Sábado, 27 de abril de 2024

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CAMBIO DE «INSTI»

CAMBIO DE «INSTI»

por Una fe con chispa

CAMBIO DE «INSTI»

Tan solo hay tres grupos de personas:
los que hacen que las cosas pasen,
los que miran las cosas que pasan y
los que preguntan qué pasó.
—Nicholas M. Butler—

          Aquellos dos estudiantes, Guillermo (Guiller) y Mario, se mudaron de ciudad por razones de trabajos de sus padres. Desde el primer momento, a Guiller no le gustó el nuevo destino. El instituto era de inferior calidad que el que había dejado en su ciudad natal. Sus nuevos compañeros eran fríos, distantes, aburridos:

 —Ojalá no nos hubiéramos trasladado —les dijo Guiller a sus padres—, no me gustan nada ni la ciudad ni el instituto.

          Mario tuvo más suerte. Estaba feliz en el «insti»: buen nivel académico, excelentes compañeros, numerosas actividades:

 —No me puedo creer cuántos buenos amigos he hecho hoy —dijo a sus padres—, es como si fuésemos amigos de toda la vida.

          Lo primero que se nos ocurre pensar es: «Cuestión de suerte». Pues no, porque resulta que ambos se mudaron a la misma ciudad y al mismo centro de estudios. ¿Entonces?, sencillo: Guiller tiende a esperar lo peor de la vida, mientras que Mario es extravertido y simpático. Desde el primer momento, Mario acudió al nuevo «insti» con una sonrisa y una actitud abierta y positiva.

          Era una persona afectuosa y recibió lo que daba, porque quien acepta la vida y vive con amistad y amor encontrará esas mismas cualidades donde quiera que mire. Y viceversa.

          Las personas afectuosas tienen problemas como todo el mundo, pero se niegan a permitir que las emociones negativas gobiernen sus vidas. Con independencia del grado de agotamiento o consternación al que puedan verse sometidas, su entorno sigue siendo un mundo afectuoso.

          Los Guiller de este mundo encuentran con mucha frecuencia cosas de las que quejarse. Los Marios, por el contrario, no solo buscan lo mejor, sino que incluso ayudan a crearlo a su alrededor.

          ¿Mejorar el mundo?, sencillo: intenta dibujar una sonrisa en tu rostro en lugar de fruncir el ceño. Ansía lo mejor, no lo peor. Haz lo que puedas para ser compresivo preocupándote por las personas que pueblan tu vida.

          Es cierto que las circunstancias influyen en nosotros, pero también es cierto que nosotros influimos en las circunstancias. Porque una persona afectuosa vive en un mundo afectuoso, y eso genera una vida feliz y plena que le provoca energías para hacer frente a problemas y desdichas.

          No es el cambio de «insti», sino el cambio de actitud el que empobrece o enriquece nuestras vidas. Y, consecuentemente, la de los demás.

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