Martes, 08 de octubre de 2024

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V Centenario de la muerte del gran Antonio de Nebrija

V Centenario de la muerte del gran Antonio de Nebrija
Antonio de Nebrija impartiendo una clase en presencia de Juan de Zúñiga. "Introductiones Latinae". Biblioteca Nacional, Madrid.

por En cuerpo y alma

 

            Sí, porque tal día como hoy pero del año 1522, hace pues cinco exactos siglos, entregaba la vida Elio Antonio de Nebrija, el autor de la primera gramática de una lengua moderna, pues hasta que él escribe la del castellano, las únicas gramáticas existentes son las de las lenguas clásicas, latín, hebreo, griego... Pasará el quinticentenario inadvertido, como pasa todo en este país de ingratos y envidiosos, que no se reconoce en sí mismo, y que reniega de todo lo que pueda recordarle a sí mismo.

             Casualmente, y muy al hilo, se cumple también este año otro redondo aniversario, el 530, de la que es la más grande de las muchas obras grandes que escribió, la “Gramática de la lengua castellana”, publicada en el gran año de la Historia de España, el 1492, en el que junto a la publicación de la gramática lebrijana se produce el final de la Reconquista el 2 de enero, y el Descubrimiento de América el 12 de octubre. Fecha redonda, pues, donde las haya.

             Hijo de Juan Martínez de Cala y de Catalina de Xarana, nace Antonio un día de 1444, el segundo de cinco hermanos, tres varones y dos hembras. Su nombre, de acuerdo con las reglas actuales de la identidad civil -que, por cierto, empiezan a implantarse con la normativa que emitirá Cisneros poco después-, debería ser Antonio Martínez de Cala y de Xarana… pero no lo es. El apelativo “de Nebrija”, por la ciudad que le ve nacer, Lebrija o Nebrija, provincia de Sevilla, muy posiblemente lo adquiera en sus años de formación en la Universidad de Salamanca, la cuarta de Europa que, -ya que de centenarios va la cosa-, cumplía ¡su octavo! hace sólo cuatro años. A su nuevo nombre, Antonio de Nebrija, aún antepondrá el de Elio, suerte de homenaje al gran gramático latino Elio Donato.

             La “Gramática de la lengua castellana” es una de las cuatro obras que Nebrija dedica a la lengua de Castilla, junto con sus “Reglas de Orthographía en la lengua castellana”, su “Diccionario latino-español” y su “Vocabulario español-latino” (obsérvese que en estas dos últimas llama ya "español" a la lengua castellana). Para su elaboración bebe de la obra de Prisciano, Diomedes y el ya mencionado Elio Donato, al que Nebrija “pide prestado” el nombre.

             Publicada en 1492, la de Nebrija es, como decimos, la primera gramática de una lengua romance: 37 años anterior a la gramática italiana de Gian Giorgio Trissino, 44 a la portuguesa de Fernao Oliveira, y 58 a la francesa de Louis Meigret.

             “La lengua es compañera del Imperio” es la frase más recordada de la Gramática. Escrita en su prólogo, es muy criticada por todos los que participan de la visión horrífica de la Historia de España, -entre ellos, faltaría más, tantos españoles-, por lo que de imposición del español a pueblos que hablan otras lenguas pudiera tener. Pero tal interpretación es, a todas luces, incorrecta, como demuestran dos hechos indiscutibles.

             Primero, la Gramática se publica el 18 de agosto de 1492, América se descubre en octubre de 1492, es decir, dos meses después de publicada, y a España la noticia no llega hasta el 1 de marzo de 1493, todavía más tarde. Hasta 1504 no se empieza a pensar que es un Nuevo Mundo. Nebrija, pues, no se refiere a la expansión del español para la construcción de un Imperio que aún no cabe ni sospechar: usa la palabra "imperio" en el sentido de “mando”, y se refiere a como la lengua se asocia al mando, ejemplificándolo en tres casos que él mismo recoge: Israel y el hebreo, Grecia y el griego, y Roma y el latín.

             Segundo y contrariamente a lo que se cree, España no hará de la expansión del castellano en América -ni en ningún otro sitio-, una exigencia. Así lo expresará el César Carlos:

             “Que donde fuere posible se pongan escuelas de lengua castellana para que aprendan los indios. […] Que enseñen a los que voluntariamente la quisieren aprender, como les sea de menos molestia, y sin costa”.

             Y de manera muy parecida su hijo, Felipe II:

             “No parece conveniente forzar [a los indígenas] a abandonar su lengua natural: sólo habrá que disponer de unos maestros para los que quieran aprender voluntariamente nuestro idioma”.

