Jueves, 28 de marzo de 2024

Religión en Libertad

Murió su madre, escuchó Radio María y tocó su corazón

Baronchelli, con 90 títulos de ciclismo, lo tiene claro: «La victoria más bella es la conversión»

Gibi Baronchelli en 1980... acumuló muchas victorias, pero lo que más valora es su paso de un cristianismo tibio a la conversión en Cristo
Gibi Baronchelli en 1980... acumuló muchas victorias, pero lo que más valora es su paso de un cristianismo tibio a la conversión en Cristo
«La victoria más bella para mí ha sido la conversión».

Si quien lo dice es un ex campeón de ciclismo, que de victorias entiende porque en su carrera como profesional ha obtenido noventa éxitos, entonces tendremos que creerle.

Gianbattista Baronchelli, «Tista» para los amigos, Gibì para sus hinchas, nacido en 1953, uno de los ciclistas italianos que ha dominado este deporte en los años 70 y 80, [su palmarés aquí] hoy vive en Arzago d’Adda, un pueblo de la provincia de Bérgamo, en el confín entre Cremona y Milán, donde dirige un pequeño negocio de bicicletas junto a su inseparable hermano Gaetano.

Aquí es donde se ha retirado al final de su carrera como profesional. Y aquí es donde me reúno con él, saboreando el antiguo negocio de bicis donde, más que al vendedor, encuentras al "maestro" del ciclismo.

En bicicleta ha recorrido centenares de miles de kilómetros, ha recorrido carreteras de todos el mundo, pero sólo desde hace pocos años ha encontrado el camino justo: «Y cuando se encuentra el camino justo ya no hay que perderlo; se consigue ver todo en la justa dimensión, ya no se da importancia a cosas que, en realidad, son secundarias». Como el éxito en el deporte que, sin embargo, ha guiado su vida.

Séptimo de nueve hijos de una familia de campesinos, padre y tíos apasionados del ciclismo, Tista empezó a correr en bici a los 15 años siguiendo a su hermano Gaetano, un año más mayor.

«Al principio era un juego; luego se convirtió en una profesión», dice Tista. Efectivamente, los dos hermanos demostraron enseguida tener un talento natural y cuando llegaban, hacían hablar de ellos a los aficionados.

En 1973, en el mundial de Barcelona, el que hizo triunfar entre los profesionales a Felice Gimondi, Gaetano llegó el séptimo entre los aficionados, el primero de los italianos.



El mismo año, Gianbattista ganó el Giro de Italia y el Tour de L’Avenir (la Vuelta de Francia de los aficionados), una verdadera empresa que, junto a las otras victorias conseguidas, lo lanzó entre los profesionales a los 21 años.

Los años del belga "caníbal"
Eran los años en los que el belga Eddy Merckx, “el caníbal”, era el dominador absoluto; de Baronchelli se esperaba una "respuesta" italiana.

«Cuando era niño era un hincha de Merckx; después, pocos años más tarde, me encontré compitiendo con él». Y en 1974, primer año como profesional en el equipo de la Scic, por un pelo Tista no se come "al canibal".

En el Giro de Italia, que disputó como gran protagonista para sorpresa de todos, en la última gran etapa de la Dolomitas, en las Tres Cumbres de Lavaredo, superó a Merckx y pareció que podía conquistar la camiseta rosa, pero Merckx resistió manteniendo una ventaja en la clasificación de apenas 12 segundos. Una nadería.

Al día siguiente, a pesar de intentarlo, Baronchelli no consiguió repetir la empresa y Merckx acabó el Giro con esa escasísima ventaja. En la misma estación, el belga ganó también el Tour y el Mundial, como demostración ulterior de la empresa realizada por Baronchelli en el Giro.

Entre profesionales no es como entre aficionados
Un inicio como profesional que hizo intuir empresas aún más grandes: «Pero cuando todos te esperan, las cosas se hacen más difíciles. El impacto con el mundo profesional fue duro; entre los aficionados me divertía mucho, pero entre los profesionales te encuentras solo».

Solo con su hermano Gaetano, que como profesional se dedicó por entero a hacer de gregario a su hermano más joven. Otro obstáculo fue una grave infección de hígado en 1975, añadida al gran resultado que no llega: «Cuando durante 4-5 años no consigues ganar, se te bloquea la mente. Hasta el 1978 mi objetivo eran las grandes vueltas, porque era un fondista, iba bien en todas partes y me recuperaba más rápido que los otros. Pero la gran victoria no llegaba, por lo que me transformé y, cambiando de objetivo, me centré en las carreras en línea».

Victorias: muchas, pero esperaba más...
Y llegaron las victorias: dos veces el Giro de Lombardia, la Henninger-Turm, seis veces seguidas el Giro del Apenino, el Giro de Toscana, del Lacio, de Emilia y muchas otras. Al final de su carrera serán noventa victorias pero de él - es inútil negarlo -, vistas las premisas, se esperaba más. Desgracias, el carácter esquivo, todo lo contrario de un arribista.

Tuvo también la desgracia de encontrarse delante a los monstruos sagrados del ciclismo, algunos de los más grandes campeones de todas las épocas: no sólo Merckx, sino también el francés Bernard Hinault, que le bloqueó el camino al mundial de 1980.

