Viernes, 29 de marzo de 2024

Religión en Libertad

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Casi «ná»

por Una fe con chispa

A medida que avanzamos en edad, deberíamos crecer en caridad.
 La característica del anciano debería ser la bondad.
 -Germain Barbier-
 
          En mi época de profesor, hablaba frecuentemente con mis alumnos, especialmente con uno al que llamaré Pedro, sobre cuestiones educativas en general. Un día tuvimos esta conversación.
Dios tiene entrañas de misericordia, dice Pedro.
Cierto; así es, respondo.
Y se vale de los medios más comunes para ejercer su misericordia.
Multitud de veces, Dios, hace cosas extraordinarias con los medios más ordinarios.
Es que estoy impresionado, profe.
Ya me dirás.
Una señora, vecina mía, ha estado en un país sudamericano y ha vivido una experiencia que le ha dejado impactada.
−¿Algún hecho trágico, desagradable, comprometido…?
−Qué va, qué va, todo lo contrario.
−Me tienes en vilo. ¿De qué se trata?
−Pues verá. Estaba mi vecina paseando por uno de los barrios más pobres de la ciudad que visitaba. Frente a una especie de grandes almacenes, había un niño descalzo y con frío mirando el escaparate. Mi vecina se enterneció, se acercó a él y le dijo:
 
          −Hola, majo, ¿qué miras con tanto interés?
          −Le estaba pidiendo a Dios un par de zapatos
 
 A mi vecina le hizo gracia la respuesta del niño; lo cogió de la mano y entraron en la tienda. Le compró calcetines y un par de zapatos. La cara de satisfacción del niño compensó con creces el gasto de la compra.
 Ya en la calle, mi vecina se despidió del niño, pero este, antes de marchar se le quedó mirando fijamente a los ojos y le dijo:
          −¿Es usted la esposa de Dios?
  Mi vecina quedó tan impactada por la ocurrencia del niño que, me dice, su vida quedó transformada en ese instante. Vio con claridad que Dios se vale de los múltiples detalles del día a día para socorrer a los que le invocan. Está convencida que podemos ayudar a Dios a mejorar el mundo sin necesidad de hacer cosas extraordinarias.
   −Eso, Pedro, ya lo dijo la Virgen a Lucia de Fátima, cuando, estando en Pontevedra, le aseguró que las almas pequeñas tienen el poder de transformar los acontecimientos de la historia.
   -Casi «na», profe.
    -Sí, casi «na», Pedro.
 
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