             Precisamente por todo ello, junto al hecho de ser la primera gramática de una lengua moderna, la gramática de Nebrija va a revestir un segundo valor histórico, al convertirse en el modelo seguido para la elaboración de las gramáticas y vocabularios de las lenguas indígenas americanas. En su gramática de náhuatl (1547), Andrés de Olmos  afirma:

             “No seré reprensible si en todo no siguiere el Arte de Antonio” [“Arte” es como se llamaba entonces a la gramática, “Antonio” es nuestro maestro Nebrija].

             La gramática del tagalo de Fray Melchor Oyangueren (1752) se llama “Tagalismo elucidado y reducido (en lo posible) a la latinidad de Nebrija”. La que realiza José Zambrano del totonaca se llama “Arte de la lengua totonaca conforme a el arte de Antonio Nebrija”.

             Y es que los españoles van a escribir hasta seiscientas gramáticas de las lenguas americanas, entre las cuales, sólo a modo de ejemplo, la del náhuatl, la segunda gramática de una lengua moderna, anterior incluso a la del francés o el portugués, porque, aunque no haya llegado a nuestros días, consta de la existencia de una primera gramática de la lengua mejicana datada en el año 1531, realizada por un fraile franciscano. Y dado que hay una segunda de 1547 de Andrés de Olmos, eso coloca a la lengua náhuatl en la posición de primera lengua moderna, por delante incluso del mismísimo español, y por supuesto del francés o del inglés, en tener dos gramáticas.

             Junto a la del náhuatl, escriben españoles, la gran mayoría de ellos frailes, gramáticas de otras lenguas como el tarasco, purépecha, otomí, ñañú, mixteca, zapoteca, maya, pocomchí, chibcha, quiché, cachíquel, zutuil, zedal, vilela, achagua, guaraní, lule, toconate, aimara, toconoté, mapuche, mapudungún, araucano, huasteca, tarahumara, ópata, cahita, tepeguana, guajiro; y en Filipina tagalo e iloca.

             Españoles escribirán también las primeras gramáticas de lenguas como el japonés (el franciscano Juan Fernández hacia 1550), o el chino (Francisco Varo en 1703).

             Por si todo esto fuera poco, la obra de ese gran sabio español llamado Antonio de Nebrija se va a prodigar en toda clase de campos.

             Más allá de su gramática, Nebrija escribe sus “Introductiones latinae”, trabajo de depuración del latín, al estilo del realizado por Lorenzo Valla en Italia, que imprime en Salamanca en 1481, conocerá varias ediciones y en la que seguirá trabajando toda su vida. ¡Ojo al dato!: Fray Hernando de Talavera transmite a Don Antonio el deseo de Isabel la Católica de traducir la obra al español, para que como expone Nebrija en ella: “las mugeres religiosas y vírgenes dedicadas a Dios, sin participación de varones, pudiessen conocer algo de la lengua latina”.

             En el campo de la historia de España nos deja el maestro lebrijano varias obras: así, su “Muestra de la historia de las antigüedades de España”, “De bello navariense”, “Rerum a Fernando et Elisabe gestarum Decades duae” o “De bello granatensi”.

             En el campo del derecho publica “Iuris civilis lexicón” (Léxico de derecho civil). En el de la medicina, su “Pedacii Dioscorides Anazarbei de medicinali materia libri quinq”, con cuarenta y siete páginas de vocabulario médico en español. En el de la pedagogía, su “De liberis educandis” (De la educación de los niños). En el de las matemáticas, sus obras “De Mensuris”, “De ponderibus” o “De numeris”. Y en el de la astronomía, su “In cosmographia libri introductionum” o su “Tabla de la diversidad de días y horas”. Nada con lo que no se atreviera Don Antonio.

             Y por cierto, es también Nebrija el autor de la idea de de que Fernando el Católico eligiera el yugo que unir a las flechas de Isabel la Católica, como emblema de su reinado.

            Elio Antonio de Nebrija muere en la ciudad madrileña de Alcalá de Henares tal día como hoy de 1522. Con su universidad había colaborado en la traducción de la Biblia Políglota en 1499, si bien de manera poco airosa, pues él era partidario de revisar la Biblia Vulgata antes de proceder a su traducción, iniciativa que no será bien acogida por sus compañeros. Y en ella desemboca de nuevo, con 60 años ya, cuando el Cardenal Jiménez de Cisneros le concede la cátedra de Retórica, con el privilegio de que “leyese lo que él quisiese, y si no quisiese leer, que no leyese; y que esto no lo mandaba dar porque trabajase, sino por pagarle lo que le debía España”. Con tal consideración le trataba el hombre más poderoso de España, vale decir del mundo.

             Esta y otras muchas noticias de una semana tan especial como aquélla en la que estamos se las contamos a Vds. en nuestro programa de Radio María “Esta no es una Semana Cualquiera” (al que puede acceder Vd., si lo desea, pinchando aquí).

             Que hagan Vds. mucho bien y que no reciban menos.

 

 

            ©L.A.

 

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