Miércoles, 24 de abril de 2024

Religión en Libertad

ASI SE ESCRIBE LA HISTORIA

Manuel Godoy. Otra víctima de la "memoria histórica"

Sólo en nuestros días sus verdaderos perfiles están comenzando a mostrarse con nitidez de mano de la investigación moderna, que por fin ha comenzado a aproximarse a su figura desde el rigor, y no desde los prejuicios, aplicando la memoria histórica buena; esto es, la que se fija en los hitos y personajes más relevantes de nuestra historia para ensalzarlos y ponerlos en valor

Manuel Godoy, Príncipe de la Paz, nacido en Badajoz el 12 de Mayo de 1767, es el político de ascenso más fulgurante y sorprendente de todos los tiempos en nuestra Patria; el español de sangre no real que más poder, títulos y honores acumuló de toda la historia de España; el que debió actuar en las condiciones más difíciles; el de actuación más criticada; y pese a todo, el más desconocido, controvertido y manipulado. Lápida en la Casa natal de Godoy. Badajoz Sólo en nuestros días sus verdaderos perfiles están comenzando a mostrarse con nitidez de mano de la investigación moderna, que por fin ha comenzado a aproximarse a su figura desde el rigor, y no desde los prejuicios, aplicando la memoria histórica buena; esto es, la que se fija en los hitos y personajes más relevantes de nuestra historia para ensalzarlos y ponerlos en valor, y no la memoria histórica mala, hoy predominante entre los historiadores sectarios, que es la que trata de reescribir y manipular el pasado de España para borrar de ella sus páginas y nombres más excelsos. Esa memoria histórica mala, cuya última manipulación, por boca de la señora que ahora detenta, en el exacto significado del término, el cargo de ministra de Defensa, es calificar a aquellos gigantes extremeños que protagonizaron la magna empresa americana, no como conquistadores, o colonizadores, o evangelizadores, sino como "expedicionarios".
Ascenso fulgurante y sorprendente
 
En menos de cuatro años Godoy pasó de simple soldado raso como Guardia de Corps a Primer Secretario de Estado, tras haber recibido en ese corto tiempo los más altos cargos y distinciones, muchas creadas expresamente para él, en acumulación insólita que no cesa hasta el momento mismo de su caída. Repertorio de honores sin parangón, que incluye emparentar con la familia real merced a su matrimonio con María Teresa de Vallabriga, prima de Carlos IV; posesiones y bienes incalculables; el derecho a llevar por delante en sus comparecencias oficiales un heraldo portando la imagen del dios Jano como símbolo de su sabiduría y prudencia como gobernante; gozar de la misma guardia armada que el propio rey; o que su servicio utilizara idéntica librea que la casa real. Inusual currículo que le granjeó la enemistad de todas las fuerzas fácticas y sectores sociales, del que caben resaltar dos títulos particularmente llamativos.
 
Príncipe de la Paz
 
Uno, el de Príncipe de la Paz, otorgado en Septiembre de 1795 en mérito al Tratado de Basilea que puso fin a la Guerra del Rosellón. Titulo que por estar reservado en exclusiva hasta entonces para personajes de estirpe real, fue duramente criticado por su desmesura, especialmente por parte de la nobleza de tradición.
Aunque hay que señalar que la distinción tiene precedente en otro valido, toda vez que en 1659 Felipe IV la otorgó --en este caso sí por vez primera-- también como Príncipe de la Paz, a Don Luis de Haro, por la de los Pirineos. Y un tercer ejemplo, pues también fue concedido en 1872 al general Espartero por Amadeo de Saboya, en gesto refrendado después por Alfonso XII, esta vez como Príncipe de Vergara, asimismo con Grandeza de España y tratamiento de Alteza Real, en consideración a la trayectoria como militar y político, de este también controvertido, y a esas alturas ya anciano personaje. Al que, superando en la desmesura el tratamiento a Godoy, pretendieron, finalmente, coronar también como rey. Lo que no se hizo porque él mismo se negó al despropósito.


Busto idealizado de Godoy (por Juan Adán, 1794)


Junto con todos los demás y el resto de sus posesiones, bienes, rangos y honores, el título de Príncipe de la Paz fue arrebatado a Godoy tras su derrocamiento por el golpe de Estado que fue el Motín de Aranjuez, articulado en Marzo de 1808 por sus enemigos de la nobleza, que no por el pueblo, siendo el único que no se le restituyó cuando fue resarcido, aun cuando fuera solo nominalmente, de lo expoliado, poco antes de su muerte en 1851. En rango inferior también existió en la historia de España un Marqués de la Paz en la persona de Juan Bautista de Orendiain y Azpilicueta, ministro de Felipe V, que recibió el titulo en 1725 por los logros alcanzados para España en los tratados de Viena y Hannover.

