Jueves, 28 de marzo de 2024

Religión en Libertad

Beata Beatriz de Nazaret, virgen cisterciense, mística.

Siete grados y un solo Amor.

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San Agustín le muestra su corazón trasverberado.
San Agustín le muestra su corazón trasverberado.

Beata Beatriz de Nazaret, virgen cisterciense, mística. 29 de agosto.

Nació sobre 1200, y su padre fue el Beato Bartolomé de Vleeschhouwer (3 de septiembre) y su madre se llamó Gertrudis, ambos emparentados y pertenecientes a la prestigiosa familia Tirlemont. Beatriz nació en 1200 y fue la última de los seis hijos, cuatro hermanas y dos hermanos, todos beatos cistercienses. Siendo muy pequeña murió su madre y el padre internó a sus niños y niñas en monasterios para ser educados. Beatriz y sus hermanas fueron a las beguinas de Zoutleeuw, un sitio de gran actividad espiritual e intelectual de la sociedad e Iglesia flamenca. De ahí pasó, con 10 años, a la abadía benedictina de Florivall, donde profesó teniendo 16 años, en la Pascua de 1216. En 1218 este monasterio se pasó a la reforma del Císter. Con poco tiempo de profesa, fue enviada por la abadesa a la abadía de Rameé, para que se perfeccionase en el arte del copiado de libros, la miniatura y la caligrafía. Allí se instruyó con la Beata Ida de Lovaina (13 de abril), otra importante mística cisterciense, y una vez dominadas estas artes, la enviaron a ejecutarlas y enseñarlas a la abadía de Oplinter, donde vivió 14 años. 

Fue una mujer muy culta, versada en latín, artes, música, poesía, Sagrada Escritura, Santos Padres, etc. Fue devotísima de la Santísima Trinidad. Escribió varios tratados espirituales, perdidos la mayoría. Tuvo varias gracias místicas, principalmente la de la Trasverberación del corazón, que ella misma narra: "Tras permanecer en paz de corazón y dulzura de la mente, al irrumpir el canto del Aleluya, el Señor de eterna misericordia atravesó de pronto mi alma con el fuego de su amor con una lanza ardiente, y con la gran fuerza de la embestida me penetró con una espada llameante".

En 1235 su padre funda el monasterio de Santa María de Nazaret, en Lieja (y aún fundaría otros dos más), donde en 1236 va Beatriz como priora, para serlo durante 34 años, hasta que murió en 1269. Al morir fue enterrada en el mismo monasterio, donde se veneraron sus reliquias hasta que hubo que esconderlas en el siglo XVI, por los ataques de los calvinistas y nunca más se hallaron.

Su obra.
Su principal legado a la mística universal son los "Siete Grados del Amor", una obra que solo fue publicada en 1895 y no le fue atribuida ya sin dudas hasta 1925, luego de siglos de investigaciones. Hasta entonces se dudaba si habría sido de su autoría, siendo que solía atribuirse a la Beata Hadewych de Flandes (15 de diciembre). Es esta una obra en prosa y poesía que trata del deseo de Dios, expresado desde los deseos más rudimentarios y sencillos hasta los más sublimes y elevados, siendo todos por inspiración del mismo Dios. Es una composición que gira en torno al deseo-inspiración por la salvación y la posesión de Dios en el alma. Es como un "juego" entre el deseo humano y las inspiraciones por parte de Dios, siendo este el primer y último protagonista del encuentro.

LOS SIETE GRADOS.

1. Deseo activo de amor:
Es un deseo que parte del corazón humano y sus necesidades de amar y ser amado. Es un deseo permanente, que no cesa nunca y es el eje de todos los grados. A veces no se reconoce y si no se dirige a Dios y es iluminado por Dios, puede confundir, perderse en las criaturas y si no es encaminado, puede desembocar en afectos desordenados, aficiones, amistades impropias, y claro, en el pecado de la lujuria. Por eso el alma ansía la pureza, se cuida de los afectos y constantemente busca la presencia de Dios. 

2. Gratuidad del amor: 
Reconocimiento de la gratuidad del amor divino, de su permanencia y sobrenaturalidad. En el alma implica la renuncia a la utilidad del amor, es servicio. La instrumentalización del amor queda excluida, el básico deseo de amor se vive con serenidad y se dirige a Dios y por ende, a los demás, por pura gratuidad.

3. Dolor por no corresponder al Amor: 
Una vez integrados el deseo de amor y el reconocimiento de la gratuidad de este, el alma toma conciencia de no poder corresponder al amor de Dios sin reservas. Entra la insatisfacción y la tentación de abandonar, de no poder saldar "la deuda". Todas las obras y oraciones parecen pocas. Se padece un “infierno” de purgación de deseos y afectos, porque no se puede corresponder a ese amor. Es un paso importantísimo, porque en él se continúa por el camino emprendido o se abandona. Dios está actuando en esta purificación. La "solución" es abandonarse completamente al Señor, tomar el deseo de amar y entregarlo totalmente a Cristo, teniendo en cuenta que ese amor que se quiere corresponder con entrega, es en primer lugar una acción de Dios. Es Él el primer amante. 

