Sábado, 20 de abril de 2024

Religión en Libertad

«Mamá, en el colegio no nos han dicho que esté mal, y son religiosos, saben más que tú»

Punzante «carta abierta a los educadores católicos» de una madre que veía despeñarse a sus hijos

Se supone, dice Susan, que los adultos que educan deben preservar a los inocentes de aquello que saben que es malo.
Se supone, dice Susan, que los adultos que educan deben preservar a los inocentes de aquello que saben que es malo.

ReL

Susan Fox y su marido tienen cuatro hijos ya mayores. Ella ha trabajado como educadora y como abogado de familia, penalista y de menores, incluido el trabajo altruista para defender la libertad religiosa y los derechos de los padres. Recientemente envió esta «Carta abierta a los educadores católicos» a Catholic Education Daily, página informativa de la Sociedad Cardenal Newman, que promueve y defiende una auténtica educación católica":

Considero la historia de mi familia una versión moderna de la historia de los Padres Peregrinos.


Los Padres Peregrinos fueron los primeros ingleses que llegaron a Estados Unidos, a bordo del Mayflower, huyendo de la persecución religiosa en Inglaterra.

Mi marido y yo somos católicos y hemos educado a nuestros cuatro hijos en una familia practicante y unida. Hemos hecho todo lo que hacen los padres modernos: ir a los partidos de fútbol, a todas las actividades, a todos los sacramentos, a todo lo que pudiera ayudar a hacer crecer la mente, el cuerpo y el alma de nuestros hijos.

Pero no tuvimos en cuenta la cultura.

El pecado no es un problema
Vivíamos en una parte del país muy "progresista" y cuando nuestros hijos llegaron a la adolescencia y estrecharon lazos con sus coetáneos, éstos seguían la "cultura" moderna, que se presenta como "amable", "protectora" y "tolerante". Pero que en realidad es una cultura que mata.

En los institutos católicos que frecuentaban nuestros hijos aprendieron que todos los estilos de vida son iguales y que pecar no es un problema. El pecado fue redefinido como "tolerancia"; y la puerta que generaciones anteriores habían mantenido cerrada para proteger del mal a los jóvenes se abrió de par en par.

El sexo ya no era un bendición sagrada que marido y mujer tenían que compartir en el lecho marital. Curiosamente, a la gente con autoridad le incomodaba insistir en que esta verdad era la Verdad. Sin embargo, cada estudio sociológico, cada experiencia, cada vida ha confirmado la realidad de la Verdad sobre el sexo: que es una bendición sólo cuando es utilizado del modo para el que fue creado. Es como la energía nuclear: controlada donde se supone que debe estar, es fuente de vida, calor y bondad. Cuando esa misma energía es extraída de su estructura de protección, abrasa y destruye todo lo que toca. Lo mismo sucede con el sexo.

El silencio de los educadores católicos
Los adultos deberían saber esto; no somos jóvenes ignorantes y sin experiencia. Y sin embargo, los adultos católicos que enseñan a nuestros hijos se callan. Desde luego, mi marido y yo fuimos muy claros cuando les explicamos la verdad, pero la respuesta que recibíamos a menudo era: “Mamá, la hermana (o el hermano), en el colegio, no nos han dicho nada de que esto estuviera mal, y son religiosos. Ellos saben más sobre Dios y lo que está bien de lo que puedas saber tú. Tú estás anticuada y eres intolerante”. (Estúpida de mí, pensaba que una de las funciones de los adultos era juzgar el mal y ¡mantenerlo alejado de los inocentes!)


Jason y Crystallina dan conferencias en colegios e institutos sobre la importancia de la castidad y del respeto mutuo en las relaciones entre chicos y chicas. Lo hacen de una forma entretenida y original que siempre tiene éxito.

