Fe, ansiedad y salud mental
Fe, ansiedad y salud mental
por Duc in altum!
El ensayo de hoy no es un sustituto de los manuales y procedimientos terapéuticos que son necesarios en materia de salud mental, pero si una reflexión de cómo la fe, sin prescindir de la psicología, puede ayudar cuando atravesamos por un momento complejo que pueda favorecer trastornos como la ansiedad o la depresión.
La relación con Dios involucra todo lo que somos y llevamos en nuestro interior. De ahí que conocerlo implique conocernos, trabajar los puntos en los que encontramos alguna dificultad con nosotros mismos o en el trato diario con los demás. La fe no es un proceso que esclaviza nuestra voluntad o la llena de miedos. Al contrario, es una opción que nos va liberando para poder disfrutar del camino.
Cuando la tristeza se vuelve depresión y la inquietud sale del umbral convencional para convertirse en ansiedad, necesitamos pedir ayuda y trabajar a tres niveles. En primer lugar, llevar lo que nos abruma a la oración, aunque no podamos articular palabra. Ubicar a Dios en medio del caos. Por ejemplo, como aquella voz interior que nos anima a buscar apoyo profesional. En segundo lugar, una vez detectada la necesidad de ser atendidos en el campo de la salud mental, acudir al terapeuta y, en tercer lugar; es decir, independientemente del punto anterior, dejarnos acompañar por alguien que tenga experiencia en el camino de la fe. Ahora bien, una cosa es la terapia y otra la dirección espiritual. Ambas son necesarias. Lo que hay que hacer es comunicar en ambos espacios lo que se tiene, a fin de que uno no obstaculice al otro. En otras palabras, que cada cual responda a su área de especialidad, generando un complemento. Hay casos en los que una misma persona reúne ambos elementos, pero cuando no sea así, habrá que trabajarlo por separado aunque informando y vinculando.
En los momentos de crisis, incertidumbre y distorsión de la realidad, ubicar los factores desencadenantes y emplear las herramientas de la terapia. Ayuda situarse en el momento presente, ubicando que lo que dice la mente no necesariamente es verdad y recordar que, como decía Teresa de Ávila, “Dios no se muda”. Al contrario, permanece y acompaña, siendo profundamente terapéutico. La oración, comulgar, practicar la lectio divina y tener un apostolado son elementos que permiten crecer y superar los episodios o, cuando menos, gestionarlos mucho mejor. Esto no quita la ayuda profesional. Simplemente, la complementa porque la persona es también un creyente y, como tal, mirar a su interior y reconocer a Jesús da un impulso muy positivo. La acción del Espíritu Santo también entra en el plano de nuestra propia complejidad y libera.
También, en los momentos difíciles ayuda mirar a Jesús en la cruz. No por caer en el dolorismo, sino para partir de una meditación: “Él sabe lo que me pasa. Me entiende, acepta, quiere y cree en mi propio proceso de mejora, porque pasó por cosas muy parecidas y, entonces, me identifico con lo que me dice”.
Ser católico también implica cuidar nuestra salud mental. La espiritualidad es, ante todo, un proceso que va generando nuestra mejor versión. Por eso, la fe es un buen respaldo para crecer y gestionar las dificultades.
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Les propongo dos libros electrónicos que he escrito y que pueden ser de su interés:
Título del libro: Proceso de Dios:
"El proceso de Dios", es un pequeño libro que reflexiona sobre puntos importantes de la fe desde una perspectiva teológica y filosófica. Es concreto y, al mismo tiempo, profundo, capaz de responder las preguntas propias de aquellos que se cuestionan en su relación con Dios.
Título del libro: Líneas escolares:
¿Cómo abordar la emergencia educativa? ¿Cuál es el futuro de los colegios católicos? ¿Qué cambios tienen que darse? Éstas y otras preguntas son las que se abordan en el libro. Lo interesante es que el autor trabaja como maestro y, por lo tanto, los puntos que ha escrito parten de su experiencia en la realidad, en la "cancha de juego". Una interesante reflexión de todos los que de una u otra manera saben lo complejo que es educar en pleno siglo XXI y, al mismo tiempo, lo necesario que resulta seguirlo haciendo.
Nota:
Al comprar alguno de los dos libros contribuyes al apostolado que llevo a cabo en favor de la fe y la cultura. ¡Gracias!