Jueves, 18 de abril de 2024

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La predicación cristiana primitiva

por Vida en abundancia

 ‘El Señor dijo a Pablo durante la noche en una visión: No tengas miedo, sigue hablando y no calles’    (Hechos 18:9)

El cristianismo primitivo

Cristianismo primitivo o paleo cristianismo es el período de la historia del cristianismo anterior al Primer Concilio de Nicea del año 325 d.C. Se divide habitualmente en dos fases: el período apostólico (siglo I) y el período pre niceno (siglos III, III y principios del IV). Para el período posterior, en el que el cristianismo pasa a ser la religión oficial del Imperio Romano, se utilizan denominaciones tales como ‘cristianismo imperial’ y, más adelante, ‘cristianismo medieval.

Los primeros cristianos, tal como son descritos en el Nuevo Testamento, especialmente en el libro de los Hechos de los Apóstoles, eran judíos, ya fuera de nacimiento o por conversión, para los cuales se utilizaba el término bíblico ‘prosélito’, a los que los historiadores han denominado ‘judeo cristianos’.

Los Hechos de los Apóstoles y la Carta a los Gálatas recogen que la primera comunidad cristiana estaba centrada en Jerusalén, y entre sus líderes estaban Pedro, Santiago y Juan. Pablo de Tarso, tras su conversión al cristianismo, reivindicó para sí el título de ‘Apóstol de los gentiles’. La influencia de San Pablo en el pensamiento cristiano es reconocida como más significativa que la de cualquier otro escritor del Nuevo Testamento.

Hacia finales del siglo I, el cristianismo comenzó a ser reconocido como una religión distinta al judaísmo rabínico.

Tal y como aparece recogido en numerosas citas del Nuevo Testamento, así como en otros textos cristianos del primer siglo de nuestra era, los primeros cristianos generalmente utilizaban y reverenciaban la Biblia judía como su libro sagrado.

A medida que el canon del Nuevo Testamento se desarrolló, las Cartas de San Pablo, los Evangelios canónicos y varios textos más fueron reconocidos también como escrituras y textos sagrados para ser leídos en la Iglesia. Las Cartas de San Pablo, especialmente la Carta a los Romanos, establecieron una teología basada en Cristo, antes que en la ley mosaica.

La primitiva predicación cristiana

Lo verdaderamente asombroso de la predicación cristiana primitiva es que no proclamó deberes religiosos ni normas morales, ni siquiera un programa de reforma, sino sólo a una persona: a Jesús. Los predicadores dedicaron todas sus energías a comprenderle mejor y a hacer una presentación real de Él a las personas que jamás le habían visto.

La creencia común y la variedad de la presentación son las notas claves de su logro. Sobre todo es crucial reconocer que el contenido y la dinámica de su predicación era el Resucitado, a quien muchos de los predicadores habían conocido y seguido durante años.

Se ha demostrado que los cristianos primitivos tenían un patrón extensamente uniforme para la predicación sobre Jesucristo, Este patrón de enseñanza ya se había desarrollado desde una fecha muy temprana. Puede verse en partes de predicaciones primitivas o en himnos incorporados en las epístolas. Por ejemplo, el texto de Filipenses 2:411 es muy antiguo y posiblemente procede de una iglesia de habla aramea. Sin embargo está tan avanzado doctrinalmente como cualquier porción del Nuevo Testamento. Otras afirmaciones de fe fragmentarias de los primeros días han sido preservadas en pasajes como 1ª. Corintios 15:3-4, Romanos 1:3-4 y 1ª. Timoteo 3:16.

También se pueden notar ligeras variaciones de énfasis. Cuando se hablaba principalmente a los judíos, se enfatizaba la liberación que Cristo da de la ley de Dios. El perdón, la justificación y la limpieza del alma son las cosas importantes. Cuando los que escuchan las pláticas son predominantemente paganos en el trasfondo, el énfasis está en la liberación que Cristo da de las potencias demoníacas, de las cuales los hombres del mundo antiguo estaban agudamente conscientes.

