Viernes, 19 de abril de 2024

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Iglesia de Jesucristo, ¿casta meretrix?

por El rostro del Resucitado

No. No es adecuado usar esta expresión para referirse a la Iglesia católica, por más que los pecados de sus hijos y las limitaciones de sus propios pastores estén, inevitablemente y en todos los tiempos, a la vista de todos.

Un estudio clarificador del cardenal Biffi

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No es raro escuchar en nuestros días que esta expresion aplicada a la Iglesia, "casta meretrix" –que suele traducirse por "santa y pecadora", "casta y prostituta"–, es de uso frecuente en los Padres de la Iglesia. No es así. Se trata, en realidad, de un hapax, es decir, de una expresión que sólo aparece una vez, una única vez –con esta formulación exacta–, en la literatura patrística. Como señaló el cardenal teólogo Giacomo Biffi en el ya lejano 1996 (1), es San Ambrosio de Milán quien acuña la expresión, refiriéndose a Rahab, la ramera de Jericó que salvó de la muerte a los dos espías de Israel que Josué había mandado a la ciudad para evaluar sus defensas. Rahab los escondió en sus aposentos y, como señal de gratitud, ella y su familia salvaron la vida cuando los israelitas tomaron Jericó (Josué 2,1-21; 6,17.22-25).

Pero San Mateo, al establecer la genealogía humana de Jesús, no tiene reparo en mostrar que el Mesías, el Hijo de Dios, desciende según la carne de una cadena humana cuyos eslabones no son siempre puros y santos. Y entre estos eslabones pecadores está Rahab (Mateo 1,5-6). También el autor de la Carta a los Hebreos menciona a Rahab, de quien se alaba su fe (Hebreos 11,31) y el apóstol Santiago la menciona recordando sus obras (Santiago 2,25). Algunos autores han dudado de que se trate de la misma persona, pero ciertamente el obispo Ambrosio sí lo creía, junto con una amplia tradición.

Rahab, "tipo" del misterio de la Iglesia

En su Comentario al Evangelio según san Lucas, Ambrosio hace de Rahab un "tipo" del misterio de la Iglesia (2). Recordemos que esta palabra –typos– hace referencia a personas, sucesos o fenómenos del Antiguo Testamento que prefiguran, de un modo misterioso, realidades de la nueva alianza, del Nuevo Testamento. Son como la "sombra", la figura o la imagen imperfecta de la verdadera realidad manifestada en Cristo. Resumiendo el estudio del cardenal Biffi, podemos decir que el carácter de meretriz pertenece al "tipo", es decir, a Rahab, y no a la Iglesia. La referencia a la Iglesia tiene que ver con el hecho de que Rahab no rehusó unirse a los fugitivos, que buscaban salvación. Se trata de mostrar que la Iglesia abre las puertas a todos, como hacían las mujeres de dudosa reputación, pero en el caso de la Iglesia no se trata de algo reprobable, sino de fidelidad al Esposo, que quiere la salvación de "muchos". Por eso Ambrosio habla de la Iglesia llamándola "virgen inmaculada", "sin arruga" e "íntegra por el pudor". Ella acoge a los dispersos y los protege, alcanzándoles salvación. Y llega a hacerse "plebeya en el amor", sin distinciones aristocráticas, haciéndose todo con todos, para cumplir la misión que Dios le ha encomendado.

rahab

La expresión "casta meretrix" –que no debe traducirse como "casta y meretriz", sino literalmente como "meretriz o prostituta casta"– es en realidad una audaz expresión de un solo Padre de la Iglesia, quien a través de la conocida figura retórica del oxímoron quiere resaltar la novedad y la originalidad de la Iglesia convocada por Dios.

Es curioso que entre los autores que dicen tranquilamente, sin más referencias, que la Iglesia fue llamada "casta meretrix" por los Santos Padres, se encuentren Hans Küng o Leonardo Boff, aunque también hay que decir que el error ha sido repetido por otros teólogos y pastores católicos. Después del estudio del cardenal Biffi esto ya no es aceptable. En realidad San Ambrosio quería destacar, de un modo ciertamente atrevido y paradójico, la santidad de la Iglesia, que permanece virgen y casta precisamente en la acogida de los que eran pecadores y, por las aguas purificadoras del bautismo, han dejado de serlo, aunque tengan que luchar para mantener sus vestiduras blancas.

Un célebre ensayo de von Balthasar

Una última palabra acerca del famoso ensayo de Hans Urs von Balthasar, Casta meretrix, aparecido en el segundo volumen de sus Ensayos teológicos, Sponsa Verbi. El origen es una conferencia de 1948 en la que el teólogo suizo estudiaba diversas figuras femeninas pecadoras que aparecen en la Biblia relacionándolas con la Iglesia. Balthasar usa una sola vez esta expresión en su estudio, y lo hace refiriéndose a Ambrosio de Milán, como no podía ser de otra manera.

En realidad, pues, el término "casta meretrix", o expresiones semejantes que relacionen la nueva condición virginal de la que antes era pecadora, lo que indican es, precisamente, la obra redentora de Cristo, como dice felizmente San Juan Crisóstomo en una de sus homilías: "¡Oh, cosa nueva y admirable! Entre nosotros, las nupcias destruyen la virginidad; en Dios la resucitan. Entre nosotros, la que era virgen, una vez casada, ya no es virgen; con Cristo la que antes era una prostituta, una vez hecha esposa, se convierte en virgen".

"Ex maculatis immaculata"

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Los miembros de la Iglesia podemos ser llamados con todo derecho "santos", como hace San Pablo, por nuestra pertenencia a Cristo en la Iglesia, porque hemos sido y somos santificados. Y sin duda somos también pecadores, cuando traicionamos esta pertenencia y apartamos nuestros ojos de Cristo, lo cual no es infrecuente. Pero el cristiano no es "simul iustus et peccator" –a la par justo y pecador– como quería Lutero. Y tampoco la Iglesia, podríamos decir, es "simul casta et meretrix". Más bien es, con feliz expresión de San Ambrosio, "ex maculatis immaculata" (inmaculada, aunque proceda de los que estaban manchados).

Existe la comunión de los santos, como recordaremos en unos días cuando celebremos la Solemnidad de todos los Santos; pero también existe, porque es la otra cara de nuestra comunión solidaria, la infección y la contaminación de los pecadores, por lo que hemos de luchar, invocando la gracia que no nos ha de faltar, por mantenernos "santos e irreprochables ante Él por el amor" (Efesios 1,4).

Juan Miguel Prim Goicoechea

elrostrodelresucitado@gmail.com

 

NOTAS:

(1) G. Biffi, Casta meretrix. Saggio sull'ecclesiologia di sant'Ambrogio, Casale Monferrato, Piemme, 1996. 

(2) H. Giudice, "Casta meretrix. Acerca de la traducción y aplicación eclesiológica frecuente de una expresión patrística", Revista de Teología, tomo XLIX, nº 107, abril 2012: 111-123.

 

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