La verdadera Navidad
Una reina maga en Madrid
Los que seguimos creyendo en los Reyes Magos podemos ver más cosas que los que no creen. Yo he visto a una verdadera Reina Maga que, durante décadas, ha cumplido la ilusión de decenas de miles de personas que acudían a ella –sin necesidad de carta- en búsqueda de lo más básico para vivir: comida, ropa, techo y trabajo. Se llamaba Paquita Alarcón y ha fallecido el 19 de diciembre del año pasado a los ochenta y seis años. Rápido y sin molestar, tal como había pedido a Dios. Es la fundadora de la ONG ACOGEM. Esta asociación se dedica –desde hace más de veinte años- a acoger, acompañar, dar alimentos y formación laboral a miles de personas que llaman a sus puertas. La semana anterior a su fallecimiento, entregó personalmente, una bolsa de alimentos con productos navideños a más de 300 personas.
Paquita comenzó a trabajar desde los dieciocho años, siendo la mayor de cuatro hermanos, para ayudar al sostenimiento de su familia de ferroviarios. Llegó a ser secretaria de dirección de una empresa internacional de transportes. Pronto aprendió la solidaridad con los pobres en Vallecas, colaborando con la Obra Dolores Sopeña OSCUS y con el padre Llanos en el Pozo del Tío Raimundo. Fueron años de pobrezas extremas. Posteriormente, ya con sesenta y seis años se le ocurrió atender a los pobres en su propia casa. El trasiego de perfiles sin aseo y malas pulgas, provocó la queja vecinal y tuvo que trasladar su caridad a otra parte. En 1998 encontró un local cerca de Atocha, que le cedieron generosamente unos donantes, y comenzó con lo puesto. Así fundó ACOGEM. Se le sumaron otras personas generosas que creían, como ella, en la fuerza del amor: Celia, Pedro, Mari Carmen, Pepe, etc. Y los pobres saben dónde ir. Las filas de personas pidiendo comida y trabajo se fueron alargando hasta el punto de que daban la vuelta a la manzana y nunca se veía el final de la cola. Todo el barrio contemplaba esas pacientes colas de personas que sabían dónde les podían ayudar. Aquí se nos acoge –afirmaban- y aquí esperamos nuestro turno.
La primera vez que visité su modesto local pensé que estaba en el metro en hora punta. Tanta gente había –entre voluntarios y pobres- que se debía avanzar pausadamente pidiendo permiso para no empujar a nadie. Su pequeño despacho servía de almacén de cajas de alimentos. Paquita se movía entre los pobres sonriendo a unos, acariciando a otros, escuchando a la mayoría. Siempre paciente y con mirada penetrante y acogedora. Parecía que todo aquel enjambre funcionaba activado por la dulzura de su presencia. Las clases de formación laboral se daban en una discreta sala repleta de cajas de ropa. Me pidió que yo colaborase dando una sencilla charla de vida espiritual. Al final de la charla, muchas personas me pedían hablar y confesarse. “Qué alegría que nos hablen de Dios –manifestaban- porque en muchos lugares de ayuda social donde hemos estado, no se dice nada de religión”. Abrían sus almas necesitadas de la fragancia celestial y por fin encontraban un lugar donde hacerlo. Paquita se preocupaba también de sus corazones, no sólo de sus emergencias sociales.
Ella se ha ido con Jesús y ACOGEM continúa sus huellas y su ejemplo. La estrella que brilló en Belén sigue iluminando nuestros barrios por medio de personas como Paquita que siguen adorando a Jesús. Gracias por tu ejemplo y valentía. Que Jesús te acoja en su hogar.