tecnológicas".
Reparte cancioneros en su iglesia protestante muy liberal
Donna Theo Strickland es feligresa asidua en su parroquia protestante de la United Church de Canadá, una denominación muy liberal que celebra matrimonios del mismo sexo y no insiste mucho en cómo debe interpretarse la Biblia. En su parroquia reparte cancioneros, canta con fuerza en el coro y se asegura de revisar que se apagan todas las luces al finalizar el servicio. Su marido, ingeniero eléctrico, es judío. Con frecuencia ella lo acompaña a la sinagoga, y él al culto protestante.
Es una autoridad en pulsos de láseres y manipulación de fotones y en lograr usarlos con más y más precisión. Es por eso que la Academia Pontificia la busca como miembro.
Pero no se ha dedicado mucho a pensar en teología ni en relaciones ciencia y fe.
En un reportaje de 2018 en Broadview explicaba que el universo, el amanecer y la naturaleza, le admiran. "Llámalo Madre Tierra, o Dios, o lo que sea. Yo probablemente lo llamaré Dios, porque es una palabra tan buena como cualquiera. Pero ¿tengo mi propia imagen de Dios? Creo que no. Pienso que es la Creación misma, o algo. Hemos tenido la misma energía desde el Big Bang. ¿De dónde vino la energía? No lo sabemos. Quiero maravillarme ante eso", improvisaba ante unas preguntas.
“A menudo me siento aquí, en la iglesia, y pienso: ¿por qué la gente se agobia en esta Tierra que da vueltas alrededor del sol, que no es más que una mota de polvo en este bendito universo? Somos tan insignificantes y aún así seguimos pensando que somos importantes. Así que tengo que pensar que hay alguna razón para que nosotros, motas de polvo, estemos en esta otra mota en esta cosa gigante. Me preguntó Qué hay ahí fuera que quiso que esto sucediera", plantea.
En 2 minutos esta reseña explica los méritos de Donna Strickland para obtener el Nobel de Física