Sábado, 27 de abril de 2024

Religión en Libertad

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Don eremítico

por Juan del Carmelo

Con fecha 12-08-09, publiqué una glosa titulada “Buscar a Dios en el Yermo o en el Desierto”, en la que un lector escribía en su comentario: “Pero a lo que le llamas el “don eremítico” a unos elegidos, creo que debe tener un equivalente para los cristianos ordinarios, los laicos, que aspiren seriamente a la santidad utilizando, por amor a Dios y al prójimo, perfeccionando este mundo por Él creado”. Y otro me preguntaba: “¿Cómo se compagina el yermo con la vida normal de familia?”. Como respuesta genérica a esta cuestión, tengo que decir que: evidentemente si existe una respuesta. Para ver donde se encuentra esta respuesta, vamos a comenzar por distinguir entre el desierto de carácter material y el Desierto de carácter espiritual. Lo ideal, desde luego, es juntar o mejor dicho, buscar el Desierto de orden espiritual dentro del desierto o yermo de orden material, dicho en otras palabras: irse al desierto material, para encontrar al Señor, ya que es más fácil encontrarle a Él estando en el desierto material, que estando en el mundo. Pero el hecho de estar en el mundo obligatoriamente, por las razones que sea, no excluye la posibilidad de tratar buscar dentro de uno mismo el Desierto de orden espiritual, que es tanto como encontrar a Dios dentro de uno mismo, encontrarlo y vivir nuestro propio Desierto espiritual, que es en sí, la esencia del Don eremítico. En nuestros respectivos casos particulares, hay que tener presente que hay numerosas razones, por las que muchas personas, no pueden abandonar este mundo e irse al yermo o desierto material, aunque este sea su deseo. Así tenemos el caso, de aquellas personas que por razón del sacramento del matrimonio, no pueden quebrantar este sacramento, por muy laudable que sea su deseo de hallar un Desierto espiritual, yéndose a un desierto material y abandonándolo todo. Hay otras clases de personas, no ligadas por razón del sacramento del matrimonio, pero que tienen a su cargo el cumplimiento de unas determinadas cargas familiares, a las cuales tampoco les es posible abandonar todo, para irse al yermo o desierto de orden material y tratar de encontrar allí el Desierto espiritual. En estos casos no es lo que el Señor quiere de nosotros el que con carácter definitivo nos vayamos a un desierto o yermo material, aunque si es posible el hecho de que por cortas estancias o periodos de tiempo podamos buscar nuestro Desierto espiritual, utilizando como yermo o desierto material, una estancia en un monasterio o convento. En sí, esto es muy similar a lo que conocemos con el nombre de “Ejercicios espirituales”, aunque exactamente no sea lo mismo. Y ahora, supongo que se me preguntará: ¿Y cómo se puede hallar el Desierto espiritual, sin estar en el material, ni poder ir a él? Creo que esta pregunta tiene una respuesta única: Despegándose uno de este mundo, porque si no nos despegamos de este mundo y de sus cosas, nunca podrá encontrar el Señor en nuestro interior. Por ello el día 05-08-09 previamente a la glosa del día 12 sobre el Yermo o Desierto, publiqué otra con el título de de: “Despojamiento o vaciamiento interior”. Despojarse de este mundo y de sus cosas viviendo dentro de él, no cosa fácil. A este respecto el obispo Fulton Sheen escribe: “Vivir en medio de la infección del mundo y al mismo tiempo estar inmunizado contra él es algo imposible sin la gracia”. Pero concretando cabría preguntarse: ¿Cómo empezar? ¿cómo se puede llevar a la práctica este desapegamiento? Podemos empezar, por ejemplo, eliminando de nuestra vida o al menos reduciendo su uso, algo que es terriblemente contaminante y nos infecciona, cual es el ínteres que demostramos interesándonos ampliamente e incluso apasionándonos por la política o las noticias deportivas. No se trata de cortar de raíz esta información pero si al menos atenuarla para que esta, no nos invada nuestra mente absorbentemente. Es verdad que están ocurriendo a nuestro alrededor cosas y medidas gubernativas muy transcendentes, que nos indignan y nos afectan muy directamente, pero la prensa y la TV, nos tienen enganchados. El demonio, nos ataca por medio de los que se llaman medios de comunicación social, que se encuentran totalmente manipulados, no reflejan la Verdad, nos meten en la mente una serie de imágenes y nos hacen preocuparnos por una serie de problemas, que desde luego es muy lamentable lo que está pasando en España, pero ninguno de nosotros lo vamos a solucionar, perdiendo horas y horas de nuestro tiempo con la lectura de los periódicos o viendo los telediarios. Más podemos hacer, empleando ese tiempo en orar al Señor que es el único que puede solucionar lo que ocurre. Es una total falacia, eso de que hay que estar informado. ¡Informados para qué!, para luego comentar las noticias con amigos y familiares y perder más tiempo. Para perder nuestra paz interior, suscitando en nuestra mente fobias y rencores, por nuestra impotencia, ante la situación. Y eso que los hombres no leemos ni vemos la basura de las revistas o de los programas del corazón. Terminamos abominando, por no emplear otro término más duro, las personas que nos gobiernan, las insultamos en nuestro interior y también en nuestro exterior y nos olvidamos, que ellos y ellas también son hijos de Dios y poseedores de algo muy sagrado que es el alma humana. Cómo cristianos, podemos reprochar la conducta de una persona, pero nunca a esta. ¿Acaso cuando lleguemos Arriba nos van a juzgar por los conocimientos que tengamos de la política o de los deportes, o de los cotilleos sobre los llamados “famosos”? Arriba solo nos juzgaran por la cuantía y calidad del amor que aquí abajo le tengamos al Señor. También en época de nuestro Señor, existían los problemas políticos con los romanos. ¿Y cuántas veces se ocupó el Señor de estos temas y cuantas se ocupan los evangelios de ellos? No es malo que sanamente pueda haber personas que se dediquen a la política. Dejémoslas a ellas que se ocupen de estos temas, que para eso les pagan, por cierto tal cono se asegura, con altas retribuciones. Pero una persona, que quiera que desee que el Señor le done la gracia eremítica, de entrada no puede estar preocupada por estos temas, como lo están el 99% de los españoles. Su mente y su corazón han de estar en el Señor, no en los telediarios ni en los programas de TV. Esto es hoy en día, desde mi punto de vista, lo que más nos está atando a este mundo, y aunque pueden utilizarse estos medios audio visuales para el bien, desgraciadamente esto solo sucede en una pequeña proporción en relación a como los maneja el maligno para su propia conveniencia. Si logramos desapegarnos de las cosas de este mundo, indudablemente que tendremos nuestro propio Desierto espiritual, sin tener que acudir al yermo o desierto material. El tema es difícil y complicado, porque si alguien toma este camino estará toda su vida remando a contracorriente, pero aún así con la gracia divina se puede conseguir todo. Mi más cordial saludo lector y el deseo de que Dios te bendiga.
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