¿Qué habría hecho yo?

14 abril 2015 00:00

Es esta una pregunta que más de uno…, poniéndose en el lugar de otro se plantea; acerca de cuál habría sido su conducta, frente a unos determinados hechos o circunstancias, si le hubieran afectado. Pongamos un caso, por ejemplo. Supongamos que hubiésemos nacido y vivido en Jerusalén en la época del Señor y hubiésemos sido un fariseo de clase media, que durante los tres años que duró la vida pública del Señor, tuvo conocimiento de la existencia de un rabí, al que muchos anawin consideraban que era el Mesías que estaba anunciado. Aclararemos para continuar que en Israel, el ebyon era el indigente, el necesitado, el que ansiaba; el dal es el económicamente débil, el pequeño, el endeble, el flaco; el ani o el anaw (en plural los anawin) es el que vive doblado bajo el peso de la miseria, la enfermedad o la opresión; en una palabra el desdichado.

Por otro lado y en relación al status social, religioso o político tenemos, que mientras que los saduceos provenían de las clases altas, los fariseos, de ordinario, provenían de las clases medias. En cuanto a la masa del pueblo, era más o menos devota, más o menos observadora de los ritos, pero, generalmente, odiaba a los saduceos y respetaba a los fariseos. Si bien los saduceos controlaban el Templo de Jerusalén, los fariseos controlaban las sinagogas de todo Israel. Así como los saduceos representaban a las clases aristocráticas de la jerarquía político-religiosa, los fariseos, representaban las clases medias. Fariseo quiere decir textualmente, separado; es decir, separado de toda clase de impurezas y contaminaciones. Dentro de la clase de los fariseos, se encontraban los doctores de la Ley y los escribas.

Todo el pueblo de Israel vivía sometido al dominio de los romanos y en espera del prometido Mesías, que en la mentalidad general de todos los israelitas, el Mesías sería un caudillo, al estilo de Gedeón, Sansón el vencedor del gigante Goliat de los filisteos o Judas Macabeo. Mal parados salen los fariseos en la lectura de los evangelios y sin embargo, hubo muchos amigos del Señor entre los fariseos, uno de ellos fue Lázaro, por el cual lloró, antes de resucitarle (Jn 11,1-57; 12,1-2). La resurrección de Lázaro, fue un milagro que produjo conmoción y no solo en Betania que era el lugar donde residía la familia de Lázaro, él y sus dos hermanas, Marta y María, sino también Jerusalén donde la noticia llegó al Sanedrín y tuvo su influencia en la conclusión a la que llegaron más tarde los miembros del Sanedrín, de que había que eliminar a este hombre. Monseñor Giuseppe Ricciotti, escribía en su Vida de Jesús: “La diferencia surgida entre los judíos testigos del milagro, tenía un fundamento psicológico históricamente perfecto. Entre los adversarios de Jesús, aquellos que no han olvidado su condición de hombres se rinden al milagro y creen en el que lo hace, mientras que los que han subordinado su cerebro y corazón de hombres a la circunstancia de ser miembro de un partido, no se preocupan más que del triunfo de este y corren a denunciar a Jesús.”.

Fueron también fariseos, José de Arimatea que donó la tumba para ser enterrado el cuerpo del Señor. En la composición del Sanedrín había saduceos y fariseos, concretamente José de Arimatea era sanhedrita. Y también era miembro del Sanedrín Nicodemo, que fue una noche a visitar al Señor (Jn 3,1-21). Y en el Sanedrín hizo una defensa del Señor: “50 Les dijo Nicodemo, el que había ido antes a Él, que era uno de ellos: 51 ¿Acaso nuestra ley condena a un hombre antes de oírle y sin averiguar lo que hizo? 52 Le respondieron y dijeron: ¿También tú eres de Galilea? Investiga y verás que de Galilea no ha salido profeta alguno. 53 Y se fueron cada uno a su casa”. (Jn 7,50-53).

