Martes, 16 de abril de 2024

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Semana Santa. Examen de conciencia

Semana Santa. Examen de conciencia

por Un alma para el mundo

 

 

       Traigo al Blog, por su interés,  el EXAMEN DE CONCIENCIA para la Semana Santa que publica el P.Jorge de la Cueva SJ,  en el último número de  la revista de liturgia “Magníficat”.

El autor ha sido profesor de teología en la Escuela de Ingenieros, ICAI, de la Pontificia Universidad de Comillas (Madrid). Su tarea pastoral ha estado ligada siempre a las congregaciones mañanas y al ministerio de la predicación en retiros y ejercicios espirituales.

NR: Los misterios de la pasión que vivimos estos días santos son ocasión privilegiada para confrontar nuestras vidas con quien ha dado la suya por nosotros. El examen de conciencia es mucho más mirar y dejarnos mirar por Cristo que mirarnos a nosotros mismos. Es la mirada re­dentora de Cristo la que suscitará en nosotros el movi­miento de conversión y amor a él.


Institución de la Eucaristía: Perdón por los pecados con­tra la Eucaristía: rutina, indiferencia, desatención, falta de preparación, falta de vida eucarística. Oración en Getsemaní: Perdón por mis fallos en la ora­ción, desgana, distracciones, abandono en la sequedad. Sudor de sangre: Perdón por la huida ante el dolor y las dificultades, por no valorar el sufrimiento de Jesucristo, por no acompañarlo en su agonía. Los apóstoles dormidos: Perdón por la desidia, por la facilidad de apelar al cansancio como excusa, por la in­diferencia ante el sufrimiento ajeno. Prendimiento: Perdón por las faltas contra la justicia, contra la caridad, por el maltrato, ofensas, inconsidera­ción, groserías, desplantes.

Huida de los discípulos: Perdón por mis cobardías, res­petos humanos, por no dar testimonio, por no seguir a Cristo hasta el fin.

Juicio del Sanedrín: Perdón por la inclinación a juz­gar y condenar, las faltas de misericordia, detracciones, calumnias.

Negaciones de Pedro: Perdón por negar que soy cris­tiano con palabras, obras, actitudes, silencios culpables. Noche triste: Perdón por mi falta de compañía y ayuda al triste, al necesitado, al solo, al que sufre. Juicio de Pilato: Perdón por las condescendencias ante las presiones injustas, ante las comentes de la mayoría, ante los criterios del mundo.

Juicio de la multitud: Perdón por las iras, arrebatos, odios, ataques a las personas.

Jesús pospuesto a Barrabás: Perdón por rebelarme a ser pospuesto, minusvalorado, por el rechazo sistemático de la humillación, por la vanidad, por la soberbia. Juicio de Herodes: Perdón por no callar cuando debo, por no soportar las injurias

 

 

Juicio de la multitud: Perdón por las iras, arrebatos, odios, ataques a las personas.

Jesús pospuesto a Barrabás: Perdón por rebelarme a ser pospuesto, minusvalorado, por el rechazo sistemático de la humillación, por la vanidad, por la soberbia.
Juicio de Herodes: Perdón por no callar cuando debo, por no soportar las injurias o el ridículo; por los despre­cios y humillaciones que causo a otros

 

Flagelación: Perdón por mis inconsideraciones al Cuerpo eucarístico de Cristo y mis irreverencias ante el sagrario. Corona de espinas: Perdón por los pecados de pen­samiento, de deseo, de malas intenciones, por el afán desmedido de coronas de éxito ante un Cristo corona­do de espinas.

El rey de burlas: Perdón por las burlas y bromas hirien­tes, por las críticas y comentarios punzantes.

Ecce homo: Perdón por no considerar ante un Cristo des­hecho en el cuerpo y en la fama la gravedad del pecado.

Lavatorio de manos: Perdón por los pecados de hipo­cresía, por los disimulos culpables. Sentencia de cruz: Perdón por no reaccionar ante las injusticias personales o sociales, y hacerlo en seguida cuando van contra nosotros.

Cruz a cuestas: Perdón por la huida sistemática de cual­quier cruz, olvidado de su sentido redentor y santificador. El cirineo: Perdón por no compartir el peso que sopor­tan mis hermanos, sin ver en ello el privilegio de partici­par en la cruz de Cristo.

Caídas: Perdón por las continuas caídas de las que no me levanto de inmediato o lo hago sin afán de enmien­da, por los propósitos quebrantados, por la facilidad de desistir y abandonar el buen empeño, por olvidar la lla­mada continua de Dios a caminar hacia la santidad. Mujeres de Jerusalén: Perdón por no ser solidarios y compasivos con los males del mundo. Expolio: Perdón por los pecados de impureza en pen­samientos, miradas, curiosidad, en palabras y obras; por las faltas de pudor, por las concesiones a modas y cos­tumbres inmorales, por admitir fácilmente la permisivi­dad del mundo.

Crucifixión: Perdón por las infidelidades a las obligacio­nes de todo género, por las negligencias en el cumpli­miento del deber.

Levantado en cruz: Perdón por las faltas de dolor, arrepentimiento de los pecados y firme propósito de enmienda.

Reparto de las vestiduras: Perdón por la codicia, por la falta de respeto a lo ajeno.

«Padre, perdónalos...»: Perdón por los rencores y mi resistencia a perdonar las ofensas.

Perdón al ladrón: Perdón por la dureza en reconocerme culpable, por no acudir a recibir el perdón, por las negli­gencias en el sacramento de la penitencia. «Dios mío, ¿por qué me has abandonado?»: Perdón por mi deserción y abandono en la desolación y en la oscuridad de las tribulaciones.

María al pie de la cruz: Perdón por las faltas a la fideli­dad y testimonio cristiano, por no tomar en serio el com­promiso de la fe.

«He ahí a tu Madre»: Perdón por la falta de una intensa devoción mariana y su irradiación a los demás. «Tengo sed»: Perdón por el olvido de las obras de mi­sericordia, por las inmortificaciones, especialmente en comida y bebida

 

«He ahí a tu Madre»: Perdón por la falta de una intensa devoción mariana y su irradiación a los demás. «Tengo sed»: Perdón por el olvido de las obras de mi­sericordia, por las inmortificaciones, especialmente en comida y bebida.

Hiél y vinagre: Perdón por amargar a otros con mis pa­labras y obras, por las frases hirientes. «Todo lo he cumplido»: Perdón por no buscar con empe­ño la voluntad de Dios, por el olvido de nuestra vocación y de la misión que el Señor nos asigna en este mundo. Muerte: Perdón por no morir al amor propio, por no hacer muerte en mí a través del vencimiento y olvido de mí mismo.

Lanzada: Perdón por esos pecados que hieren más el Corazón de Cristo y de su Iglesia. Sangre y agua: Perdón por la poca estima de la vida sa­cramental, por no valorar mi condición de bautizado y ser fiel a sus consecuencias.

«Pietá»: Perdón por no unirme a María en su dolor, ni ser su consuelo con una entrega total. Sepultura: Ante un Cristo aniquilado y vencido, aparece en terrible contraste nuestra soberbia, altanería, autosu­ficiencia y orgullo.

 

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