Martes, 19 de marzo de 2024

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Los amores del Papa Francisco

por Un alma para el mundo

LOS AMORES DE FRANCISCO

            En el corazón del Papa Francisco se alojan varios amores que ocupan un puesto de honor.  En el centro de su corazón está la Eucaristía. Y entorno a la Eucaristía gira el amor a la Iglesia Universal, a los sacerdotes, a los pobres y necesitados de manos que les ayude a levantarse de su postración, los migrantes, los niños, etc. Pero hay unos brazos que rodean su corazón y son los de la Virgen María, los de la Mamá como la llame él.

            Puede que pase desapercibido para muchos este cariño de hijo bueno. En un libro entrevista titulado ELLA ES MI MAMÁ, Francisco abre su alma de par en par y nos muestra, casi confidencialmente, sus detalles de amor para con la Virgen. Nos dice que fue su abuela quien le enseñó a rezar a la Madre. Y también algún religioso salesiano que influyó en su educación. Para el María Auxiliadora es una de las advocaciones que más ha tenido en cuenta en el desarrollo de su vida espiritual. Con frecuencia reza esta oración:

“Bajo tu amparo nos acogemos

Santa Madre de Dios,

No desechéis las oraciones

Que dirigimos en nuestras necesidades,

Antes bien, líbranos de todo peligro,

¡Oh virgen gloriosa y bendita” .

            María auxilia. Ya sabemos, recuerda el, que Ella no es un camino imprescindible para ir a Dios, pero sí muy necesario. Diríamos que el mas corto. La misión de la Iglesia es ayudar, como en Caná de Galilea. En el mundo entero continua auxiliando a los cristianos, los hijos que el Señor le dejó bajo su amparo desde la Cruz.

            La Virgen María tiene un montón de títulos, como recuerda el Papa: Guadalupe, Lourdes, Fátima, Aparecida; Schoenstatt, Desatanudos, Medianera, Piedad, los Dolores, Luján, etc. En cada pueblo la Virgen adopta una imagen y un “apellido”. El Papa Francisco enseña al autor del libro las imágenes que llenan su apartamento del Vaticano.

            Comenta sus experiencias en el Santuario de la Virgen de Luján. Allí pasó muchas horas confesando a los peregrinos. Y le mostró un “secreto”: Una bolsita que lleva bajo su sotana en la que guarda un crucifijo de un sacerdote difunto y el purificador con el que limpian la imagen de la Virgen cada año antes de la fiesta. A el le da devoción. Se siente mirado por la Virgen, y dice: Que no nos roben la mirada de la virgen, que es mirada de ternura y mirada que nos fortalece desde dentro. Mirada que nos hace fuertes de fibra, que nos hace hermanos, que nos hace solidarios. Madre… que esta mirada me ayude a mirar mejor a los demás, a encontrarme con Jesucristo, a trabajar para ser más hermano, más solidario, más encontrado con los demás. Y así juntos podemos venir a esta casa de descanso bajo la ternura de tu mirada. Madre, regálanos tu mirada.   

            Miradas que se cruzan en la oración y contemplación: Mirémosla a ella, nuestra Madre, y dejémonos mirar por ella… para aprender a ser más humildes, y también más valientes en el seguimiento de la Palabra de Dios; para acoger el tierno abrazo de su Hijo  Jesús, un abrazo que nos da vida, esperanza y paz.

            Descubrimos a un Francisco íntimo, familiar, de profunda vida interior, y muy amante de la religiosidad popular. Él ha dicho muchas veces que más que grandes teólogos fríos, teóricos, de corazón seco, debemos prestar especial atención a ese camino sencillo, también instruido, que nos acerca a María como nuestra “Mamá”.

           

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