Viernes, 26 de abril de 2024

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Alegría y gozo en el sufrimiento

por El Blog de Juan del Carmelo

El Señor nos dejó dicho…: “En verdad, en verdad os digo que lloraréis y os lamentaréis y el mundo se alegrará; vosotros os entristeceréis, pero vuestra tristeza se volverá en gozo”. (Jn 16, 20). Existe un misterioso nexo de relación entre el gozo y el sufrimiento, porque ellos en sí, son dos términos antagónicos. El gozo está reñido con el sufrimiento de la misma forma que la alegría también está reñida con el sufrimiento, porque quien sufre, ni está alegre, ni disfruta. De entrada, alegría y sufrimiento son términos contrapuestos, se está alegre cuando se es feliz, cuando uno disfruta de lo que posee o de lo que piensa poseer; y se está triste, cuando uno sufre, cuando está atenazado por el dolor. Y sin embargo, es posible tanto el gozo como la alegría tenerla en el sufrimiento.

Claro está, que a más de uno, que no esté muy ducho en lides espirituales, esto del gozo y de la alegría en el sufrimiento, le llevará siempre a pensar en el masoquismo. Y ya se encargara su demonio particular en hacerle ver que es de gozar y tener alegría en el sufrimiento, es masoquismo puro y nada más. Pero es de ver que el masoquismo, es una apreciación material del sufrimiento y aquí estamos tratando apreciaciones espirituales. Como antes decíamos, se está alegre cuando se es feliz, pero no siempre esto es así. No se debe de olvidar nunca, que el placer no es felicidad, ni el sufrimiento es tristeza. En esta vida, lo que para unos puede ser felicidad, en otros por razón hastío o por otras razones no genera placer. Y en lo referente al sufrimiento también ya hemos mencionado, que en muchos santos el sufrimiento no genera tristeza, sino alegría.

La alegría es un estado del alma, y este estado se genera, cuando existe la posesión de un bien previamente deseado, se de carácter material o espiritual, o con la esperanza de gozar de este bien deseado. La alegría esencialmente nace con más frecuencia, cuando podemos disfrutar del bien deseado  y amado. Son dos clases de alegrías las que debemos de considerar. La alegría de carácter natural o fisiológico, que es causada por el ocio y la diversión, y que siempre puede ocultar cierto fondo de desesperanza. Y la segunda clase de alegría que es, la que podemos llamar alegría sobrenatural. Como es lógico, aquí nos ocuparemos de la alegría sobrenatural, la alegría que se genera en el alma de la persona que vive en gracia de Dios, que vive unida al amor a Dios, y que es  consciente del don que recibe de su Creador. En esta alma, que vive en gracia de Dios,  se genera también asimismo, la alegría por el pensamiento de que va a poseer a Dios cuando llegue a Él.

Solo la persona que pone sus ojos en miras sobrenaturales, y acepta el sufrimiento como expresión de amor a Dios, puede alcanzar la paz y la alegría necesaria en esta vida, para fijar su meta de felicidad, en el encuentro con su Padre Dios. Cuando se pierde el miedo al sufrimiento, el miedo a la cruz, y se acepta la divina voluntad, se encuentra la alegría y la felicidad en este mundo. Santa Teresa de Lisieux, escribía: “He encontrado la felicidad y la alegría en la tierra, -comprendedme bien; la felicidad y la alegría- pero verdaderamente únicamente las he encontrado en el sufrimiento, pues he sufrido mucho”. El sufrimiento solo puede ser superado y vencido, sublimándolo por medio del  amor. El amor a Dios es el Todo de todo, que todo lo puede dada su omnipotencia. El amor es la única fuerza que tiene el hombre, para conseguir lo que desee. Si no media, el amor a Dios, espiritualmente de nada vale a un alma, el sufrimiento no encauzado en el amor a Dios, carecerá de toda clase de valor sobrenatural.

