Jueves, 25 de abril de 2024

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Orar con el corazón

Orar con el corazón

por Un alma para el mundo

Estamos en tiempo de verano, ya casi vislumbrando el final. Para muchos ha supuesto un descanso, un tiempo de relax en contacto con la naturaleza. Para otros un ajetreo en “olor de multitudes”. Para bastantes amas de casa un trabajo añadido. Seguramente para no pocos una total disipación. Para otros, sin duda,  un encentro con Dios: camino de Santiago, unos días de retiro, el silencio del campo o del monte, unos días en una convivencia o en un monasterio lejos del ruido de la vida moderna... Se de muchos que antes de incorporarse a la tarea ordinaria buscan momentos de paz cerca de Dios.

Sea como fuere hay una verdad incontestable: el verano también es tiempo de oración, pero oración genuina, evangélica, de corazón. Traigo aquí unas reflexiones sobre del P. ÁNGEL PEÑA O.A.R. (LIMA – PERÚ) sobre la oración del corazón. Creo que nos viene bien recordar lo que una vez aprendimos, o aprender lo que no sabemos. Tomate el tiempo necesario para leer este post y trata de vivirlo. Te hará bien.


 

 

 

La oración es un tema demasiado amplio. Nosotros solamente queremos hablar de una manera sencilla de orar, de la oración del corazón, que consiste en la repetición amorosa de alguna frase que, de tanto repetirla, nos llega al alma para hacerla carne de nuestra carne y sangre de nuestra sangre.

 

Evidentemente, no tocaremos nada de lo que se refiere a métodos de oración ni a grados de oración ni mucho menos a la oración contemplativa en sus últimos estadios, de los que nos hablan tanto los místicos.

 

Queremos dar unas simples pinceladas para que los principiantes puedan hacer una oración sencilla y eficaz. Sin embargo, debo aclarar que esta oración de repetición amorosa, que propondremos, también sirve a quienes están en los últimos grados de la oración contemplativa, por la sencilla razón de que la oración es amor y cuanto más amor haya en la repetición amorosa, más nos unirá a Dios.

 

Quiero agradecer en este momento a tantas religiosas de vida contemplativa que, con su oración y su ayuda espiritual, me han ayudado en mi vida espiritual y han sido un ejemplo para mí. A ellas les dedico estas páginas, deseando que Dios las bendiga a través de la lectura de este libro.

NECESIDAD DE LA ORACIÓN

 

La oración es el alimento del alma y la energía del espíritu. Sin la oración no podemos vivir espiritualmente e iremos muriendo poco a poco en el alma. Dice el Catecismo de la Iglesia católica: Orar es una necesidad vital… Quien ora se salva y quien no ora se condena ciertamente, como decía san Alfonso María de Ligorio (Cat 2744). Por eso, dice el mismo Catecismo que es necesario acordarse de Dios más a menudo que de respirar (Cat 2697). Chiara Lubich, la fundadora del Movimiento de los Focolares, decía: La oración es la respiración del alma, el oxígeno de toda la vida sobrenatural. La expresión de nuestro amor a Dios, el carburante de toda nuestra actividad1

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Gandhi escribió en su Diario: La oración es más necesaria al alma que el alimento para el cuerpo, porque el cuerpo puede ayunar, pero el alma no. Orar es como abrir una botella de perfume para que su fragancia se extienda durante todo el día. Todo el día debe quedar perfumado por la oración de la mañana. Por eso, es imprescindible la oración diaria. Sus efectos no sólo son beneficiosos para el alma, sino también para el cuerpo.

 

El gran convertido Alexis Carrel, premio Nóbel de Medicina, decía: El influjo que la oración ejerce sobre el espíritu y el cuerpo del hombre puede demostrarse con tanta facilidad coma la secreción de sus glándulas, sus efectos se miden por un aumento de energía física, de vigor intelectual, de fuerza moral y por una comprensión más profunda de las realidades fundamentales.

 

El que se habitúa a orar con sinceridad, siente pronto cómo su vida queda profunda y claramente transformada. La oración marca con su sello indeleble las acciones y los modales del hombre... La oración es una fuerza tan real como pueda serlo la gravitación universal. En el ejercicio de mi profesión he visto a muchos hombres hacerse superiores a la enfermedad y a la depresión que la acompaña, cuando habían ya fracasado todos los recursos de la terapéutica, gracias al esfuerzo sereno de la oración...

 

La oración es un acto propio del hombre maduro que es indispensable para el completo desarrollo de la personalidad2.

 

Ahora bien, algunos van a orar y no oran porque no ponen de su parte y se dejan simplemente llevar de su imaginación o del sueño. Y es como ir a comer y no comer o que no nos aproveche la comida. La oración requiere atención de nuestra parte. Quizás podemos ayudarnos de algunas cosas para centrar la atención. Se pueden escribir todos los afectos y sentimientos, que tenemos hacia el Señor como si estuviéramos hablando con Él. Quizás nos puede ayudar leer un libro para que nos suscite algún pensamiento, del que nos sirvamos para hablar con Jesús. Pero orar es distinto de lectura espiritual. Si sólo se hacen reflexiones espirituales sobre lo leído, todo puede quedar en una fría gimnasia mental. Lo importante es que la lectura sirva de pie para amar al Señor. Por tanto, hay que dejar la lectura, cuando tengamos algo que conversar o que decir a raíz de lo leído. Porque una oración sin comunicación amorosa con Dios no es buena oración. La oración es amor y, cuanto más amor, mejor será la oración. Para ello hay que dedicar algún tiempo, exclusivamente para orar. No basta decir, como una vez escuché a cierto sacerdote: Todo el día estoy en oración, porque todo el día estoy hablando de Dios. Sí, hablaba mucho de Dios, pero no hablaba con Dios. Y hay muchos que pueden hacer muchas buenas actividades y caer en la herejía de la acción: hacer muchas cosas buenas, pero no orar. Y hay que dedicar tiempo para estar a solas con Dios.

 

El 6 de agosto de 1981, el padre Arrupe, general de la Compañía de Jesús, les decía a los jesuitas de Bangkog en Tailandia: Orad mucho. Los problemas no se resuelven con esfuerzo humano. Tenemos muchas reuniones y encuentros, pero no oramos bastante. Hay que orar más3. Jesús nos dice: Pedid y recibiréis (Mt 7, 7)

 

Muchas cosas no recibimos, porque no las pedimos. O como decía aquella madre, cuyo hijo se salvó milagrosamente, después de haber estado 20 minutos bajo el agua en una piscina: Muchos niños mueren, porque sus padres no rezan. Dios deja de hacer muchos milagros en el mundo, porque muchos no tienen la fe suficiente para pedir un milagro. Pero la oración no es sólo para momentos de necesidad. La oración es el alimento diario del alma. Por eso, es imprescindible en la vida espiritual. Sin oración, nuestra alma estará vacía y sin luz. La oración es algo de vida o muerte. Sin oración, estaremos muertos por dentro. Pero no olvidemos que oración no es simplemente una comunicación con Dios de tipo administrativo para informarle de lo que hacemos o de lo que necesitamos. Orar es una comunicación amorosa con nuestro Padre Dios. Sin amor no habrá verdadera oración.

 

Seguiremos con el tema en otros capítulos

Juan García Inza

juan.garciainza@gmail.com

 

 

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