Lunes, 29 de abril de 2024

Religión en Libertad

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"El Siglo Futuro" publicó este artículo el 15 de marzo de 1935

La Pasión de Olesa de Montserrat

por Victor in vínculis

El Siglo Futuro fue un periódico publicado entre 1875 y 1936, vinculado al carlismo, los últimos años -de 1932 a 1936- sería el órgano oficioso de la Comunión Tradicionalista. El artículo que traemos hoy al blog no viene firmado. Fue publicado el 15 de marzo de 1935. Las fotos en crema pertenecen al Crónica del 7 de abril de 1935. Las que están en blanco y negro son del Estampa del 14 de abril de 1933.

 

«Ha recorrido el mundo el renombre de las representaciones que del «Drama del Calvario» se dan en el pueblecito alemán de Oberammergau; en nuestra patria son muchísimos los que las han presenciado; pero qué pocos son, fuera de Cataluña, los que saben que también aquí tenemos algo tan típico, tan antiguo y seguramente más perfecto que lo alemán; aquí, en tierras catalanas, a los pies de nuestra montaña de Montserrat, está la villa de Olesa, y en la villa un Círculo Tradicionalista, y en esa villa y radicando en ese Círculo, la representación de la «Pasión de Cristo», ya tradicional y centenaria, y cuya versión actual es el libreto, en catalán arcaico, de un fraile montserratino del siglo XVIII. 

Yo asistí por vez primera la pasada Cuaresma a una representación de esta verdadera maravilla; pero asistí a otra representación emocionante, sin vestiduras ni decorados, en el taller número 2 de la Cárcel Modelo, cuando, como no habrán olvidado mis lectores, la Policía de la Generalidad, al mando del funesto Badía, nos capturó en el término de aquella villa. 

Y allí, una noche, después de rezar el Rosario, los actores de la «Pasión de Olesa», reprodujeron algunas escenas del drama sacro, cuyo valor emocional adquirió toda su intensidad dramática. 

La «Pasión de Olesa» vuelve al volver la Cuaresma; pocos días faltan para su primera representación, de las cinco que este año se darán, del 17 de marzo al 14 de abril, siendo notables este año las reformas y mejoras en decorado y vestuario. 

No hace un mes aún que al volver de una cacería en la histórica e inolvidable Can Tobella del Cairat, sitio de nuestra captura, me quedé unos momentos a cumplirle al Centurión, el querido amigo Gassó, una palabra que le di de visitarle en su casa el día que le pusieron en libertad. 

Encontré al Centurión, no junto al pretorio de Poncio Pilato, sino en su taller, donde, habilísimo artesano, bajo la docta dirección de José Tobella, estaba construyendo los yelmos y las corazas metálicas de sus pretorianos, idénticas a las que los Museos conservan, y tan bien realizadas como la hermosa armadura de Centurión que el año pasado llevaba...

Y así todo lo que a la «Pasión» respecta. El que interpreta el difícil papel de Cristo hace más de treinta años, Joaquín Valldeperas [sobre estas líneas] -que por cierto salió el peor librado de la encerrona separatista, pues por llamarse igual que cierto «requeté», que es la piel del diablo, y al que los «escamots» temían como al fuego, me lo tuvieron los dos días que estuvimos en Jefatura incomunicado-, hace una creación verdadera, conjunto de majestad y dulzura. 

Los apóstoles no ceden en verismo a los autores alemanes; compenetrados hasta lo increíble con su papel, se conmueven hasta llorar al despedirse del Rabí, en el Huerto de los olivos, y Judas, el horrible Judas de Iscariote, encarnado por otro querido amigo, que en la escena de la desesperación que precede al suicidio, no tiene nada que envidiar en gesto y dicción a los grandes trágicos; hace sentir con su realismo todo el horror del vender al Maestro. 