4 y 5. Consuelo y aflicción:
Se da una paradoja entre el desborde de amor que siente el alma y su incapacidad para recibirlo y darlo. La imagen usada es la de una copa: Siempre es la misma, pero el amor que recibe es cada vez más, hasta que se desborda y la sobrepasa, desbordando el amor más allá de los primeros deseos. Así, llena de amor todo divino, el alma está santificada, las potencias del alma (memoria, entendimiento y voluntad) están transformadas y aunque no pierden sus características humanas, el amor las subyuga, sumerge, inunda. En resumen: cristifica, o sea, el alma siente con los sentimientos de Cristo. Esta unión tempestuosa y delicada hace al alma estallar de amor. Se anonada, todo en el mundo le parece poca cosa y solo quiere saber de Dios. 

Es el momento de esa "herida" que Dios hace en el alma cristificada, expresada en el fenómeno místico de la Transverberación (leer sobre este fenómeno aquí). Es gozo y dolor juntos. Es una caridad que impele a salir, a hablar de Dios, a llevarle a todas las almas, para que todas las almas le amen y gocen de esta dulzura del amor divino. Son los gritos "el amor no es amado", de Santa María Magdalena de Pazzi, el suspiro "muero porque no muero" de Santa Teresa, o la constatación de la "regalada llaga" de San Juan de la Cruz, cuatro siglos más tarde.

6 y 7. Reposo del alma y unión total:
El alma está liviana, desasida y en paz. Beatriz usa la imagen de la mujer que una vez hechas sus tareas, se sienta a descansar con la tranquilidad de que todo está terminado. Es un tiempo nuevo en la relación Dios-alma. Ya no hay deseo, pues ya se posee a Dios, es decir, el deseo permanece (pues Dios no violenta a nadie), pero está purificado y no se padece por tenerle pues ya se vive en Él. Esta unión se conoce como matrimonio espiritual, y consiste en que Cristo y el alma forman una unión indisoluble. Aunque seres diferentes, son uno en la acción y en el sentir, y esto por acción de Cristo, el cual desde el primer grado ha ido entrando en el alma, y esta se ha ido dejando penetrar por él. Finalmente consuman la unión, que los todos los místicos describen bellamente. Baste este texto de Santa Teresa para describirlo:

"...es [esta unión] como si cayendo agua del cielo en un río o fuente, adonde queda hecho todo agua, que no podrán ya dividir ni apartar cual es el agua del río, o lo que cayó del cielo; o como si un arroyico pequeño entra en la mar, no habrá remedio de apartarse; o como si en una pieza estuviesen dos ventanas por donde entrase gran luz; aunque entra dividida se hace todo una luz. Quizá es esto lo que dice San Pablo: El que se arrima y allega a Dios, hácese un espíritu con El, tocando este soberano matrimonio, que presupone haberse llegado Su Majestad al alma por unión. Y también dice: 'Mihi vivere Chistus est, mori lucrum'; así me parece puede decir aquí el alma, porque es adonde la mariposilla que hemos dicho [el alma], muere y con grandísimo gozo, porque su vida es ya Cristo." (7 Moradas 2, 4, 5).

Además, se entra en la visión beatífica, que en el caso de Beatriz, incluye muchas visiones de la Santísima Virgen, ángeles y santos, goce del cielo, anonadamiento en Dios, etc.

Como vemos, tanto Beatriz de Nazaret, como otros místicos y pienso en Santa Ángela de Foligno (4 de enero), o en la escuela carmelitana, describen este tránsito con semejantes palabras, que siempre son pocas para describir lo que está ocurriendo y que solo los agraciados alcanzan. AMDG.


Fuentes:
-“La mirada interior: Escritoras místicas y visionarias en la Edad Media”. VICTORIA CIRLOT y BLANCA GARÍ. Ediciones Siruela. Madrid, 2008.
-“Prophets in Their Own Country: Living Saints and the Making of Sainthood in later Middle Age”. AVIAD M. KLEINBERG. Chicago, 1992.
-"Vidas de los Santos". Tomo IX. Alban Butler. REV. S. BARING-GOULD. 1916.
-“Los siete modos de amor de Beatriz de Nazareth. Caleidoscopio estético-místico del deseo de Dios”. CECILIA INÉS AVENATTI DE PALUMBO. Revista Teología Tomo XLVII. Nº 104. Abril 2011.

A 29 de agosto además se celebra la Segunda Invención de la cabeza de San Juan Bautista.

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