Sábado, 20 de abril de 2024

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Las Cenizas de nuestros Difuntos

por Creo, Señor, aumenta mi fe

La Congregación de la Fe publicó, no hace mucho tiempo, una Instrucción sobre la sepultura de los difuntos. La prensa, como era natural, se fijó en lo más llamativo: dónde colocar las cenizas de nuestros difuntos.
   El documento de la Sagrada Congregación de la Fe orienta la vivencia cristiana en un punto importante de la fe. No es indiferente para un creyente el significado de la muerte. Cuando ella se hace insignificante, la persona queda sin valor. Asistimos a una situación contradictoria: Por una parte, se instrumenta el cuerpo como si fuera la única realidad de la persona. Se le ensalza hasta las nubes en la moda, el deporte, etc. Por otra, se le hunde hasta la degradación en la prostitución, la droga. etc. Sus cenizas son esparcidas, al final, en tierra mar y aire. Valen poco.
   Los cristianos, por el contrario, sabemos que el cuerpo está llamado a la resurrección y que es Templo del Espíritu Santo. No podemos profanarlo con la impureza  u otras formas de esclavitud que la moderna técnica nos ofrece. Nuestro cuerpo merece respeto también cuando muere. “La resurrección de Jesús es la verdad culminante de la fe cristiana, predicada como parte esencial del Misterio pascual desde los orígenes del cristianismo: <>.
   Por su muerte y resurrección, Cristo nos libera del pecado y nos da acceso a una nueva vida: <>. Además el Cristo resucitado es principio y fuente de nuestra resurrección futura: <>.
   La muerte cristiana adquiere una nueva dimensión gracias a la Resurrección de Cristo: “Gracias a Cristo, la muerte cristiana tiene un sentido positivo. La visión cristiana de la muerte se expresa de modo privilegiado en la liturgia de la Iglesia: . Por la muerte, el alma se separa del cuerpo, pero  en la resurrección Dios devolverá la vida incorruptible a nuestro cuerpo transformado, reuniéndolo con nuestra alma. También en nuestros días, la Iglesia está llamada a anunciar la fe en la resurrección:”.
   La iglesia recomienda la sepultura de los muertos en los cementerios u otros lugares sagrados. Así la Iglesia nos acompaña en nuestra historia terrena, en la muerte y hasta la resurrección de la carne. “Enterrando los cuerpos de los fieles difuntos, la Iglesia confirma su fe en la resurrección de la carne, y pone de relieve la alta dignidad del cuerpo humano como parte integrante de la persona con la cual el cuerpo comparte la historia. No puede permitir, por lo tanto, actitudes y rituales que implique conceptos erróneos de la muerte, considerada como anulación definitiva de la persona, o como momento de fusión de con la Madre naturaleza o con el universo, como una etapa en el proceso de re-encarnación, o como la liberación definitiva de la del cuerpo… La sepultura de los cuerpos de los fieles difuntos en los cementerios u otros lugares sagrados favorece el recuerdo y y la oración por los difuntos por parte de los familiares y de toda la comunidad cristiana, y la veneración de los mártires y santos”.
   La cremación no está prohibida si su cremación no contradice la vida cristiana. Por lo tanto, si por razones legítimas, se opta por la cremación, las cenizas del difunto deben permanecer en un lugar sagrado o en un área especialmente dedicada con autorización eclesiástica.
   “Por las razones mencionadas anteriormente, no está permitida la conservación de las cenizas en el hogar… Salvo casos excepcionales. “Las cenizas no pueden ser divididas entre los diferentes núcleos familiares y se les debe asegurar respeto y condiciones adecuadas de conservación.
   Para evitar cualquier malentendido panteísta o nihilista, no sea permitida la dispersión de las cenizas en el aire, en la tierra, en el agua o en cualquier otra forma, o la conservación de las cenizas en recuerdos conmemorativos, en piezas de joyería o en otros artículos, teniendo en cuenta que para estas formas de proceder no se pueden invocar razones higiénicas, sociales o económicas que pueden motivar la opción de la cremación.
   En caso de que el difunto hubiera dispuesto la cremación y dispersión de sus cenizas en la naturaleza por razones contrarias a la fe cristiana, se e han de negar las exequias, de acuerdo con la norma del derecho”.
 
  
 
 
 
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