Miércoles, 15 de mayo de 2024

Religión en Libertad

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Limpiar la casa

por Juan Miguel Carrasquilla

El magno. Juan Pablo II…el grande. Estoy en el Vaticano, ante su tumba. Estoy emocionado y nervioso. Me arrodillo y cierro los ojos. No le veo, pero le oigo. Él comienza el diálogo:
— ¡Querido!
Mi emoción sube de intensidad hasta que una lágrima corre por mi mejilla
— ¡Padre!

Y digo padre, porque fue el padre de toda una generación de jóvenes que crecimos bajo su guía, jóvenes que oímos por primera vez en la pubertad, aquello de “no tengáis miedo a ser Santos”. Jóvenes que aprendimos a amar a Dios y a los hombres viéndole a él. Muchachos que le seguimos en peregrinación por todas las tierras de Dios, en busca de la tierra prometida: la intimidad con Dios, la amistad con Cristo. La nueva y pujante cristiandad, sana, comprometida y valiente es hija de él.

Las generaciones tienen padres. En la sociedad manda una generación vetusta del 68, de rebeldes que se han quedado sin causa, de inconformistas que se conforman con la corrupción del dinero y el poder, de libertarios sexuales que siguen reprimidos y obsesionados con el sexo, contestatarios que no admiten protestas, dominados que no admiten mandatos y que tiranizan con el lenguaje políticamente correcto. Medios de comunicación, política, empresas y asociaciones están en manos de colegas masónicos que guían la sociedad al odio a la iglesia y, por tanto, a la ruina moral. Pero no hay problema, no saben que por mucho poder que acumulen, nunca será tan potente como el sacrificio de Cristo…esto es una batalla más que perderá… el odio.

—La iglesia pasa por momentos difíciles, padre: desconfianza, relativismo, increencia, vicios…pederastia.
—A veces lo que puede parecer un mal, una batalla perdida, un desastre insuperable, es en realidad una purificación necesaria que renovará el espíritu, que limpiará el patio, que producirá mucho fruto. Lo sabes. En tu vida lo has experimentado. El Santo Espíritu criba, purifica y pule lo malo, para que reluzca lo bueno. Es necesario podar y sanear. Además no olvides que Dios lo permite todo para bien de la humanidad, lo que vivimos ahora en la iglesia, con esta limpieza del pecado de pederastia, lejos de ser el fin, será buenísimo para la sociedad mundial. Espera…y ora.
—Pero está siendo duro, para las víctimas, para Benedicto XVI, mucha vergüenza, mucha humillación. Esos niños quebrantados. ¡Qué dolor!
— Mi querido Joseph…Está cargando con una cruz grande, inmensa, pero Dios le fortalece. El es fuerte porque ama. Ama profundamente a Dios y su iglesia y por eso precisamente está barriendo la casa, la casa del Padre. El fruto de algunos ha sido malo, muy malo, porque no eran árboles buenos, desde el principio. Hay que rezar por ellos y por sus víctimas, para que la misericordia de Dios asuma su mal.
— Entonces, ¿No es culpa del celibato?
— ¿Cuántos pederastas hay en el mundo? ¿Porque son así? Hay obreros y profesores, policias y empresarios. Normalmente tiene familia, esposa, hijos…esas suelen ser sus víctimas…sus propios hijos. A pocos se les puede diagnosticar psicopatías sexuales, su comportamiento tiene que ver, más bien, con la sensación de dominio, de poder, de dominación. Normalmente tienen antecedentes, fueron maltratados o vejados en su infancia. Tienen problemas con la figura de autoridad. Estos sacerdotes estaban ya contaminados, no estaban pervertidos por ser sacerdotes. Hubieran sido pederastas sin estar en la iglesia.
— ¿Entonces, la excesiva continencia o antinatural sexualidad, según algunos, no es la causante?
— ¿Cuántos sacerdotes hay en la iglesia?...millones. Millones repartidos por el mundo, fieles a su vocación, contentos con su estado, ayudados por el Espíritu Santo a conservar su castidad. No sólo es posible, es siempre posible si nos fiamos y nos entregamos a Dios…y sano. El escándalo para sociedad es la pederastia, pero también lo es la castidad del sacerdote. El hombre actual odia el sacerdocio célibe porque recuerda que es posible vivir una vida plena y madura afectivamente desde y con Dios. La promiscuidad, la incontinencia de las pasiones, el egoísmo, la banalidad, la superficialidad de la carne por la carne, la pornografía, el desahogo sexual, no enriquecen las relaciones sexuales, sino que la deforman, la envilecen: llevan al hombre a la esclavitud mental y sexual. Yo, para desahogarme de un enfado no me lío a mamporros con el que pille. No, aprendo a dominarme con la ayuda de Dios. Somos tentados a pecar, pero no siempre caemos, y cuando caemos, nos levantamos, después de arrepentirnos con la fuerza de la cruz, y eso evita la insistencia en el pecado y su desarrollo hacia el infierno. No sabemos amar, entregar nuestra alma en el acto sexual…y el sacerdote recuerda que la distancia más corta entre dos personas no es la piel… es el Espíritu de Dios. Nunca alcanzaremos tal grado de unión como un sacerdote con Dios, solo en un matrimonio cristiano, que viva su sexualidad desde y para Dios.
— ¿Entonces, nunca se acabará el celibato?
— La iglesia está siempre en continúa revisión, siempre está haciendo examen de conciencia. De momento, el celibato es una fuente de gracias a lo largo de la historia de la iglesia, no un problema. Los hermanos protestantes casados viven realmente su responsabilidad pastoral con verdaderos problemas, ese es el motivo: si se vive entregado a la esposa y a la iglesia estás dividido. Las dos sufren carencias por parte de amor del sacerdote. Por eso Dios está casado con su iglesia y su iglesia con él.
— Perdone que insista Padre, pero los hombres que no entienden nada del espíritu y la gracia de Dios, que todo lo que me has explicado les huele a represión sexual, a moral sexual insana y demás gaitas, piden algún argumento algo más terrenal para, por lo menos, justificar la inmovilidad del celibato…
— El argumento de ellos es que el celibato no funciona, que la carencia afectiva y sexual impulsa a los sacerdotes a cometer este tipo de infamias y abusos. Por ese razonamiento, ¿todo aquel que sufra esas carencias por los motivos que sean, tiene el peligro de caer en ese infierno? No. Ya digo que esa no es la cuestión. Por otro lado, ¿debemos suprimir el celibato por ser un estado de vida demasiado exigente?. Rebajar la exigencia no es conveniente. En tu país dijeron que el fracaso escolar se acabaría rebajando la exigencia y adecuando el nivel de estudio a la capacidad de cada alumno. El resultado unos años después está ahí: el alumnado más atrasado de Europa.
La pederastia no es el fracaso del celibato de la iglesia, es un síntoma y un reflejo de una sociedad abandonada al materialismo, al hedonismo descarnado y al esclavismo mental. El vicio comienza no en la carencia del acto, sino en la carencia de valores morales. Empieza en despojar el sexo de su dimensión divina, en despojar al hombre de su dignidad. El demonio dice “dame un vicio y dominaré al mundo”. Y Dios dice “lo atontarás, lo esclavizarás, pero la libertad que ofrece mi hijo seguirá rompiendo cadenas”. Un hombre que domina sus pasiones, es un hombre libre.

¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo? Y ¿había de tomar yo los miembros de Cristo para hacerlos miembros de prostituta? ¡De ningún modo!¿O no sabéis que quien se une a la prostituta se hace un solo cuerpo con ella? Pues está dicho: Los dos se harán una sola carne. Mas el que se une al Señor, se hace un solo espíritu con él.” ( I Co 6, 15)

Pero al que escandalice a uno de estos pequeños que creen en mí, más le vale que le cuelguen al cuello una de esas piedras de molino que mueven los asnos, y le hundan en lo profundo del mar.¡Ay del mundo por los escándalos! Es forzoso, ciertamente, que vengan escándalos, pero¡ay de aquel hombre por quien el escándalo viene!” (Mt 18, 6)

— Unos dicen que el germen de todos los males de la iglesia está en el concilio Vaticano II, por considerarlo una relajación de costumbres y abandono de la exigencia, otros creen que el espíritu concliar se apagó o se cercenó con la llegada del retógrado Papa polaco a la catédra de San Pedro: usted. No hay quién se aclare.
— Damos vueltas y vueltas...el problema es que cada uno percibe e interpreta lo que quiere según al Dios que sirvan. ¿Quien convierte a los hombres a Dios?¿Nosotros con nuestras pastorales maravillosas, con la pureza de nuestras oraciones, con nuestras sotanas? La conversión viene por ser testigos y los testigos solo tienen un mensaje: la cruz. Los cristianos que sirven a Dios de verdad, los que Dios está preparando, lo que Dios está buscando desde el principio de los tiempos, son los que cargan con su cruz cada dia y le siguen. Lo demás son rebeldías y soberbias. La cruz. Ante la cruz se acaban las dudas, los relativismos y las zozobras. La cruz, el martirio, el testimonio de vida. El que no coja su cruz y me siga, no es digno de mí. Los pecados de los hombres no es fruto de un concilio o de un Papa. Es fruto del rechazo de la cruz. Hoy nadie quiere coger su cruz, sufrir, obedecer, asumir y aceptar. Es la gran tentación del demonio: “No sirvas, no obdecezcas”.
Durante unos segundos guardamos silencio. Abrí los ojos. Yo seguía de rodillas frente a la tumba. No le veía con los ojos físicos, pero podía sentirle con el espíritu. El Papa Wojtila me comunicó:
—No te inquietes. La iglesia superará este examen, como muchos otros que ha superado y tendrá que superar. El objetivo es la purificación de sus hijos, hasta la plena perfección. Dios no quiere cantidad, sino calidad. Tú prepárate para la batalla, junto con tus hermanos, con mucha, mucha oración. No te desanimes que Cristo ha vencido al mundo.
—Lo siento. Siento mucho que nuestro encuentro haya sido por este tema. Tengo tanto que agradecerte, tanto que hablar contigo, tanto que pedirte…
—Confía, sigue confiando…
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