Reflexionando sobre la Iglesia actual
Todos pecamos, pero ¿Hacia dónde miramos?
La situación eclesial del momento es realmente penosa. Sólo tenemos que asomarnos a las noticias para darnos cuenta de que las estructuras eclesiales necesitan de una fuerte renovación y santidad. Renovación, porque la burocracia es el mejor nido para todo tipo de corrupciones. Santidad, porque de nada valen las reformas cuando hemos perdido la conciencia misma del pecado. Peor, aunque llueva granizo sobre los fieles, tenemos que contener nuestra humana tendencia a señalar el pecado ajeno y a olvidar el que llevamos dentro de nosotros.
Si olvidamos la viga que llevamos con nosotros, de nada sirve señalar la paja que vemos en el ojo del hermano. ¿Hermano? Incluso el sentimiento de hermandad está en crisis actualmente. Pero aún así, roguemos a Dios para que nos ayude a tener remedio por medio de la Gracia de Dios.
Este miércoles 6 de marzo se inicia la Cuaresma. La Cuaresma es tiempo de oración, ayuno y limosna. Decir esto no deja de ser complicado. Complicado porque oración, ayuno y limosna son acciones que también generan roces entre nosotros mismos. Más de una vez me he encontrado contrastando puntos de vista sobre estas tres columnas de la Cuaresma. Me he dado cuenta de lo complicado que resulta llegar a vivir la vida de fe de forma fraterna. Ya casi no me atrevo a señalar textos de la Tradición Apostólica sobre esto, ya que hay muchas personas que se sentirán dolidas o puestas en cuestión. Vivimos dentro de una Torre de Babel en la que cada cual habla un lenguaje diferente y contrapuesto.