En respuesta al silencio ensordecedor de sus profesores o, peor, a su apoyo hacia la "tolerancia", nuestro hijos dejaron entrar en sus vidas la "cultura". Entonces empezaron a creer que las relaciones sexuales eran sólo algo que cualquiera podía hacer con cualquiera, que lo importante era hacerlas con "protección". Y que si algo le ocurría a esa "red protectora", al menos las jóvenes no estaban obligadas a aceptar las consecuencias. Había modos de eliminar los "productos" de la concepción. ¿No es esto ser compasivo con ellos y ayudarles a vivir "una buena vida" en este mundo?

Tenemos un enemigo
El problema con todo esto es que nosotros no somos parte de "este mundo" y, de alguna manera, nuestros educadores católicos se han olvidado de esto. Tenemos un enemigo que ES parte de este mundo y que acecha como un león rugiente, buscando a alguien a quien devorar. ¿Qué presa es más fácil que un joven?

Seamos sinceros, no existe eso de "un pequeño pecado inofensivo". Una vez que se ha abierto la puerta, aunque sea un resquicio, nuestro enemigo entra por ella. Y con él, sus legiones.

La oscuridad espiritual de los llamados a iluminar
El pecado se introdujo en la vida de nuestros hijos y nosotros tuvimos que ver cómo, uno a uno, flaqueaban y caían. El corazón, el cuerpo y el alma de los adolescentes de nuestra comunidad sentían el dolor que conlleva tener experiencias sexuales.

Nuestro enemigo ha intentado depravar el sexo desde los días en que era conocido como Baal, cuando convenció a los cananeos de que adoraran al "sexo" con las prostitutas del templo. Cuando lo consiguió, les convenció a que adorararan a Moloch, el dios de la "muerte", arrojando a sus recién nacidos al fuego. Como el aborto hoy en día.


Los cananeos, confundidos por el demonio, entregaban a sus hijos al dios Moloch.

¿Realmente ignoramos tanto la historia, las Escrituras?

A medida que el corazón de nuestros hijos se hacía pedazos, tuvieron que buscar un modo para amortiguar y no sentir el dolor. El alcohol y las drogas estaban allí, esperándoles. Luego llegaron los problemas mentales y emocionales. Los trastornos alimentarios estaban muy difundidos en el instituto católico de nuestras hijas. El aborto era normal. También había suicidios.

Ningún responsable parecía capaz de dar un sentido al sufrimiento que sentían sus estudiantes. Parecía como si los sentidos se hubieran sumergidos en la oscuridad, ¿era tal vez una oscuridad espiritual?

Si lo has olvidado, deja que un padre que ha sobrevivido a la Guerra Actual sobre nuestros hijos te lo recuerde: tenemos un enemigo. Es más listo que nosotros. No está aquí para jugar, no está aquí para divertirnos, no está aquí para divertirse. Está aquí para matar.

Parece que los adultos responsables de nuestros colegios y universidades católicos se han olvidado de esto. En nombre de la "tolerancia" han aceptado cosas que han dejado sus huellas en ellas. Han aceptado que en la vida de sus estudiantes entren estas cosas invitando en sus campus a conferenciantes pro-aborto, a "Monólogos de la Vagina", a activistas gays y ahora, y es lo último, a representantes transgénero. Y ante el dolor, el sufrimiento y la muerte, todos ellos resultado del hedor del enemigo, se rascan la cabeza sin saber qué hacer. (Si, tal vez vuestros estudiantes oirán estas cosas en otros lugares, pero en ellos no tendrán el sello de aprobación de la Iglesia, ¿o no?)

El último año de mi hijo en su Instituto católico "tolerante" para chicos estuvo marcado por el suicidio de varios estudiantes. En una escuela católica. Santo Dios, si nosotros no tenemos el camino a la alegría, la esperanza y el amor del Evangelio, ¿quién diablos lo tiene?

Mujeres destruidas
Hablo no sólo como madre, sino también como abogada especializada en derecho familiar, juvenil y penal. Empecé a notar una tendencia entre mis clientas más trastornadas. Todas tenían rasgos similares. Habían sido mujeres, madres, esposas, hijas y amigas normales y de repente, un día, "abandonaron la reserva". Empezaron a beber o a drogarse. Cuando llegaban a mi bufete, habían perdido casi todo -matrimonio, hijos, posesiones-, todo.

