Jueves, 28 de marzo de 2024

Religión en Libertad

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Los sacerdotes necesitamos tu oración

por Juan García Inza



Oración del Apóstol (s.XIV)
Cristo, no tiene manos,
tiene solamente nuestras manos
para hacer el trabajo de hoy.
Cristo no tiene pies,
tiene solamente nuestros pies
para guiar a los hombres en sus sendas.
Cristo, no tiene labios,
tiene solamente nuestros labios
para hablar a los hombres de sí.
Cristo no tiene medios,
tiene solamente nuestra ayuda
para llevar a los hombres a sí.
Nosotros somos la única Biblia,
que los pueblos leen aún;
somos el último mensaje de Dios
escrito en obras y palabras.

PLEGARIA PARA PEDIR
POR LOS SACERDOTES

Señor Jesús, te pido por tus sacerdotes. Que cuando estén clavados en la cruz del confesionario, pongas en ellos tu corona de luz en vez de tu corona de espinas.

Que cuando, día a día, te traigan al pan convertido en tu cuerpo, ello no se les vuelva rutina, sino diario milagro.

Que su trato con las almas sea siempre para dejar en ellas el amor y el valor que Tú nos entregas.

Que cuando jóvenes, tengan la fortaleza de tus últimos tres años y cuando viejos, sigan sintiendo que «Dios alegra su juventud».

Que espíritu viviente en carne y hueso, sean como Tú, profundamente humanos y perfectamente divinos.

Que cuando el desánimo y la debilidad los agobien en el camino de su calvario, estés Tú, como Cirineo, para llevarles la cruz y volvérselas gozo.

¡Y que nunca falte quien de la vida por ellos, así como Tú la diste por nosotros!


ORACIÓN POR LOS SACERDOTES
de la Madre Teresa de Calcuta

María Madre de Jesús y de cuantos participan de su misterio sacerdotal, acudimos a ti como hijos que acuden a su Madre.

Ya no somos niños, sino adultos que de todo corazón desean ser hijos de Dios.

Nuestra condición humana es débil; por eso venimos a suplicar tu ayuda maternal para conseguir sobreponernos a nuestras debilidades.

Ruega por nosotros, para que, a nuestra vez, podamos ser personas de oración.

Invocamos tu protección para poder permanecer libres de todo pecado.

Invocamos Tu amor para que el amor pueda reinar, y nosotros podamos ser compasivos y capaces de perdonar.

Invocamos tu bendición para que nuestros sacerdotes puedan ser como la imagen de tu Hijo, Señor y Salvador nuestro Jesucristo. Amén.


Mi vocación...

(Lo cuenta un joven sacerdote)

Nací en el 68. Todos estaban por esas fechas de cambio y "revolución", puede que eso me influyera un poco, esa puede ser mi manera de ser, un poco revolucionada. Mi familia... estupenda. Mi pueblo, pequeño pero precioso, lugar donde con mi familia aprendí a rezar y a tener por delante de todas las cosas a Dios, aun sin conocerle, fiado de mis mayores, que es como se aprendía antes y tan bien. Y mi vida hasta los 18 años como la de tantos otros...llena de gracia y pecado, como todo lo humano. no me gustaba casi nada estudiar, prefería divertirme...claro está, con esos ideales, pronto llegaron los fracasos, uno detrás de otro, aunque por orgullo, aprendía a disimularlos.

En medio de tantas historias... que me dejo por contar, a alguien se le ocurrió llevarme donde no pensaba ir. Cerca de quien conocía de pequeño, pero al que no le había prestado mucha atención. Bastaron unos días de oración para darme cuenta que el Dios del que tanto me habían hablado y que tanto a veces me cansaba, era quien me estaba amando, aun con mis debilidades... Parecía que era el único que no me pedía nada a cambio. Se hacia realidad aquello de “Amaos unos a otros... como YO os he amado”. Todo en esos días empezó a ser nuevo. Tenía a Jesús-Xto hacia tiempo en mi vida, pero lo tenía enterrado. En estos días experimenté la Resurrección, primero la suya y con ella, la mía.

Como explicar que aun estando vivo había estado muerto, y ahora, con El, todo lo que me llevaba a la muerte, me estaba dando la vida. “Venid a mi los que estáis cansados y agobiados y yo os aliviaré”. Lo que yo consideraba como bueno, me llevaba al desastre y aquello que yo había despreciado, ahora me estaba dando la alegría. “La piedra que desecharon los arquitectos, es ahora la piedra angular” “despreciado desecho de los hombres, como un malhechor lo llevaron y el no abría la boca”, así había estado todos estos años, El... con mucho respeto y mas de paciencia, a mi lado. Difícil de explicar, pero como todo lo sencillo y pobre, mejor es vivirlo que contarlo. Dios empezó a ser parte de mis cosas, hasta ver que la verdadera felicidad la iba encontrando, cuanto más lo ponía a El en primer lugar.

Ahora entiendo aquello de “El Señor es solamente uno”. Ahora se las palabras tan preciosas del Papa: “las delicias de Dios están puestas en la felicidad del hombre”. “A mi el mas insignificante de todos los creyentes el Señor me ha concedido esta gracia” “seguir las huellas por todo y en todo, del Pastor de los Pastores: Cristo Jesús”. 

He aprendido, por la gracia de Dios, que es un gran don la precariedad y no mas bien una desgracia. Sin merito por mi parte y “oyendo sin oír” la voz de Dios que me llamaba a entregarme a El para darle gloria y servir a los hombres, fue como entre en el Seminario. 

Recibí el ministerio del sacerdocio el día 27 de Mayo del 1995. Y ahora estoy aquí... de Párroco en Buñol contándote estas cosas...

“Abrid las puertas a Cristo, no tengáis miedo...” Si quieres... si necesitas compartir tus cosas... y puedo servirte de algo, aquí encontrareis mi dirección. A veces dos ven más que uno.  Un abrazo. 

Pide a Dios que muchos jóvenes tengan la valentía de decir SI cuando El les llama. Gracias.

juan.garciainza@gamil.com


 

 

 

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