Sábado, 20 de abril de 2024

Religión en Libertad

Enlaza con las dos primeras de la saga

«Terminator: Génesis» nace con debate: ¿ha perdido el carácter provida de películas anteriores?

Arnold Schwarzenegger, de nuevo en el papel que mayor celebridad le ha reportado.
Arnold Schwarzenegger, de nuevo en el papel que mayor celebridad le ha reportado.

C.L. / ReL

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¿Provida, la saga Terminator? ¿Esa misma que ha consagrado el "Sayonara, baby" ["Hasta la vista, baby" en la versión inglesa y española para América] que acompaña a un disparo destructor como una de las cien mejores frases de la historia del cine seleccionadas por el American Film Institute? ¡Pero si lo divertido de estas películas es ver a Arnold Schwarzenegger aniquilando gente a su paso haciendo uso de una variada panoplia de armas letales!

Tal es, sin duda, el atractivo de la serie, y su última entrega, Terminator: Génesis, dirigida por Alan Taylor y que se estrena en España el 10 de julio, no defraudará las expectativas de sus más fieles seguidores (ver abajo el tráiler).

Volviendo al argumento de la primera
Pero esta quinta película enlaza, más que con las dos últimas (Terminator 3: La Rebelión de las Máquinas [2003] y Terminator Salvation [2009]), con las dos iniciales, Terminator (1984) y Terminator 2: El Juicio Final (1991), las que dirigió James Cameron. Que son también las dos en las que Linda Hamilton interpretó el papel de Sarah Connor, la madre de John Connor, el héroe destinado a salvar a la Humanidad.

¿Por qué Terminator: Génesis remite a las dos primeras y prescinde del planteamiento, más autónomo, de las que las siguieron? Porque ahora Sarah (solamente referencial en la tercera y en la cuarta películas) vuelve a adquirir un papel protagonista, y de nuevo el argumento se centra en su protección: salvar a la madre es salvar al hijo. Ahora las tornas cambian, porque si en los films de Cameron era ella quien se ocupaba de protegerle a él (contra el implacable T-800 o ayudada por éste), ahora es el mismo John quien viaja hasta nuestros días como guardaespaldas para ella.

La apuesta por la maternidad
Es en esa relación madre-hijo donde se abre el debate. "Permítanme sugerir que las dos primeras películas de Terminator pueden entenderse como dos alegatos pro-vida clásicos", afirma Sonny Bunch en The Washington Post en un artículo que recomendamos NO LEER hasta haber visto la película, pues desvela algunos elementos de la intriga (en ReL no los vamos a desvelar, pero tal vez prefieras parar aquí y leer el artículo tras ver la película).

Según Bunch, lo que intenta el Schwarzenegger malo es un "aborto retroactivo": "Una madre soltera y sin recursos que se queda embarazada tras una relación de una noche con un hombre que muere poco después. A pesar de las obvias ventajas de suprimir el embarazo, ella decide salvar al niño porque su hijo es el salvador de la Humanidad".

"Y el apego a la vida humana es más pronunciado en la segunda película", continúa el articulista antes de poner dos ejemplos.

Por un lado, la forma en la que el adolescente John Connor intenta convencer al Schwarzenegger bueno durante todo el metraje "de la importancia de no acabar con la vida humana".

Por otro y sobre todo, el discurso de Linda Hamilton al futuro creador de Skynet (la red de máquinas que dominará el mundo) "sobre la maravilla de la creación humana": "Canallas como tu construyeron la bomba de hidrógeno. Hombre como tú la concibieron. ¿Te consideras muy creativo? Tú no sabes lo que es crear algo, crear una vida, sentir cómo crece dentro de ti. ¡Todo lo que sabes crear es muerte y destrucción!" (traducción nuestra).

Terminator y Terminator 2: El Juicio Final son ambas películas sobre cómo el mundo es tan fuerte como sus criaturas más débiles y vulnerables. Se centran en el vínculo entre madre e hijo, haya nacido o no", remata Bunch.

Algo ha cambiado
En cuya opinión, esto es lo que cambia en la quinta entrega de la serie, tercera de la subserie que conforma con las de James Cameron. No somos spoilers al decirlo ni desvelamos ningún punto argumental del film, pues se trata sólo de una opinión sobre algo que ya sabemos que sucede: ahora Sarah (interpretada por Emilia Clark, Daenerys Targaryen en Juego de Tronos) "considera su destino de llevar en su seno al salvador del mundo como una obligación no particularmente deseada... Ésta no es la Sarah Connor que celebraba la idea de que una vida creciera dentro de sí. Más bien es una Sarah Connor a quien horroriza la perspectiva del nacimiento y del amor... Ella lamenta la carga de la maternidad que tiene dentro, y protesta airadamente de que su destino no le pertenezca".

Esto es: ya no es la mujer a quien, embarazada de forma imprevista, le aflora pronto el instinto maternal, sino aquella que no puede dejar de ver en el hijo que viene un obstáculo a su realización personal y a su independencia.

¿Es correcta esta interpretación de Bunch? ¿Exagera el matiz provida en el papel de Linda Hamilton o el desapego ante la maternidad en el papel de Emilia Clark? Dada la importancia del medio en el que se publicó la crítica, ha suscitado un amplio debate, con división de opiniones. La última palabra la tiene en cualquier caso, a partir del viernes en España (en varios países americanos ya se estrenó), el respetable.

Tráiler de Terminator: Génesis
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