A mí sí me gustan los hombres
por Cuestión de vida
En este comienzo del mes de marzo, mes de San José quiero hacer una pequeña alabanza a los padres y su cada vez más atacada masculinidad.
Hombre y mujer somos complementarios. Si destruimos a uno, destruimos a otro, si acabamos con la paternidad, acabamos sin duda con la maternidad.
Cuantas veces incluso los provida nos hemos empapado, sin darnos cuenta, de la ideología imperante y hemos centralizado el embarazo y el aborto solo en la madre sin nombrar siquiera al padre y cuántas veces hemos asumido que el varón es el malvado por definición y que es culpable hasta que se demuestre lo contrario.
Para comprender lo que es la paternidad, es necesario acudir a la paternidad de Dios, porque a veces caemos en el error de intentar comprender la paternidad divina a través de la paternidad humana, sin darnos cuenta de que es justamente al revés, debemos dar sentido a la paternidad humana desde el conocimiento de la paternidad de Dios, que se ha ido manifestando a lo largo del antiguo testamento y que no he hemos llegado a conocer en plenitud hasta la revelación. Dios es un padre que sale en defensa de sus hijos, que los quiere y educa, que perdona...
Durante distintas épocas de la historia la figura del padre ha ido variando. La civilización occidental siempre dio a la figura del padre un papel fundamental. Desde el Imperio Romano, donde el padre era el amo y tenía poder de vida y muerte sobre su familia, hasta el siglo XIX, donde mujer e hijos le debían obediencia.
Sin embargo, de este padre “cabeza de familia” hemos pasado al padre ausente ¿que ha ocurrido? Podemos hablar de distintas razones que han conducido el debilitamiento social de la función del padre, todas relacionadas con la diabólica ideología de género y el feminismo radical
- El Estado ha asumido progresivamente sus funciones la propia legislación ha limitado y hasta eliminado su papel
- El feminismo ha inoculado socialmente existe también un recelo ideológico sobre la la paternidad, entendida como patriarcado y por lo tanto como negativo y alienante
- La transexualidad ha redefinido el concepto de hombre y mujer, o más bien lo ha destruido y sustituido por una quimera.
- El aumento de los divorcios, la reproducción asistida, las uniones libres...no ha hecho sino favorecer la idea del padre olvidado, excluido, aislado, desposeído de sus hijos y de su propia función.
Sin embargo, el hecho, innegable es que la ausencia del padre, física o psicológica trae innumerables problemas. Es necesario un padre y una madre para criar a un hijo y así como en este sentido la figura de la maternidad es apreciada, aunque cada vez menos desgraciadamente, el lugar del padre también debe de ser reafirmado.
Se necesitan dos para engendrar un hijo y se necesitan dos para su desarrollo. El padre le da seguridad, confianza en el porvenir, establece límites y cierra el círculo de amor que debe rodear el niño. La crisis de la paternidad es la crisis de la parentalidad, la crisis de la propia familia
Aun a riesgo de alargarme un poco quiero transcribir parte de la exhortación que escribió el obispo de Phoenix para animar a “sacerdotes y diáconos, padres e hijos, abuelos y viudos, hombres jóvenes” para que comprendan y asuman su vocación de hombres.
Olmsted señala tres ámbitos en los que el hombre debe amar: como amigo, como esposo y como padre.
El amor a los amigos es fundamental: “¿Cómo son sus amigos? ¿Tienen amigos con quienes comparten la misión de santidad?” “Una renovada masculinidad no será posible sin que los hombres primero se unan como hermanos y verdaderos amigos”.
El amor conyugal es un amor que reclama a cada hombre un compromiso y una entrega por completo. Y es que el matrimonio es una llamada a la dignidad y belleza de la unión que simboliza el amor de Cristo como esposo por la Iglesia, Llamados al matrimonio los varones son llamados a ser Cristo para su esposa
La paternidad es tan crucial para cada hombre. Olmsted explica que “convertirse en padre significa realizarse plenamente, porque es llegar a ser semejantes a Dios.
Y hoy hay un ataque a la paternidad y a la maternidad. El 41% de los niños nacen fuera del matrimonio. No son niños huérfanos, ee trata de ausencia voluntaria del propio padre a una escala masiva. El niño debe preguntar: ‘¿Dónde está mi papá?’ ¿Cuál es el impacto en el corazón de un niño, en su entendimiento del mundo, el amor, y del Padre Celestial, cuando la respuesta a esa pregunta es: ‘Nos dejó’, o ‘No lo sé’, o ‘Fue el donante en un banco de esperma?”
Por eso, el obispo clama: “Hombres, vuestra presencia y misión en la familia es irremplazable; despertaos y con amor retomad vuestro lugar, dado por Dios, como protectores, proveedores, y líderes espirituales de su hogar”.