¿Por qué el Papa habla de ecología? Tres razones de peso
¿Por qué el Papa habla de ecología? Tres razones de peso
por Duc in altum!
Llama poderosamente la atención que a muchos católicos les extrañe que el Papa Francisco hable de ecología. Incluso, algunos, se muestran molestos con el tema, porque piensan que está fuera de la fe o de la tradición; sin embargo, hay tres razones de peso por las que el Papa le ha dedicado la encíclica “Laudato si'” (Alabado seas, 2015) a la cuestión; razones totalmente positivas y coherentes con el ministerio Petrino. A continuación, las repasamos:
- Responsabilidad ciudadana de los católicos en el mundo:
No se puede ser una persona de oración y, al mismo tiempo, tirar basura en la calle o hacer del planeta un caos ambiental. Así de simple. Por eso, León XIII (1810-1903) dio origen a la Doctrina Social de la Iglesia, poniendo sobre la mesa un problema que veníamos arrastrando desde hace siglos: una espiritualidad de buenos propósitos, pero con escasa aplicación en la vida cotidiana. El Papa Francisco la ha desarrollado, señalando deberes ciudadanos que todos tenemos. Somos millones de católicos a lo largo y ancho del mundo. Un porcentaje importante en cargos públicos y en el sector empresarial. Así las cosas, por supuesto que va en la línea de la fe y de la tradición llevar la oración a las acciones de cada día. De otro modo, sería oír sin escuchar o, en su caso, evadir las cosas. El diálogo con Dios (de modo especial, frente al Santísimo) nos interpela para vivir una ciudadanía comprometida.
Son del todo criticables, por ejemplo, las peregrinaciones que dejan a su paso toneladas de basura. Peregrinar es algo bueno, propio de nuestra fe, pero no por eso hay que contaminar. Las peregrinaciones serán más significas y ejemplares cuando, además de piedad, expresen educación cívica.
- Alertar sobre una ecología reduccionista:
Algunas corrientes de pensamiento ecológico son reduccionistas al descartar tanto a Dios como a las personas. Reducción, en la que cuenta más una mascota que un recién nacido. Ante esto, el Papa Francisco, ha logrado pasar de un modelo relativista a una sana “ecología integral” en la que entra tanto el cuidado ambiental como el respeto por la vida en todas sus etapas. Es decir, valorar la flora y fauna pero sin optar por vías contrarias a la dignidad humana, pues es posible garantizar ambas cosas. De hecho, en la educación de una persona el hacerse responsable de una mascota (siempre que sea apropiada a la edad, contexto y seguridad) es algo altamente positivo y que encaja con la fe.
Si el Papa callara sobre dicho punto, podríamos caer en una ecología falsa, en la que brillan por su ausencia Dios y el ser humano; especialmente, los que están por nacer.
- El planeta lo requiere:
El desastre ambiental que estamos viviendo nos exige tomar medidas legales concretas y de implicación social. Lo anterior, respaldado por abundantes estudios e informes de carácter científico. ¿Cómo vivir la fe e ignorar los incendios forestales? Jesús se hizo uno de nosotros para interesarse no solamente en las cuestiones espirituales sino en el día a día de la historia. De ahí la importancia de vivir la oración pero en apertura a lo que Dios nos dice a partir de los cambios que debemos realizar en nuestro estilo de vida en favor del bien común. Cuidar la creación no significa dejar de ir a Misa o de confesarse, sino de aplicar lo que en ambos sacramentos se aprende. Por eso, la intervención del Papa Francisco tiene su razón de ser y sitúa a la Iglesia en el siglo XXI sin faltar en una sola “coma” a la doctrina.