Y hablando de realismo, no hay escenario donde el ahorcamiento del traidor sea tan impresionante como en Olesa, donde se le ve atarse la cuerda con que ciñe su túnica al cuello, subirse a la muerta higuera, atar el fatal lazo a una rama y.… dejarse caer, balanceándose en el vacío, con las crispaciones de la agonía, hasta que Satán, que aparece entre fulgores rojos, carga con el cuerpo a cuestas y desciende con él al infierno, donde los diablos danzan de alegría, entre una decoración fantástica, con disforme cabeza de monstruo... Es el auto sacramental de la Edad Media que revive aún. 

El vestuario, exactamente adaptado a la época y completado este año, así como las notables decoraciones, son bocetos debidos al constante estudio de José Tobella, notable artista, que para dar toda su cooperación actúa de «maldito», como él dice, entre los que exigen la muerte del Justo, pero vestido con auténtico y completo traje de árabe de Transjordania. 

Toda la vajilla de la Cena es reproducción exactísima, fabricada en Olesa de la cerámica de la época; el grial está reproducido en el cáliz que Cristo consagra, y es esta escena una maravilla de escenografía... Cristo ha intentado en vano de conmover al relapso Judas, que al recibir de su mano el pan lo tira y huye del Cenáculo, seguido por saltarín y refocilado diablo... Cristo reparte el Pan de Vida a los leales, y al alzar el Cáliz la escena queda casi a oscuras. Sólo destaca iluminado el rojo vino de la copa, y una aureola de luz refleja la faz suavísima del Rabí... Parten hacia el Huerto, y el telón desciende sobre el escenario vacío...; pero al llegar al suelo asciende súbito... En el Cenáculo iluminado, sobre el blanco mantel de la mesa, el grial tiene una Hostia cándida y luminosa, sin apoyarse en ningún sitio, y del cielo desciende una paloma blanca, notablemente amaestrada, formando una hermosísima alegoría eucarística... 

También es maravillosa la visión de la Cena, reproduciendo en cuadro plástico el tan conocido cuadro, obra maestra de la pintura.

El director de escena, el laureado poeta, Mestre en Gai Saber del Rosellón, Juan Povill y Adserá [sobre estas líneas, a la izquierda de la foto], realiza una creación maravillosa de Poncio Pilato, el claudicante pretor; el amigo Povill ha hecho un estudio tan completo del personaje, lleno de la majestad del romano, mezcla del respeto que el Nazareno le impone y del temor mundano de ponerse en mal con el César, que difícilmente se la superaría... Y así todos, todos los que intervienen en tan interesante visión, pues las danzas de los diablos y la comparsería de chiquillos que en varias escenas toman parte, es tan ajustada como notable. 

En Alemania han tenido buen cuidado de divulgar su versión de la «Pasión»; pero la de Olesa, costumbre tan arraigada y popular como las cofradías de Sevilla, tan hondamente sentida que ya los chiquillos sueñan con heredar para el día de mañana los papeles que hoy desempeñan sus padres o sus hermanos, no es conocida fuera de Cataluña más que por algunos extranjeros...  Y si los andaluces son «capillitas», como con aquel gracejo les llamaba Muñoz y Pavón, en el sentido de que el lunes de Pascua ya sueñan con la procesión del año siguiente, con el manto nuevo que la Virgen llorosa lucirá entre oraciones fervientes, redoble de tambores y gemidos de saetas, mis buenos amigos de Olesa son «pasionarios», que desde el lunes de Pascua ya comentan y corrigen el defectillo o el ligero anacronismo que por casualidad se les escapara. Povill pule algún verso defectuoso, Tobella pinta bocetos de trajes o decorados, los Margarit calculan nuevos detalles de escenografía, y en cuanto la Navidad ha pasado ya empiezan los ensayos de una obra en que ya no necesitan apuntador...».

Joan Povill i Adserà (1903 - 1985) fue un crítico, escritor y dramaturgo catalán. En 1932 fue nombrado responsable de la declamación y director artístico de La Pasión de Olesa de Montserrat. La labor de dignificación y renovación del género pasionístico, que inició a principios de los años treinta, tuvo continuidad después de la Guerra Civil al elaborar un nuevo texto para la representación olesana. Povill, como señala el artículo, era Maestro en Gai Saber. Se trata de un título honorífico otorgado por el consistorio de los Juegos Florales de Barcelona,

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