Viernes, 26 de abril de 2024

Religión en Libertad

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¿Se salvan todos?

por El Blog de Juan del Carmelo

Este es el título de un libro…,  escrito por un gran teólogo dominico español, Fray Antonio Royo Marín, O.P. fallecido hace pocos años en el monasterio de Atocha en Madrid. Estudió teología en el Angélicum de Roma donde tenía su cátedra otro afamado teólogo dominio Fray Reginald Garrigou-Lagrange, O.P. nacido en Francia, y catedrático del Angélicum de Roma  (Francia 1877- Roma 1964). Doy estos datos, a fin de que el tono pesimista, que más de uno verá en esta glosa, no es mío, ni fruto de mis meditaciones teológicas, es decir no me lo he sacado de la manga, y no creo ser acreedor a que me cuelguen ningún “sambenito”.

Desgraciadamente, no son muchas las personas a las que Dios les ha regalado el don de temor de Dios y su preocupación por la salvación de su alma, y honradamente, pienso que son precisamente estas personas, las que tienen ya escrito sus nombre en el libro de la vida y el Espíritu Santo vela por conservación de la santidad de ellas con mucho más ardor, que el que pone por la generalidad de los demás. Hablando en términos antropomórficos podríamos  asegurar  que a sus ángeles de la guarda ya no les queda sitio para colgar las medallas que reciben. Hay ángeles que los pobres tienen encomendada la custodia de un cadáver espiritual y el futuro lo ven  y lo tienen muy negro, pero eso sí, si logran resucitar el cadáver espiritual del alma de su protegido, su mérito es tremendo y  hasta se les puede dar el balón de ora de la liga de ese año.

En la vida espiritual, se llega a un punto en que uno vive habitualmente en gracia de Dios y sabe ciertamente que si persevera se salvará. El problema radica entonces, en saber cómo se salvará, con mayor o menor grado de santificación pues el grado que se tenga cuando Dios le llame a uno, ese será el grado de gloria que se habrá alcanzado y no podrá ser modificado. Ahora aún estamos a tiempo de mejorar nuestro grado, después aunque nos salvemos no habrá posibilidad alguna ni de mejorar ni tampoco de empeorar. Hay dos refrenes sobre este tema un refrán que dice que: “Como se vive se muere”.

Está muy de moda el invocar la misericordia de Dios, porque el concepto de lo que puede dar de sí, la misericordia divina, recientemente se ha extendido en muchas mentes como un bálsamo de fierabrás en virtud del cual, hagamos lo que hagamos aquí abajo, por razón de la misericordia de Dios, todos estamos ya salvados. Es más hay quienes seriamente sostienen que el infierno si existe, pero está vacío.

Por otro lado, como todos estamos dominados por la nueva idolatría a la que le prestamos culto que es el dios dinero, La conclusión es que solo se condenan los ricos y los pobres ya sufren aquí lo suficiente como para salvarse. Pues bien ni el rico nace ya con billete para ir al infierno cuando muera, ni el pobre tampoco nace con un pasaporte con visado y todo para entrar en el cielo.

Cierto es que el dinero genera soberbia en su poseedor y que el sufrimiento y la pobreza genera humildad. Pero ni todos los ricos se van al infierno ni todos los pobres se van al Cielo. Para acceder al cielo si hace falta una moneda pero esta tiene el nombre de amor a Dios y del amor a Dios., nos salvaremos o nos condenaremos. Jean Lafrance escribía diciendo: “Dios no es una especie de abuelo indulgente y bonachón que pasa la esponja sobre nuestras majaderías. Tiene demasiado respeto por nuestra voluntad para obrar así. No se puede hablar de la misericordia si no se cree en su justicia y en su santidad”. También nos dice Benedicto XVI cuando cardenal Ratzinger: “Para el verdadero creyente resulta claro que no es posible emplear la seguridad del perdón divino como un salvoconducto para el desenfreno”

El sufrimiento humano puede tener un valor infinito, si se sufre por amor a Dios y uno ofrece sus sufrimientos en comunión con Cristo en la Cruz, cosa que no son muchos quienes lo hacen. Santa Teresa Benedicta de la Cruz, Edith Stein escribe diciendo que: “Que los trabajos a penas abrazadas por Dios, eran como preciosas perlas, que cuanto mayores, son más preciosos y mayor amor causan en quien las recibe para con quien se las da; así las penas dadas y recibidas de la criatura de Dios, cuanto mayores, eran mejores y mayor amor causaban para con Él”. El sufrimiento soportado por amor a Dios puede ser incluso más meritorio y más útil para la salvación del mundo que lo puedan ser las inefables alegrías de una profunda vida de oración contemplativa. Hay ciertamente un misterio indecible, establecido por Dios mismo, que quiere que el sufrimiento tenga valor en unión con el de Cristo.

Pero Santa Teresa de Lisieux, llevada por la fuerza de su amor al Señor, sostiene un rechaza del valor de los padecimientos como algo que podamos o tengamos que presentar a Dios; para ella el Evangelio no es una religión basada en el dolor: aunque intente dar un sentido al mal o al dolor. El Padre, pues, no tiene otras miras sobre el hombre que un proyecto de amor y de salvación. Ahora bien (y aquí reside el misterio), este proyecto del Padre no elimina directa ni totalmente el sufrimiento. Lo asume para transformarlo en vida y en victoria.

