Martes, 15 de octubre de 2024

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Nos duele España

Nos duele España

por Un alma para el mundo

Nos duele España

 

Yo no soy político, pero sí español. Yo soy de la posguerra por eso amo la paz. Me educaron en el amor a mi pueblo, y a todos los pueblos.  Soy de Murcia, del Mar Menor, pero he vivido varios años en el país vasco-navarro, mi apellido Inza es de por allí. He pasado temporadas de verano en Cataluña, y me he sentido feliz. Cuando uno va con la mente clara y el corazón limpio, se puede convivir con todo aquel que te da la mano sinceramente, y te mira con alegría a los ojos.

            Lo malo es cuando se aparcan los valores, y se da la espalda a la fe que un día recibimos. Entonces solo vemos monstruos, enemigos que hay que combatir, y eliminar si es posible. Y de ese modo los pueblos se convierten en trincheras, y los vecinos y visitantes en sospechosos y peligrosos, que hay que poner en cuarentena.

            Así no se puede construir España. Sería, como lo es en algunos lugares, un grupo de personas que malviven sin corazón, y con la cabeza infestada de ideas trasnochadas.    

Dice Rosa María Artal en elDiario.es:

No puede ser tan desgraciado, cainita y cruel un pueblo con la capacidad de amar que alberga. Cuando amarra a los sanitarios al puesto de trabajo en una pandemia para atender a los enfermos con medios escasos a costa de su propia salud. Cuando, ante todo lo que han visto, lo que más les duele es haber visto morir en soledad a tantos pacientes. No puede ser cierto tanto egoísmo y mezquindad como estalla en las cazuelas y los canales del odio, si estuvimos por miles aplaudiendo unidos a quienes nos cuidan de verdad -todos ellos, desde los hospitales a los supermercados- cuando hacía falta ese aliento compartido.

Aquí, en esta tierra que a veces escupe balas de rencor podrido, ocultas en el morral, se desgrana calladamente amor y generosidad extrema al punto de arriesgar la vida por salvar a desconocidos. En aras de la justicia universal, la solidaridad, la empatía, la humanidad. En uno de los mayores contrastes que pueda darse.

            Afortunadamente vivo en un trozo de España, como tantos otros, en donde nadie dice esta tierra es mía y de nadie más. Somos todos del mismo lugar, aunque nos sentimos orgullosos de nuestro pequeño terruño. Hace años que un iluminado llamado Antonete Galvez, murciano, inculcó en la mente de un grupo de seguidores,  que Cartagena debía convertirse en un Cantón independiente. Hubo luchas intestinas, pero todo acabó en nada, después de ocasionar muertes y desastres  materiales. Las aguas volvieron a su cauce, y hoy se vive la paz del  Valle, del Mar, de la Sierra, del Campo, de la Huerta, de los pueblos y ciudades. Esto es España. A donde vayas estás en tu casa.

España no es un ser humano, es mucho más: somos todos los que hemos nacido en esta maravillosa tierra desde que comenzó a ser hasta nuestros días. Se trata, por tanto, de una comunidad humana temporalmente proyectada en lo que fue, en lo que es y en lo que será. Amar a España supone, pues, sentir afecto por nuestros antepasados y nuestros coetáneos (excluyo a los vendrán porque no es posible querer a quienes todavía no existen).

Y hay que quererlos enteramente, tal como fueron y como son, porque todos los de hoy somos herederos de los que nos precedieron. Ser español es portar la orgullosa enseña de asumir lo que tenemos en nuestro ser proveniente del pasado, agregándole lo que hemos absorbido en el tiempo que nos ha tocado vivir en nuestra tierra. Y en todo ello está indefectiblemente presente el espacio natural, la tierra, en que habitamos: es el cosmos común que han ido poblando los que nos precedieron, del que estamos disfrutando los que vivimos el momento presente y que tenemos que mantener para los que han de venir.(José Manuel Otero Lastres en ABC)

                Amar a España no es política, es humanidad, es tener corazón, es ser agradecidos, es ser hijos de una buena madre. No entiendo otro modo de ser que prescinda del agradecimiento. Yo no se si los que odian a España saben llorar. España no es la bandera o el color, somos nosotros. Se dice que no nacen niños, y una familia sin niños se extingue. Una España sin niños sería como un jardín sin flores, sin alegría, sin esperanza. Amar España es ser generosos. Necesitamos niños que nos sonrían, que nos ofrezcan un futuro donde podamos mirar adelante y atrás, y decir: gracias España por la oportunidad de vivir contemplando tu belleza y tu grandeza.

Juan García Inza

 

 

           

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