Como siempre ocurre, en  todo lo que se refiere al orden espiritual, el amor juega el papel fundamental, la llave está en el amor. Decía San Agustín: “Quien ama no sufre de ningún modo el sufrimiento, o si sufre se llega a amar al mismo sufrimiento”. Lo admirable de las heridas de amor es que cuántos las sufren gozan, y ninguno de ellos cambiaría jamás este dolor por todas las dulzuras del universo. No hay dolor en el amor, y, si lo hay, es un dolor amable. “Amar es nuestro oficio, escribía Rusbroquio,. Sufrir ser abrasados en el Amor de Dios es nuestro gozo. Entre el amor y el gozo hay diferencia como entre Dios y su gracia. En cuanto nos adherimos a Dios con amor somos espíritus. Cuando su Espíritu nos arroba nos transformamos y somos gozo”.

Feliz es el alma, que está en todo de acuerdo con la divina voluntad, acepta todo lo que le viene sean goces o tristezas, sufrimiento o bienes, con la misma alegría. Esta alma, ha llegado al Santo abandono y en consecuencia a la Santa indiferencia, sobre todo lo de este mundo. La característica más genuina de esta alma  será siempre la constante alegría incluso en el sufrimiento. Eugène Boyland, refiriéndose a esta clase de almas, señala de ellas que: “Para expresar su amor por Dios, sus amantes no pueden encontrar un modo más adecuado que el del sufrimiento”. La fuerza del fuego del amor a Cristo en nuestros corazones, puede llegar a ser, capaz de transformar en gozo, el mayor de los sufrimientos. Que otra cosa, si no, les pasó a innumerables mártires, que fueron gozosos al martirio por amor a Cristo. ¿Qué explicación, si no, tiene la conducta de un San Ignacio de Antioquia, o más recientemente la de Santo Tomás Moro?, por citar algún ejemplo más conocido. O los ejemplos de los cientos de miles de mártires que han seguido los pasos de su Redentor, en los circos romanos y más tarde en persecuciones, perfectamente organizadas desde movimientos políticos revolucionarios. Últimos ejemplos recientes los tenemos, en el recién terminado siglo XX, como fueron las persecuciones de los llamados Cristeros en Méjico, la misma de España en 1936, las de los países del este, las de  Vietnam, China, y todos los países que fueron sometidos al régimen comunista. Y actualmente tenemos todos los días noticias de los asesinatos de cristianos, en países y zonas controladas por musulmanes

Cuando un alma se siente amada del Señor,  ya nada de este mundo le importa, ni el dolor ni la felicidad terrena, porque ha encontrado su perla preciosa, que a ningún precio está dispuesta a soltarla. Y si a esta alma, el sufrimiento trata de atormentarla, nada conseguirá, porque el amor a su Señor, le ha enseñado a transformar la tribulación en goce. Santa Catalina de Siena, es un claro ejemplo de esto. Para ella, el sufrimiento es la mayor felicidad que tenemos en la tierra, y se quedará estupefacta de que la gente se asombre de ello y continua diciendo Santa Catalina. La muerte es una dicha, y gozar de los bienes del mundo, la única desgracia verdadera. El amor a Dios puede transformar los corazones, hasta límites inimaginables.

Santa Teresa de Lisieux es un claro ejemplo de esta transformación. Son suyas varias expresiones en este sentido, algunas de las cuales ya hemos reseñado antes.

Por el amor a Dios, la persona que se abraza voluntariamente con el dolor acaba por no temblar ante él. La gracia hace milagros y es posible que llegue a encontrar verdadera alegría en echar ceniza a la comida y en dormir sobre una tabla, escribe Leo Trese. Pero seamos realistas y reconozcamos que esto son situaciones finales en el grado de amor a Dios, que desgraciadamente no se dan con mucha frecuencia. Ejemplo de este último grado, es también San Pablo cuando nos dice: Con Cristo estoy crucificado: vivo, pero ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mi”. (Gál 2,19-20), El alma del que esto dice, ya no sufre ha perdido su capacidad de sufrimiento, porque ella, gozosamente se siente también crucificada con Cristo, y de la misma forma que vive la Crucifixión con Cristo, vivirá la Resurrección, con Cristo, y se sentirá plenamente feliz.