Escribía un cartujo diciendo: “El gran combate entre el Espíritu de Dios y el propio espíritu se librara en nuestro corazón, y su resultado, feliz o desgraciado fijara nuestro destino”. Nuestra lucha requiere perseverancia si es que de verdad queremos salvar, nos y no pensemos que todo el mundo se salva porque Dios sea muy misericordioso, porque también es justo y la misericordia divina no se inicia nada más que siempre, que exista un arrepentimiento. Después de haber salido del ámbito de amor de Dios se pierde la capacidad de amar, y el amor es sustituido por su antítesis que es el odio. El arrepentimiento es en sí un acto de amor que genera la misericordia divina y sin capacidad de amor nadie recibe ya misericordia sino solo odio y tinieblas.

Examinemos este tema a la luz del N. T. y obremos en consecuencia sobre las palabras del Señor: “Quien quiera salvar su vida la perderá y quien acepte perderla por el Señor, la encontrara”. (Mt10,35). “Yo soy la resurrección y la Vida; el que cree en Mí aun cuando hubiese muerto, vivirá, y todo el que vive y cree en Mí, no morirá para siempre”. (Jn 11,25).
“¡Que estrecha es la puerta y que angosta la senda que lleva a la vida, y cuan pocos los que dan con ella!”. (Mt 7,14). “…, a quien mucho se le dio mucho se le pedirá”. (Lc 12,48).

“La voluntad de mi Padre, que me ha enviado, es que no pierda a ninguno de los que me ha dado, sino que los resucite a todos en el mismo día. Por tanto la voluntad de mi Padre…, es que todo aquel que ve al Hijo y cree en El, tiene vida eterna, y yo le resucitare en el último día”. (Jn 6,39-40).
“…, yo deseo ardientemente que aquellos que Tú me has dado estén conmigo allí donde yo estoy, para que contemplen mi gloria, que Tú me has dado, porque Tú me amaste antes de la creación del mundo”. (Jn 17,24).  25 Padre justo, si el mundo no te ha conocido, yo te conocí, y estos conocieron que tú me has enviado, 26 y yo les di a conocer tu nombre, y se lo haré conocer, para que el amor con que tú me has amado esté en ellos y yo en ellos”. (Jn 17,25-26).

 "23 Mirando en torno suyo, dijo Jesús a los discípulos: ¡Cuán difícilmente entrarán en el reino de Dios los que tienen hacienda! 24 Los discípulos se quedaron espantados al oír esta sentencia. Tomando entonces Jesús de nuevo la palabra, les dijo: Hijos míos, ¡cuán difícil es entrar en el reino de los cielos! 25 Es más fácil a un camello pasar por el hondón de una aguja que a un rico entrar en el reino de Dios. 26 más aún se pasmaron, y decían entre sí: Entonces, ¿quién puede salvarse? 27 Fijando en ellos Jesús su mirada, dijo: A los hombres si es imposible, más no a Dios, porque a Dios todo le es posible”. (Mc 10,23-27).

Han sido muy traídas y llevadas esta figura del camello y la aguja, queriendo quitarle hierro a ala palabras del Señor, se ha buscado la idea de que había un portillo en las murallas y a los camellos les costaba pasar. Las palabras del Señor son reales y lo que entrañan es  una hipérbole, a las que el Señor era muy amigo de emplear. Así tenemos por ejemplo el monte que se trasplanta de lugar o la rueda de molino en la cabeza del que escandalice. Pero también hay que considerar que cuando el Señor empleaba una hipérbole era para poner más énfasis en sus aseveraciones.

         Mi más cordial saludo lector y el deseo de que Dios te bendiga.
Otras glosas o libros del autor relacionados con este tema.

  1. Libro. DEL SUFRIMIENTO A LA FELICIDAD.- www.readontime.com/isbn=8460999858
  2. Libro. CONVERSACIONES CON MI ÁNGEL.- www.readontime.com/isbn=9788461179190
  3. Libro. DEL MÁS ACÁ AL MÁS ALLÁ.- ww.readontime.com/isbn=9788461154913
  4. Libro. CONVERSACIONES CON MI DEMONIO.- http://www.readontime.com/ISBN=9788461650880
  5. Libro. DESEAR LA SANTIDAD.- http://www.readontime.com/ISBN=978-84-617-2274-7
  6. Libro. VIDA DE NUESTRA ALMA.- http://www.readontim.com/ISBN=9788461266364
  • Vale la pena, ¿valió la pena? 26-05-11
  • Carta de un alma condenada 24-11-11
  • ¿Es terrible la condenación eterna?  08-02-12
  • Vías de perdición, vías de salvación 24-08-12
  • #Te va a castigar Dios           12-02-13
  • Cuando un ser querido se condena    11-03-13
  • Perder el alma            25-05-14
  • ¿Estamos predestinados?       08-08-11
  • Quienes nos aman y quienes nos odian         10-11-13
  • Vivir en la carne, vivir en el Espíritu            02-09-14

           La fecha que figura a continuación de cada glosa, es la de su publicación en la revista ReL, en la cual se puede leer la glosa de que se trate.

Si se dese    a acceder a más glosas relacionadas con este tema u otros temas espirituales, existe un archivo Excel con una clasificada alfabética de temas, tratados en cada una de las glosas publicadas. Solicitar el archivo a: juandelcarmelo@gmail.com

 

 

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