Generalísimo de los Ejércitos de Tierra y Mar

 
El otro título particularmente reseñable alcanzado por Manuel Godoy fue el de Generalísimo de los Ejércitos de Tierra y Mar, rango, éste sí, sin precedentes, creado ex profeso para él (para el que se creó igualmente como distintivo un fajín azul en lugar del rojo que señalaba a los generales ordinarios, confeccionado personalmente por la reina María Luisa de Parma) que se le otorgó en 1801 para hacerlo comandante en jefe de la invasión a Portugal, al que quedaban subordinados todos los demás militares y civiles. Nombramiento, preciso es recordarlo, otorgado a Godoy después de que ningún otro general quisiera aceptar la responsabilidad de una empresa que a priori ofrecía toda clase de dificultades, y que Godoy culminó brillantemente, sin el menor problema. Rango de Generalísimo que en 1807 aún se reforzó con el de Gran Almirante de España e Indias con tratamiento de Alteza Real, lo que lo elevaba en píe de igualdad a los miembros de la casa real.

Como el de Príncipe, el rango de generalísimo otorgado a personas de estirpe no regia solamente lo han compartido posteriormente con Godoy dos españoles más. Tras él, Carlos María Isidro de Borbón, el hermano del rey felón, Fernando VII, conferido en 1833 como jefe de su ejército en la primera guerra carlista. Y después, Francisco Franco, al que lo confirieron en 1936 sus compañeros de generalato de las fuerzas nacionales, para unificar el mando en la cruzada de liberación de España frente a las fuerzas marxistas. Empeño cuyo logro fue la completa aniquilación de éstas en 1939 y el subsiguiente periodo de 40 años de paz, unidad, y desarrollo esplendoroso para España.

Aspectos positivos

Junto con el de su juventud, escasa formación, ambición sin límites, desmesura en los amoríos (por más que el supuesto con la reina María Luisa de Parma ha sido absolutamente desmentido por la historiografía moderna) y otras debilidades que en él concurrieron, también hay que considerar, sin embargo, para tener una visión completa del personaje, sus aspectos positivos, que también los poseyó, y no en corto grado.


Manuel Godoy, fundador del Instituto Pestalozzi (por Agustín Esteve Marqués, h.1806)

Pues, en realidad bien diferente del patán ignorante, indolente y lascivo, forjada por sus enemigos, poseía una estimable formación de inspiración ilustrada, sólidos conocimientos históricos, amplia cultura en materia de arte, literatura y bibliografía, aguda visión de estadista, sagaz astucia como diplomático, sorprendente capacidad de trabajo, y sobre todo, una profunda preocupación por los problemas de una España que demostró conocer muy bien, y cuya situación se propuso modernizar mediante actuaciones, en no pocos casos revolucionarias, muchas de las cuales aún sorprenden por su novedad y audacia. Como sus planes para realizar la vacunación general de todos los territorios de España y sus posesiones de Ultramar, o anexionar a la corona de España todos los dominios de Magreb, mediante la hábil maniobra tramada junto con aquel otro personaje extraordinario que fue Domingo Badía (Alí Bey)

Una estatua en su ciudad natal

Siendo tanto lo que España debe a Godoy en el terreno de la cultura, la educación, la enseñanza, la ciencia, la investigación, el arte, la economía, la agricultura, la libertad de prensa e imprenta, la atención social a los más desfavorecidos, y tantas otras acciones como creador y protector de academias y centros de enseñanza y asistenciales, impulso de planes de modernización en las más variadas disciplinas, tutela de artistas, escritores, intelectuales y otros creadores, en un horizonte de renovación en que nada quedó al margen de su interés, hay algo que por sí solo es más que suficiente para que su nombre sea recordado como el de una de las figuras más señeras de nuestra historia. Que fue quién, mediante la Paz de Badajoz suscrita tras la Guerra de las Naranjas, el 6 de Junio de 1801, reintegró Olivenza a España, y con ello la entidad territorial a nuestra Patria, perdida desde que el Tratado de Alcañices impuesto en 1297 por Don Dionís a María de Molina, arrebatara está villa, junto con otros territorios, a la corona de Castilla.


Tumba de Godoy en París

Con los actos de reivindicación celebrados en Badajoz en aplicación de la memoria histórica buena; esto es, la que une y no la que separa; la que trata de exaltar a España, y no de destruirla; la que da a los españoles motivos para sentirse orgullos de su Patria, en lugar de dárselos para que la odien, a lo largo del pasado año 2008, conmemorativos de la Guerra de la Independencia, entre los que destacó de modo especial la dedicación a su memoria de un magnífico monumento instalado en el lugar más céntrico de la ciudad, su tierra natal, en nombre de España toda, propició el regreso a la historia por la puerta grande de Manuel Godoy; el personaje que sin duda ha sido uno de los españoles, y desde luego el badajocense, más relevante de nuestra Patria.

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