Jueves, 28 de marzo de 2024

Religión en Libertad

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De la fecha en que celebramos la Navidad

por Luis Antequera


           
Nos disponemos a celebrar los cristianos una de nuestras grandes fiestas, la de la Navidad, cosa que haremos este año como tantas veces ya desde hace dos mil, el 25 de diciembre. Un buen momento, qué duda cabe, para preguntarnos sobre el conocimiento que sobre todo lo relativo a la historia de la Navidad tenemos. Pues bien, con el permiso de Vds., y espero que con su complacencia también, me dispongo a abrir con éste y hasta el día 28, un ciclo de artículos sobre lo que al día de hoy se tiene por más fundamentado en lo relativo a los eventos que nos preparamos a conmemorar.

 

            Desde este punto de vista, me parece adecuado comenzar por la fecha en la que conmemoramos el nacimiento de Jesús y el por qué de la misma.

 

            Lo primero que se ha de decir al respecto es que la de celebrar la Navidad el 25 de diciembre es una hermosa tradición cristiana muy consolidada que, sin embargo, no halla razón en los Evangelios, pues ninguno de ellos informa sobre el día del año en que nació Jesús. El que más pistas da es Lucas, el único que junto con Mateo se refiere al nacimiento e infancia de Jesús, pues ni Marcos ni Juan lo hacen nunca. Y si hemos de leer a Lucas, la conclusión que de su lectura extraemos es la de que Jesús nació en cualquier época del año menos en aquélla en la que lo celebramos. Algo que a nadie tiene porqué llamar a escándalo, pues en la elección de la fecha de la Navidad no existió jamás la intención de engañar a los fieles, y sí la leal y sincera de elegir una fecha sobre la que se pudiera, ante la desinformación procedente de los Evangelios, obtener algún tipo de consenso.

 

            Pues bien, nos dice Lucas que una vez que a María se le cumplieron los días del alumbramiento, “envolvió [al niño] en pañales y le acostó en un pesebre” (Lc. 2, 7), algo que habría resultado letal para el bebé si el evento se hubiera producido en las fechas del duro invierno en que los cristianos celebramos su nacimiento. Para hacernos una idea de la cuestión, esta misma noche, en la zona de Jerusalén, se espera que hagan unos 3 grados de temperatura mínima. A mayor abundamiento, continúa informándonos Lucas de que “había en la misma comarca unos pastores que dormían al raso”(Lc. 2, 8), algo igualmente disparatado si de las fechas invernales se hubiera tratado.

 

            La razón por la que el nacimiento de Jesús se celebra el 25 de diciembre, fecha del solsticio (o al menos muy cercana) de invierno, tiene, con toda probabilidad, mucho que ver con esa costumbre tan de los primeros tiempos del cristianismo llamada del sincretismo, por la que los misioneros cristianos tendían a adoptar las festividades y santuarios paganos para “montar” sobre ellos los cristianos. Pues bien, el 25 de diciembre se celebraba en Roma la fiesta del Sol invictus, o nacimiento del sol, y no por casualidad, sino que por ser el solsticio de invierno y por lo tanto el día en el que el sol era más “pequeño”, se pensaba que era el día en el que el sol nacía.

 

            La fiesta del Sol invictus era una fiesta celebrada en los tiempos anteriores -en realidad desde el reinado de Aureliano- y contemporáneos de Constantino, el emperador que inició el proceso de cristianización del Imperio, razón por la que los cristianos debieron de pensar que era la idónea para celebrar el nacimiento de su niño Dios como los paganos celebraban el nacimiento del dios Sol, quedando pues fijada como la de la Navidad.

 

            Establecida la fecha en la que no nació Jesús, y si tienen Vds. aún a bien seguir frecuentando este espacio, les contaré cuando puede ser que naciera Jesús. Pero eso ya nos quedará para mañana. Porque hoy, mis queridos lectores, no quiero dedicar estos renglones finales sino a desearles de todo corazón una muy feliz Nochebuena. Porque esta noche es Nochebuena y en España siempre se felicitó la Nochebuena. Pero más que nunca, quiero hacerlo en tiempos como los que corren, en los que felicitar la Nochebuena se ha convertido en un grito de hombres libres, libres para celebrar las fiestas que nos plazcan, libres para celebrarlas como nos plegue. Y libres también para recordar a los que nos gobiernan que, se pongan como se pongan, además de libres somos cristianos, que es tanto como decir, aunque muchos de ellos quieran hacérnoslo olvidar, que porque somos cristianos somos libres.

 

            ¡¡¡Feliz Nochebuena pues!!!



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