Circuito de Sallanches, en Francia: uno de los recorridos más duros desde siempre, 270 km. en subida que llegaba al 14% de declive, una competición tremenda. De los 107 corredores que hubo en la salida, a la meta llegaron apenas 15, un solo italiano: Baronchelli permaneció con Hinault hasta la última vuelta, momento en el que el francés adelantó al italiano que, a causa también de un salto de cadena, llegó segundo a la meta con un minuto de retraso; tercero, el español Martín, que llegó con casi 5 minutos.

Baronchelli hizo una carrera fantástica, pero de nuevo uno de los grandes le arranca la victoria. Esta será un poco la maldición que acompañará a Tista: «Aún hoy, cuando me invitan a las fiestas me presentan como el perdedor – me dice sonriendo con un poco de amargura -: no dicen nunca Baronchelli que ha ganado esto o aquello, sino Baronchelli que ha perdido el Giro, ha perdido el Mundial; no es precisamente lo máximo». Y, por todo lo que ha hecho, tampoco es justo.

¿Se arrepiente? «Si volviera atrás tomaría decisiones distintas, pero las cosas han ido así, tenían que ir así: hay que aceptar el veredicto».



Baronchelli en su tienda-taller de bicicletas

El gusto de volver con la familia
Y cuando dejó de correr volvió a su pueblo, no por decepción, sino por elección. «De la vida de corredor siempre me costó mucho el estar continuamente de viaje por el mundo; no me gusta, por la noche quiero volver a casa, estar con la familia. Permanecer en el mundo de las carreras hubiera significado viajar más que antes, por lo que dije basta». Decisión que tomó anticipadamente: a partir de 1982 empezó con Gaetano el negocio de bicicletas.

En 1989 empezó a trabajar en él también Tista que, mientras tanto, se había casado en 1987 y que en 1988 ya había tenido la primera hija (en total ha tenido tres hijos): «He visto nacer a todos mis hijos, estas son las cosas hermosas de la vida. Ganar carreras, sí, es bonito, pero la vida es más grande, hay más».

Cuando murió su madre
Hay más, pero entonces Tista no le había dado un nombre a ese "más", sólo recientemente ha entendido. «Sucedió cuando murió mi madre, hace tres años y medio. Ella tenía una gran fe, todas las mañanas iba a misa a pie. Y seguramente ha rezado mucho por la conversión de sus hijos, y sus oraciones han sido escuchadas».

¿Antes no eras católico? «Era un católico como muchos, marginal. Sabes, la educación de ir a misa la hemos recibido y es algo bonito, pero la conversión es otra cosa».

Primero fue Gaetano, parece que su tarea es abrirle el camino a Tista: «Mi hermano se había convertido hacía años por la enfermedad de su mujer. Muy a menudo se llega al camino justo a través de estas vías».

Más tarde también a Tista le llegó el periodo oscuro («Equivocarte de camino es muy fácil, seguir las vías fáciles es cómodo, pero te lleva a la muerte») y cuando su madre murió a los 90 años, algo estalló dentro de él: «Desde el momento de su muerte me sintonicé con Radio María y a partir de entonces creció poco a poco».

En encuentros carismáticos
En la radio Tista oyó hablar de Medjugorje; tal vez ya sabía de las apariciones, pero ahora la cosa era cada vez más interesante, lo interpelaba. «Mi madre murió en abril; ese verano, mientras estaba de vacaciones con mi familia en Cerdeña compré un librito sobre Medjugorje… se me abrió el corazón. Después, a partir de septiembre empecé a ir con mi hermano a los encuentros de Renovación Carismática: son encuentro muy bonitos, se ve de verdad que hay mucha gente que los necesita».

¿Has estado en Medjugorje? «He estado con el pensamiento y el espíritu. Antes o después ire personalmente: con mi mujer, cuando esté preparada. Pero no es un problema, el Señor está en todas partes, yo he llegado a Cristo a través de la Virgen».

Además, la Virgen está siempre cerca de él: «Tenemos suerte, tenemos el santuario de Caravaggio muy cerca, llego en tres minutos desde casa».

Dices "sí" y la vida se transforma
Con la conversión cambia todo: «Llega cuando debe llegar, el "sí" lo tienes que decir tú y lo hermoso es precisamente esto: tu libertad, eres tú el que dice "sí"». 

«Y la vida se transforma, lo más importante es darle las gracias al Señor por lo que tienes, es Él quien te lo ha dado. Y cuando las cosas no van bien es porque tiene que ir así, por fuerza. Hay que entenderlo, es un camino».

Que Tista desea a todos, empezando por su mujer e hijos: «Son católicos, sí, como yo era antes, pero es difícil de entender si no te llega la gracia».

Tista no quiere convencer: «Las palabras no significan nada, lo importante es el ejemplo». Y el ejemplo es claro: «Me gusta leer el Evangelio todos los días, es más fácil seguir el camino. Para mí lo más importante que ha sucedido en mi vida es la fe, todo el resto está en segundo plano. Cuando debes tomar decisiones, debes rezar y basta. Y el Señor te da lo que es justo que tú tengas».

Pues eso, rezar. Y esperar, como su madre rezó y esperó por Gaetano y Tista.

(Traducción de Helena Faccia Serrano, Alcalá de Henares)
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