Llegaba siempre un momento en el que yo sólo tenía que plantear una pregunta: ¿cuándo abortaste?

El origen de la automedicación había que buscarlo siempre en ese hecho. Eliminar una vida inocente siempre tiene consecuencias, a pesar de lo mucho que nos esforcemos para intentar convencernos de que no las tiene. Nuestro corazón lo sabe y las personas que más sufren son aquellas cuyo corazón, además del enemigo, las condena para siempre.


Ante el horizonte juvenil de alcohol y promiscuidad un fin de semana tras otro, muchos llamados a guiarles, incluso en el ámbito religioso, callan, miran hacia otro lado y luego se preguntan qué ha pasado, denuncia Susan Fox.

A nivel personal, tengo una hermana más pequeña a la que empujaron a abortar cuando era adolescente para que el niño no le "complicara" su futuro. Se casó con un oficial de policía, tuvo dos niños y una granja de caballos de veinte acres. El problema fue que ella nunca pudo superar el odio hacia sí misma que la llevó a automedicarse con alcohol y drogas. Actualmente mi hermana, que se graduó en un instituto católico para chicas, está en la cárcel y ha perdido todo, marido, niños, casa… todo.

Por lo que la pregunta es: después de todo, ¿en qué"empodera" a las mujeres traer a un conferenciante "pro-aborto" a la universidad?

Os olvidáis de que tenemos un enemigo. Su "elección" es siempre la muerte. La muerte para todos.

Una grave decisión por el bien de los hijos
Pero volvamos a mi relato de los Padres Peregrinos. Mi marido y yo estábamos más preocupados por la vida de nuestros adolescentes, tanto temporal como eterna, que de ser populares para ellos, por lo que hicimos lo que se supone que hacen los adultos maduros: tomar decisiones difíciles para protegerlos.

Vendí mi bufete, mi marido cambió de trabajo y, a pesar del enfado de nuestros hijos, nos trasladamos a un diócesis activa desde el punto de vista de la fe y a una parte del país más "conservadora". Se necesitaron más de dos años de estancia entre adultos maduros que no se habían tragado lo "culturalmente tolerante" antes de que nuestros hijos empezaran a recuperar la racionalidad. Obviamente, la guinda del pastel fue la Universidad Franciscana de Steubenville.



Plano y acceso de entrada a la universidad franciscana de Steubenville, que en los últimos años se ha convertido en una de las universidades fielmente católicas de Estados Unidos ante las claudicaciones de centros como Georgetown o Notre Dame.


Arrastramos a nuestros hijos a escuchar una conferencia para los jóvenes, con el fuerte deseo de que algo les hiciera despertar a la verdad. Volvieron a casa cambiados. Allí, por primera vez, vieron la Realidad de la Fe en carne viva. Vieron la "tolerancia" REAL, la que proviene de la Verdad en el Amor. Era algo sólido, real, que daba la vida. Como Jesús.

Actualmente, todos ellos son profesionales y viven con una fe ardiente porque han visto la realidad de la vida cuando no hay fe real, cuando no hay Verdad, y saben que no es algo bueno. Las vidas de los amigos que dejaron en el mundo "tolerante" de su infancia están rotas, desestructuradas. Incluso los que según los estándares culturales son gente de "éxito" caminan por la vida con un vacío interior, un vacío que no consiguen llenar, por mucho que lo hayan intentado, ni la diversión ni todas las fiestas del mundo.

Mis hijos intentan salvar a todos los que pueden, algo que antes era el trabajo que les competía y hacían ustedes, los educadores católicos. Mis hijos, adultos, les dicen a jóvenes adultos la dura verdad, la verdad que antes se decía siempre a los jóvenes porque -digámoslo claramente-, es la verdad. No es bonita, pero es la verdad..