Fueron bastantes más fariseos los que aceptaron al Señor y de los cuales nos hablan los evangelios sin aclarar si era fariseo o no lo era, aunque hay que tener presente que casi todos aquellos judíos que creyeron en Él eran fariseos, e incluso publicanos como puede ser por ejemplo el caso de Zaqueo que en Jericó estaba subido encima de un sicomoro, para poder ver al Señor: "1 Habiendo entrado en Jericó, atravesaba la ciudad. 2 Había un hombre llamado Zaqueo, que era jefe de publicanos, y rico. 3 Trataba de ver quién era Jesús, pero no podía a causa de la gente, porque era de pequeña estatura. 4 Se adelantó corriendo y se subió a un sicómoro para verle, pues iba a pasar por allí. 5 Y cuando Jesús llegó a aquel sitio, alzando la vista, le dijo: Zaqueo, baja pronto; porque conviene que hoy me quede yo en tu casa. 6 Se apresuró a bajar y le recibió con alegría. 7 Al verlo, todos murmuraban diciendo: Ha ido a hospedarse a casa de un hombre pecador. 8 Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: Daré, Señor, la mitad de mis bienes a los pobres; y si en algo defraudé a alguien, le devolveré el cuádruplo. 9 Jesús le dijo: Hoy ha llegado la salvación a esta casa, porque también éste es hijo de Abraham, 10 pues el Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido”. (Lc 19,1-10).

Antes y después del Señor, hubo otros profetas en Israel, como es el caso de Bar Kokheba.- Judas de Gamala, el Galileo.- Theudas.- Por otro lado, hay que tener presenta, que la idea del verdadero Mesías que se tenía acerca de cómo había de ser este, ya hemos dicho antes que la mayoría esperaba un conquistador material,, que les librase del dominio romano. El hombre en general más le preocupa que le resuelvan sus problemas inmediatos materiales que los espirituales que son en su mentalidad, para resolverlos a largo plazo. Hasta el mismo San Juan Bautista no tenía una idea clara de cómo habría de ser el Mesías. Juan Pablo II en su libro “Vida de Cristo” nos escribe diciéndonos: “…. Juan el Bautista, tenía una idea distinta del Mesías. Efectivamente, en su predicación, Juan había delineado la figura del Mesías como la de un juez severo”.

La educación religiosa, del pueblo de Israel, era esencialmente una deformada Ley Mosaica, basada en el Talmud que estaba considerado como el bastión espiritual del Judaísmo. El Talmud no constituye la Ley Mosaica, sino que es un conjunto de comentarios rabínicos a la Ley judía. A diferencia del Tárgum, que es una traducción comentada de la Escritura, el Talmud es una interpretación de la doctrina. Más tarde a partir del año 70 con la sublevación de Bar Kokheba y con la destrucción de Jerusalén por las legiones romanas, de Tito. Aparece la secta de los Ebionitas, secta judeocristiana, caída en la herejía. Se caracteriza por su rigorismo legal, particularmente por la abstinencia de carne, la pobreza y las abluciones rituales. Solo aceptaban el evangelio de San Mateo, y rechazaban a San Pablo. Esta secta de tendencia gnóstico-judaizante quería imponer a los paganos convertidos al cristianismo la Ley mosaica, y tenía a Jesucristo por un puro hombre, no entendían que fuese Dios, entre otras razones, porque ignoraban la existencia del misterio Trinitario.

Concluyendo acerca del panorama, que tenía una persona en aquellos tiempos para tomar una correcta decisión, acerca del camino a seguir, es de considerar que hasta la resurrección y ascensión del Señor a los cielos, es decir, hasta que no se consumó nuestra Redención, los hombres de aquella época no disponían de gracias divinas en las que apoyarse para encontrar a Dios, sino solamente disponían de sus fuerzas puramente naturales. Es por ello que uno se pregunta: ¿Qué habría hecho yo? Y no caigamos en el error de San Pedro jurándole al Señor fidelidad eterna, pues le duró la fidelidad, hasta el canto del gallo.

Mi más cordial saludo lector y el deseo de que Dios te bendiga.
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