Jueves, 28 de marzo de 2024

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A los que con nocturnidad y alevosía han destrozado esta noche el monumento del Puerto del Pico

El Puerto del Pico y el beato Damián

por Victor in vínculis

Hace casi siete años colgué esta entrada. Me levanto hoy con la noticia de la destrucción del monumento levantado en el Puerto de El Pico (Ávila). Solo con ver las fotos puede apreciarse claramente la destrucción del mismo. Nada del clima, ni un desmoronamiento... La historia del beato Damián es tan digna como la de los demás asesinados. Y siempre lo recordaremos. Volveremos, y a cielo abierto, ¡que hermosa catedral la del Puerto de El Pico!, celebraremos la Santa Misa en el lugar donde se levantaba el monumento, EN EL LUGAR DEL MARTIRIO DEL BEATO DAMIÁN. Que por su intercesión vivamos la fidelidad hasta el último suspiro de nuestra vida. Como nos enseñaron los mártires.
 
 
21 de abril de 2015, la Congregación Mariana y los mártires
 
El pasado domingo, 19 de abril, un grupo de congregantes de la Inmaculada y Santa Juana de Lestonnac, del colegio "Compañía de María" de Talavera de la Reina (Toledo), que están preparando el Camino de Santiago, realizaron la marcha de La senda de la Rubía que comienza en el Puerto del Pico (1391 metros), límite natural entre el Macizo Central de la Sierra de Gredos y el Macizo Oriental.
 


El camino se inicia con una suave y constante ascensión, discurriendo bajo el dominio de los picos de la Casa y la Fría, con la referencia constante de la ladera sur de Gredos y el pico de la Mira en el horizonte, hacia el oeste. Tras esta subida, se alcanza en la cota 1600 metros, la pradera de la Rubía, que da nombre a la senda. Se puede acortar el recorrido, y hacerlo de ida y vuelta al puerto del Pico.
 

Así lo hicimos para poder celebrar la Santa Misa junto al monumento a los caídos que se levanta majestuoso en el Pico y que se observa cuando se asciende y desciende por la carretera, paralelo a la famosa calzada romana.

Allí sufrió el martirio el beato Damián Gómez, párroco de Mombeltrán (Ávila). Como dicen sus biógrafos, el Puerto del Pico se convirtió para él en el Monte Calvario donde ofreció su vida. Fue beatificado en Tarragona el 13 de octubre de 2013.
 
BEATO DAMIÁN GÓMEZ JIMÉNEZ

Damián nació el 12 de febrero de 1871 en Solana de Rioalmar (Ávila). Hijo de Nicolás y Josefa, recibió el bautismo el 17 del mismo mes y año, y la confirmación en 1877. En el hogar familiar, en la escuela y en la parroquia encontró un ambiente profundamente cristiano que favorecería el desarrollo de su vocación sacerdotal. En octubre de 1883, a los doce años, ingresó en el seminario de Ávila. Allí llevó a cabo sus estudios eclesiásticos: latín, humanidades, filosofía y teología. Sus buenas calificaciones, su laboriosidad en el estudio y una acendrada formación religiosa precedieron y prepararon su llegada al sacerdocio, cuya ordenación tuvo lugar el 8 de junio de 1895.

A partir de entonces recibió sucesivos encargos en diversas parroquias de la diócesis, hasta que en 1911 llegó a la villa de Mombeltrán, primero como cura regente, después como ecónomo y finalmente como párroco, cargo que desempeñará hasta su muerte violenta en 1936.
 

Don Damián era ya apreciado por sus anteriores feligreses por sus buenas cualidades humanas y sacerdotales. En Mombeltrán, como buen pastor de su grey, derrochaba abnegación constante en el servicio a todos, y se mostraba muy inclinado a la comprensión y al perdón. Visitaba asiduamente a los enfermos, a quienes llevaba el consuelo espiritual y humano, socorriéndoles con largueza en la medida de sus posibilidades. Sacerdote de piedad profunda y sencilla, muy entregado al estudio y a la oración, era admirado por los sacerdotes de la comarca y por los habitantes de los pueblos cercanos, sobre todo por sus propios feligreses. Ponía especial interés y esfuerzo en preparar los actos litúrgicos de la Semana Santa, deseando que fueran días de gracia y de recogimiento espiritual. Con la colaboración de otros sacerdotes organizaba las llamadas misiones populares, que ayudaban a remover y acrecentar la vida piadosa de todo el pueblo, alegrándose de la masiva respuesta de sus feligreses en aquellos días de gracia y perdón. Por todas las villas del Barranco don Damián era conocido con el cariñoso nombre de El Cura del Valle.