A los judíos Jesús era mostrado como Cristo, el libertador mesiánico, el clímax de la revelación del Antiguo Testamento. Los primeros misioneros también tenían que empezar desde el principio en su enseñanza. En Hechos de los Apóstoles se nos dan dos ejemplos: uno de predicación a gente común (14:1517) y otro a gente culta (17:22-31). En ambos casos los cristianos tratan el hecho de que hay un solo Dios, desacreditar la idolatría y, por la luz del Dios creador y sustentador, preparar el camino para la revelación especial de Dios contenida en Cristo.

Este modo de proceder había sido usado por los judíos en el siglo anterior, cuando trataban de propagar el monoteísmo ético de Israel en un mundo inmoral e idólatra, pero anhelante. Constituyó una útil introducción a la proclamación específicamente cristiana, y fue el sistema usado a través de varios siglos.

Ya sea que predicaran a judíos o a gentiles, los primeros cristianos enfatizaban no solamente lo que Dios había hecho por los hombres por medio de Jesucristo, sino lo que Él ofrece: nueva vida por medio del Espíritu Santo, el perdón de los pecados, etc., así como lo que Él exige: sincero arrepentimiento, fe y consagración. Esta consagración implica tres facetas que deben ir juntas: bautismo, fe y recepción del Espíritu Santo. Las tres son esenciales para la vida cristiana.

Los Hechos de los Apóstoles constituyen un argumento de la profundidad que tenía la predicación primitiva. Se usaban palabras que indican que los cristianos actuaban como heraldos, como maestros, como apologistas. Presentaban la Buena Nueva, argumentaban sobre ella y mostraban cómo coincidían con las escrituras del Antiguo Testamento.

No era la tarea de cierta clase de cristianos; las mujeres hablaban de ello mientras lavaban la ropa y los filósofos argumentaban al respecto. Hombres de todo ámbito y cultura demostraron el poder de aquella predicación mediante sus vidas transformadas (1ª. Corintios 6:911) y su gustosa aceptación del sufrimiento y de la muerte (Hechos 20:22-24).

Eran estas cualidades las que recomendaban el nuevo mensaje, y el poder del Espíritu Santo en sus vidas sociales y personales respaldaba sus afirmaciones. Además hubo una característica intelectual que contribuyó grandemente a su éxito. Descubrieron cómo interpretar a Jesús en diversas formas a fin de hacer frente a las diferentes necesidades; no estaban rigurosamente limitados.

Tampoco eran sincretistas: no decían que las demás religiones tenían ideas que eran igualmente ciertas y que se podían mezclar con la nueva fe. El cristianismo, como el judaísmo, no tenía nada que ver con el sincretismo del mundo pagano, Pero los cristianos tuvieron éxito, y los judíos no, en dar gran flexibilidad a la expresión de su fe, reteniendo al mismo tiempo el principal patrón común y el contenido que hemos visto.

Por ejemplo, la predicación de Jesús sobre el Reino de Dios podría tener mucho significado para la mentalidad judía, pero también podría ser políticamente revolucionaria en otro lugar. Por ello los predicadores primitivos preferían usar otras expresiones de Jesús, tales como ‘vida eterna’ o ‘salvación’.

También ‘Hijo del hombre’ era una forma peculiar de referencia que tenía connotaciones altamente apocalípticas, las cuales eran comprendidas en algunos círculos del judaísmo, pero que no tenían sentido en otros lugares. Por eso estos flexibles predicadores primitivos usaban palabras que llamaban la atención de los paganos, tales como ‘Hijo de Dios’ o ‘Señor’.

Cuando tenían que interpretar la persona del Maestro, usaban el lenguaje y las formas de pensamiento familiar a los que trataban de alcanzar. El propósito era dejar tan claro como el cristal la singular obra salvadora del divino Jesús Crucificado y Resucitado, que era el Señor a quien servían, así como el mensaje que proclamaban.

Bibliografía

Cortés, Antonio. Historia del Cristianismo.

García Pérez, José Miguel. Los orígenes históricos del cristianismo.

Gonzales, Justo. La historia de la cristiandad.

Green, Michael. Manual bíblico.

Johnson, Paul. Historia del cristianismo.

Mitre, Emilio. Historia del Cristianismo.

Orlandis Rovira, José. Historia breve del cristianismo.

 

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