Viernes, 04 de octubre de 2024

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Misioneros claretianos y mártires (y 2)

por Victor in vínculis

O misioneros y santos y mártires
Los claretianos mártires de Tarragona que serán beatificados, D.m. en 2013, tienen web propia (http://claretiansmartirstgn.wordpress.com/). Aquí encontramos la reseña biográfica de estos dos misioneros. De ellos, una vez más, podemos afirmar que tras una vida santa, les llegó el martirio, y fueron fieles hasta el derramamiento de su sangre por Cristo, Nuestro Señor…

Bajo estas líneas, la iglesia de San Agustín de La Selva del Camp, fotografía tomada hacia 1920.



Pau Castellà Barberà

            Nació en La Selva del Camp, comarca del Baix Camp de Tarragona. Era el día 3 de mayo de 1862.  Sus padres se llamaban Pau y Francisca. Fue bautizado dos días después, el 5 de mayo de 1862. El niño heredó de sus padres un gran tesoro de cualidades humanas y de virtudes cristianas, además de una voz dulce y privilegiada. Y junto a la voz un gran interés por la música.
 A la edad de 23 años consiguió de su padre el permiso para ingresar como hermano coadjutor en la Congregación de Misioneros Hijos del Corazón de María, los claretianos, quienes habían fundado la comunidad de La Selva del Camp en el año 1868. En septiembre del aquel mismo año murió el protomártir claretiano Francesc Crusats.
Víctima de la persecución religiosa desatada a raíz de la Revolución de 1868 que costó el trono y el exilio a la reina Isabel II. En medio de la turbulencia desatada por aquel fatídico acontecimiento, fue asaltada la casa claretiana de La Selva del Camp por un grupo de exaltados. Los miembros de la comunidad claretiana consiguieron escapar, menos el P. Crusats quien, al salir al paso de los agresores, recibió, además de insultos y golpes, la herida mortal que le costó la vida. En su losa sepulcral puede leerse el epitafio que le describe admirablemente: “Insigne por la candidez de su espíritu y celo de la salvación de las almas”. Tiene iniciada la causa de beatificación.
De La Selva del Camp han salido grandes misioneros, y todos muy inteligentes y trabajadores. Uno de ellos, el Hermano Pau, hizo el Noviciado en Barbastro, donde profesó el 2 de octubre de 1986. Formó parte de esta comunidad aragonesa sirviéndola especialmente en el oficio de zapatero. Luego fue trasladado unos años a la de Lleida, hasta que los Superiores le ofrecieron un nuevo destino mucho más difícil: las misiones de Fernando Poo. Era el año 1892. El Hermano Pau tenía 40 años. Aceptar en aquellos tiempos ir a Fernando Poo era exponer gravemente la propia vida. En diez años murieron treinta misioneros claretianos, la mayoría jóvenes.
Llegó a Fernando Poo en enero de 1893. Sirvió en esa misión en lugares y oficios muy sacrificados: en 1895 era el encargado de todos los asuntos comunitarios de los misioneros en la isla de Corisco. En 1897 le confiaron la dirección de los braceros nativos que trabajaban en la finca. En 1900 es destinado a Santa Isabel. Después a San Carlos y finalmente a María Cristina, donde demostró sus extraordinarias cualidades para trata con personas que no estaban acostumbradas a obedecer. Ciertamente la naturaleza le había dotado de muchas cualidades. Era hábil para todo. Cualquier oficio doméstico era fácil para él. En todas las Comunidades era muy bien recibido, y se hacía querer por igual de los hermanos de comunidad como de los braceros de las fincas que estaban a su cargo. Tenía un trato amable y exigente a la vez con toda clase de personas por diferente que fuese su carácter. En lo que se le encomendaba sabía prevenir las dificultades por difíciles que fuesen. Así se podía tomar las cosas con calma. Tenía una empatía fácil para conocer a las personas que estaban a su cargo: estudiaba las posibilidades de cada uno y de esta manera no se equivocaba a la hora de repartir responsabilidades. Se hacía querer, cosa difícil cuando uno tiene que imponer exigencias, como pedía la organización de aquellas fincas.
El Hermano Pau, después de gastar su salud por amor a aquellas misiones tan difíciles, se vio obligado a regresar a la península por unas fiebres muy insistentes. Era el año 1908. No pudo recuperar nunca más las fuerzas necesarias para reincorporarse a las misiones. Como siempre su amabilidad y generosidad le hizo ser muy útil para todos los trabajos en las diferentes comunidades a las que fue destinado. En Barbastro, en el año 1909 era muy querido por todos los postulantes por su solicitud con los enfermos, por su fervorosa piedad y por su gran bondad escondida bajo aquella blanca y larga barba. En La Selva del Camp donde residió desde el año 1921, los aires natales no pudieron reanimarle. Y allí le atraparía la persecución religiosa que puso fin a aquella vida tan ejemplar.


Andreu Feliu Bartomeu

           Nació en La Selva del Camp, el día 15 de septiembre de 1870. Sus padres se llamaban Josep y Francesca, y Andreu fue bautizado tres días después, el domingo 18 de septiembre.
Desde muy pequeño trató a los claretianos que, como dijimos antes, habían fundado una comunidad en su pueblo en el año 1868. Hasta los 17 años hizo de monaguillo y ayudaba en todo al Hermano sacristán; además cantaba con una voz privilegiada en el coro de la iglesia de San Agustín, confiada a los Misioneros Claretianos (en la foto, órgano barroco de 1701 que fue "destrozado" en 1936). Quería tanto a la Madre de Dios que procuraba que nunca faltaran flores en su altar. Un día se confío al P. Vicenç Tremoleda y le dijo que él también quería ser Misionero, como algunos de sus amigos de infancia y adolescencia lo eran. Como ya no podía empezar la carrera sacerdotal, porque a los diecisiete años era muy tarde (pues todos los estudios se hacían en latín desde los primeros años), pidió ser misionero claretiano como hermano coadjutor. Lo que más deseaba era ser claretiano y mejor en tierras de misión.

           
Los claretianos le recibieron con las puertas abiertas y después de un tiempo de formación y preparación al Postulantado en Barbastro (Huesca) y en Cervera (Lleida) pasó al Noviciado, como Hermano Coadjutor de los Misioneros, y profesó en Cervera (Lleida) el día 1 de octubre de 1889.
Su primer destino fue en la misma Comunidad de Cervera como encargado de la sastrería de la Universidad. Aquí, y en los demás destinos, se distinguió por su laboriosidad y buen trato. Estando en la Comunidad claretiana de Zafra (Badajoz), donde se hacía querer por todos por su vida entregada y piadosa, recibió, en el año 1903, su destino tan deseado de ir a tierras de misiones, concretamente a Fernando Poo.
El trabajo de los hermanos coadjutores misioneros en Fernando Poo era agotador. El Hermano Andreu conocía muchos oficios y algunos con mucha perfección. Era un sastre modelo, un sacristán exigente con su deber, un enfermero muy caritativo con los enfermos, un agricultor ideal para las fincas, y como encargado de los servicios de limpieza, no podía ser más ordenado… seguro servidor de todos en cualquier necesidad. Era una persona muy limpia y ordenada en todo. Allí por donde pasaba todo quedaba como nuevo.
En 1934 tuvo que regresar a la península por motivos de salud. El día 18 de noviembre se embarcó en Santa Isabel. Llegó a Barcelona, visitó a varios médicos y fue destinado a la Comunidad de La Selva del Camp. Aquí le sorprendió la persecución religiosa de 1936.
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