Martes, 19 de marzo de 2024

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Jn. 6, 1-3, el versículo que explica como encajan los cuatro evangelios

por En cuerpo y alma

 
 
            Que los evangelios sinópticos y el de Juan tienen un enfoque muy diferente que llega a dar a unos y a otro apariencia de ser diferentes, incoherentes y hasta contradictorios es un hecho del que no cabe escapar. Para justificar tantas diferencias acostumbra a decirse que el relato que del ministerio de Jesús hacen Mateo, Marcos y Lucas se desarrolla a lo largo de un período de un año, en tanto que el que hace Juan se desarrolla a lo largo de un período algo superior a los dos años. Ahora bien, ¿es esto efectivamente así? Vamos a intentar dar una respuesta cabal a la cuestión.
 
            Los tres sinópticos identifican el inicio del ministerio de Jesús con la detención del Bautista. Mateo lo hace con estas palabras:
 
            “Cuando oyó que Juan había sido entregado, se retiró a Galilea” (Mt. 4, 12)
 
            Marcos de manera casi idéntica:
 
            Después que Juan fue entregado, marchó Jesús a Galilea” (Mc. 1, 14)
 
            Lucas con éstas, algo diferentes:
 
            “Pero Herodes, el tetrarca, reprendido por él [por el Bautista] por el asunto de Herodías, la mujer de su hermano, y por todas las malas acciones que había hecho, añadió a todas ellas la de encerrar a Juan en la cárcel” (Lc. 3, 19).
 
            Para empezar, interesa realizar una premisa previa: mientras que Marcos incluye la alusión en su capítulo 1, Lucas lo hace en el 3 y Mateo en el 4, lo cual no es así porque los tres la emplacen en un momento diferente del ministerio de Jesús, no, sino porque tanto Mateo como Lucas abren su Evangelio con una relato sobre la infancia de Jesús que Marcos no realiza.
 
            Convenientemente explicado este pequeño detalle, vamos de lleno con el Evangelio de Juan, en el que contrariamente a lo que hacen los sinópticos, encontramos dos referencias bien diferentes relacionadas con la actividad del Bautista. En la primera, el evangelista nos dice:
 
            “Pues todavía Juan no había sido metido en la cárcel” (Jn. 3, 24).
 
            Lo que quiere decir que va a relatar hechos anteriores a los que relatan los sinópticos.
 
            En la segunda, justo en el ecuador de su Evangelio, un Juan muy atento a los detalles que contribuyen a situar el relato en sus adecuadas coordenadas geográfico-temporales, nos dice.
 
            “Al lugar donde Juan había estado antes bautizando” (Jn. 10, 40).
 
            Afirmación de la que no cabe inferir sino que para ese momento, el Bautista ya ha sido detenido, razón por la que ha dejado de bautizar.
 
            Es decir, que Juan coloca a mitad de su evangelio lo que los sinópticos emplazan al principio del mismo, lo que, efectivamente, demuestra que su relato empieza antes, abarcando un período de tiempo (algo más de dos años) más largo que el de los sinópticos (un año).
 
            Quiere ello decir que en algún momento entre Jn. 3, 24 y Jn 10, 40 se produce la detención de Juan el Bautista. La mala noticia es que, por desgracia, Juan no nos dice cuál es ese momento. La buena es que aun así, con la única condición de que el versículo en cuestión se emplace entre Jn. 3, 24 y Jn. 10, 40, podemos encontrar el momento exacto en el que una vez producido el prendimiento de Juan Bautista que nos relatan los sinópticos y al que se refiere Juan de manera indirecta, empezamos a ver discurrir juntos a los cuatro evangelios, -el de Juan y el de los tres sinópticos-, por la vía de un relato temporalmente coherente.
 
            Pues bien, ese momento emplazado entre Jn. 3, 24 y Jn. 10, 40 que parece cumplir con todos los requisitos para incorporar el relato joanesco al relato sinóptico, o si lo prefieren Vds., el relato sinóptico al relato joanesco, no es otro que Jn. 6, 1-3, donde el cuarto de los evangelistas nos dice:
 
            “Después de esto, se fue Jesús a la otra ribera del mar de Galilea (Jn. 6, 1).
 
            El cual viene a corresponderse perfectamente con las menciones que hacen Marcos -“Marchó Jesús a Galilea” (Mc. 1, 14)-, Lucas -“Bajó a Cafarnaúm, ciudad de Galilea” (4, 31)- y finalmente, Mateo “vino a residir a Cafarnaúm, junto al mar” (Mt. 4,12).
 
            De hecho, la alusión que en Juan sigue a la anterior -“subió Jesús al monte y se sentó allí en compañía de sus discípulos” (Jn. 6, 2)- incluso cuadra perfectamente con la que sirve a Mateo para continuar su relato:
 
            “Viendo la muchedumbre, subió al monte, se sentó, y sus discípulos se le acercaron” (Mt. 5, 1).
 
            Un versículo crucial, -nunca mejor dicho, pues crucial no significa otra cosa que cruce- que, amén de marcar el punto a partir del cual el relato joanesco y el relato sinóptico empiezan a ir de la mano, va a situar éste último en su adecuada coordenada temporal, pues para el total esclarecimiento de la cuestión, Juan hasta nos dice en qué momento del año ocurre el evento:
 
            “Estaba próxima la Pascua, la fiesta de los judíos” (Jn. 6, 3).
 
            Esta pascua, única por cierto de las tres que relata en la que Jesús no baja a Jerusalén, es la segunda que menciona Juan en su Evangelio, después de haber citado la primera antes, en Jn 2, 13 (“Se acercaba la Pascua de los judíos y Jesús subió a Jerusalén”), y la tercera después, en Jn. 12, 1 (“Seis días antes de la Pascua, Jesús se fue a Betania” para desde allí entrar en Jerusalén).
 
            Lo que va servir no sólo para que Juan sitúe temporalmente el momento del que él mismo está hablando, sino para de manera tan indirecta, por asociación entre su relato y el de sus colegas evangelistas, colocar también el momento en el que éstos empiezan el suyo. En otras palabras, que gracias a Juan sabemos que lo que Mateo relata en Mt. 4,12, Marcos en Mc. 1, 14, y Lucas en Lc. 4, 31, ocurre en momento “próximo a la fiesta de la Pascua”, lo que a su vez, permite asegurar, como hacíamos al principio, que el relato de los evangelistas sinópticos transcurre a lo largo de un año, pues, como es sobradamente conocido, termina en otra pascua, que es justamente la siguiente. Y todo ello gracias a Juan… increíble ¿no?
 
            Y bien amigos, con esta cuestión de exégesis avanzada, de verdadera investigación policial, les dejo por hoy, no sin desearles una vez más y como siempre, que hagan Vds. mucho bien y que no reciban menos. ¿Nos seguimos viendo?
 
 
            ©L.A.
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