Y sólo la verdad es lo suficientemente firme para construir una vida sobre ella.

La atracción por el mismo sexo
He visto otro aspecto de la "tolerancia" actual cuando me comprometí con el Christian Healing Ministry. Vi como este ministerio sanaba las heridas que la "tolerancia" había infligido en mis hijos y decidí que quería saber más. Fui testimonio de la realidad en lo que respecta a las relaciones entre personas del mismo sexo. Conocí a muchas personas que había vivido toda su vida como individuos gay y que perdieron su atracción por el mismo sexo después de ir al Christian Healing Ministry y de participar activamente en la oración. Ahora, con su atracción hacia el sexo opuesto sanada por intervención de Dios, son las personas más honestas, abiertas, alegres e increíbles que conozco. La alegría que sienten en su libertad -la libertad basada en la verdad- es contagiosa y sanadora. 

A menudo dicen: "Los alcohólicos luchan contra su atracción hacia el alcohol y nadie les dice que beban hasta morir. ¿Por qué nadie me amó nunca lo suficiente para decirme lo mismo sobre mi atracción por el mismo sexo? Hay libertad en Cristo: ¿por qué nunca nadie me lo dijo?”

Es un grito del corazón que proviene de las innumerables personas que han sido abandonadas en este nuevo mundo de "tolerancia".

Hay que movilizarse por los inocentes
Pero su camino hacia la libertad, ¿fue fácil?

No. Nada que se rompa es fácil de arreglar; las cicatrices del pecado y del mal son muy profundas. Por este motivo, los adultos maduros intentan mantener alejados a los inocentes del pecado y de la consiguiente desolación. Intentan decirles la Verdad.


Están despertando a la vida y aún conservan una base de inocencia en el corazón. La autora del artículo pide a los colegios católicos una reflexión: frente a la cultura mundana ambiente, ¿están dotando a los chicos y chicas de una formación moral y espiritual sólida y resistente, acorde a su condición de cristianos? ¿O se están lavando las manos?

Y lo que ciertamente no hacen los adultos maduros y los que claman que conocen a Jesucristo es animar a más desolación en nombre de la "tolerancia" y la "libertad".

Porque las consecuencias de esto son eternas, para nuestras víctimas y para nosotros mismos.

Por favor, les ruego que acojan en su corazón esta historia de un peregrino. En la Historia, los puritanos huyeron a Holanda para escapar de la persecución de la que eran víctimas en Inglaterra, antes de llegar a los Estados Unidos como "Los Peregrinos". El estilo de vida pecaminoso de sus hijos en Holanda les llevó a abandonar toda seguridad para proteger la vida temporal y eterna de sus hijos, y eligieron encomendarse a Dios en un viaje a través del océano hasta el nuevo continente. 

Estos tiempos no son menos peligrosos para nuestros jóvenes. Los estamos perdiendo a una rapidez alarmante. Intentemos salvarlos. No dejemos que los destruyan. Hay "nubes de testigos" mirando. ¿Qué les dirás cuando tu trabajo aquí se haya acabado?

Cuando tengas que dar cuentas sobre la gran cantidad de almas que se te encomendaron, ¿podrás decir que el "Amor Verdadero" acepta el pecado para que así nadie se "sienta" mal, que tú fuiste más sabio que Cristo en la definición de "pecado real"? ¿O tendrás el gran honor de testificar que enseñaste la Verdad?

Piensa en todo esto. Todo tiene consecuencias que son eternas y verás en qué se convierten. Y tendrás tu parte de responsabilidad.

Recuerda la piedra angular: es muy pesada. ¡Pero recuerda también la gran alegría y heroísmo que produce llevar a los jóvenes a Cristo! Un día nosotros, los padres, estaremos también en esa "nube de testigos" y por la valentía, el amor, la fidelidad y la perseverancia que tuviste en decir la verdad a nuestros hijos te estaremos eternamente agradecidos.

(Traducción de Helena Faccia Serrano, diócesis de Alcalá de Henares).
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