En julio de 1936, don Damián llevaba 25 años en Mombeltrán. A pesar de  ser muy querido y venerado en toda la comarca, le complicaron la situación personas externas al pueblo.

Conmigo -decía- no se meterán. Les he favorecido mucho a todos. Además ya soy viejo y estoy enfermo.
Con estas palabras iba contestando a quienes intentaban hacerle ver el peligro que se avecinaba con rapidez. Pero iban a ser horribles y prolongados los sufrimientos que aguardaban a don Damián. Quizás ningún otro sacerdote abulense de los 29 martirizados durante el verano de 1936 fuera sometido a sufrimientos tan crueles y refinados: una muerte violenta y prolongada a un hombre de 65 años y muy enfermo. Nada de esto ablandó la saña inhumana de sus perseguidores.

El 19 de agosto de 1936 don Damián fue sacado, por unos milicianos, de la casa de unos sobrinos donde estaba hospedado. No le dejaron coger el bastón con que se ayudaba para caminar y le llevaron al comité republicano para declarar. En la calle había preparada una camioneta. Don Damián no podía subir por su cuenta y le ayudaron con fuerza y violentamente. Estaba muy enfermo y con mucho peso. A las doce del mediodía, con un calor agobiante, salen en dirección al Puerto del Pico. En la camioneta le insultan y le maltratan de palabra y de obra. Se burlan groseramente de él. Con sus fuerzas exhaustas pide a sus perseguidores un poco de agua, y como respuesta le dan a beber gasolina con un embudo, colocado de forma violenta en la boca. Por fin, llegan a la cumbre del Puerto del Pico. Le hacen bajar de la camioneta y engañándole se cae al suelo golpeándose fuertemente, con lo que se fractura una pierna. Le dejan completamente desnudo como vilipendio; es arrastrado y despeñado en la sierra, con crueles golpes y azotes, acompañados de soeces insultos a su condición sacerdotal. Nadie logró doblegar su admirable entereza.
 


Sobre estas líneas: El Puerto del Pico. En una de esas casetas de madera maltrataron ignominiosamente al señor cura de Mombeltrán (en el libro de Teodoro TONI, SJ, Iconoclastas y mártires, 1937).

Durante varias horas se iba prolongando su agonía.

Nuevamente es subido a la camioneta. Como un cuerpo inerte y pesado. Y emprenden la bajada desde el puerto del Pico por la carretera que enlaza dicho puerto con San Esteban del Valle. Y, al llegar a un cruce de dos carreteras, entre Villarejo y San Esteban… Les iba resultando ya un estorbo. Finalmente, un par de tiros terminan con la vida del bondadoso párroco de Mombeltrán. Serían las siete de la tarde de aquel caluroso día 19 de agosto.

El maltratado cuerpo de don Damián quedo insepulto. Los milicianos lo abandonaron. Unos cabreros de Villarejo se encargan de comunicar el lugar donde quedaban los restos mortales del cura del Valle. Sus restos fueron soterrados en el mismo sitio con carácter provisional.

Bajo estas líneas: Vertientes del Puerto del Pico, la cruz señala el lugar donde enterraron al cura mártir de Mombeltrán.



Meses después, el 12 de octubre de 1936, el cadáver del beato Damián fue trasladado a Mombeltrán, su querida parroquia. Van a recoger sus restos mortales cuatro o cinco personas. Allí estaba el cadáver. En un pequeño barranco, junto a la cuneta. Una pierna completamente rota. También destrozados otros huesos. Habían intentado los milicianos comunistas arrancarle la lengua, por no haber conseguido que blasfemara… Y… lo que es más repugnante y diabólico… ¡le habían cortado sus genitales! Un tiro había atravesado el pecho de don Damián. Muy cerca del corazón. Otro, en la cabeza.

Puestos los restos en una caja de zinc, son trasladados a la parroquia de Mombeltrán, su querida parroquia. Colocados en un nicho del cementerio, el 23 de abril de 1942, fueron llevados a la iglesia parroquial de San Juan Bautista y colocados en la capilla de la Purísima, fundada por don Juan Manso Vivanco.

Parte de sus restos, descansan actualmente en la capilla de los Mártires en la Catedral de Ávila. (bajo estas líneas).




Finalmente, del libro del padre Toni reproducimos estas dos fotos: Sacerdotes y religiosos perseguidos por la Sierra de Gredos.

 

Bajo estas líneas, don Felipe Pérez Calvo, párroco de El Arenal, y don Gabino Nieto, regente de Lanzahíta, regresan de sus escondrijos, al llegar los nacionales a El Arenal.

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