Realmente, la aceptación cristiana del sufrimiento puede variar, de acuerdo con el grado de acercamiento que el alma tenga hacia Dios. San Bernardo describe tres actitudes diferentes: Aquellos que están comenzando en la escuela del temor, llevan la cruz de Cristo con paciente sumisión; los que están progresando en la esperanza, la llevan gustosamente y de buena gana; pero aquellos que están consumidos de amor, la abrazan con ardor. Y podemos añadir otra categoría muy generalizada, se trata de aquellos que pretenden darle esquina en esta vida al sufrimiento, se equivocan, es algo imposible, nadie se libra de él, y si a alguien presume de que aún no le ha llegado, que no se pre ocupe porque ya le llegará su cruz. Son muy pocos desgraciadamente, los que están en el otro extremo, aquellos que quieren santificarse con nota.

Si así se lo piden al Señor, en este caso la garantía de obtener sufrimiento es total. Pero…. ¡Tened cuidado!, medir bien vuestras fuerzas, y meditar siempre previamente, lo que en este orden de cosas se le pide al Señor, porque hemos de estar seguros. de que nuestras peticiones en esta materia, serán siempre atendidas. Se de una persona que le pidió cruces para santificarse, y fue cumplidamente atendida. Bien es verdad y no hay que olvidar, que con las cruces Dios da siempre las gracias necesarias para sobrellevarlas, y a nadie le envía algo que él no pueda sobrellevar, por duro que sea. Concretamente en el caso que conozco el interesado jamás se arrepintió de su petición y le dio gracias a Dios por haberle atendido.

Dios nos quiere alegres en este mundo, nos quiere contentos, felices, optimistas. Porque es imposible estar unidos a Él y no participar de su inmensa alegría. Dice San Juan, que: Dios es amor (Jn 4,8). Pero por lo mismo, en su esencia, es también alegría. Nos quiere alegres incluso en el sufrimiento. Si no que otro sentido pueden tener sus propias palabras: Bienaventurados seréis cuando os insulten y persigan y con mentira digan contra vosotros todo género de mal por mí. Alegraos y regocijaos, porque grande será en los cielos vuestra recompensa, pues así persiguieron a los profetas que hubo ante de vosotros”. (Mt 5, 11-12). Y nos quiere alegres también, no sólo en el sufrimiento, sino también en la mortificación: “Cuando ayunes úngete la cabeza…”. (Mt 6,19-21).

Nuestra alegría de cristianos, con o sin sufrimiento, debe de basarse siempre en la realidad de que estamos llamados a ser hijos de Dios, en el hecho de que claramente sabemos, que si sufrimos y morimos con Cristo, resucitaremos con Cristo y seremos divinizados, en al amor a Cristo. Ni siquiera la muerte tiene fuerza o poder sobre nosotros para arrancarnos del seno de Dios. Los sacrificios hemos de llevarlos con alegría, generosamente, sin que nadie note nada, que nadie lea tristeza ni dolor en tu cara, cuando difundes por el ambiente del mundo el aroma de tu sacrificio: los hijos de Dios han de ser siempre sembradores de paz y de alegría. “Guardaos de practicar vuestra justicia delante de los hombres para que os vean; de otro modo, no tendréis mérito delante de vuestro Padre celestial. Por tanto, cuando des limosna, no toques la trompeta delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles para que los hombres los alaben. Os aseguro que ya recibieron su recompensa. Tú, cuando des limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha,  para que tu limosna quede en secreto; y tu Padre, que ve lo secreto, te recompensará”. (Mt 6, 1-4). 

Ya sabemos que lo que se nos pide no es fácil. Sufrir, y encima, ni siquiera tener el desahogo de poner cara larga. Sufrir y aguantar con cara alegre, viendo que a otros la vida les sonríe, y encima ni siquiera poder ser envidioso, sino alegrarse, del bien de los demás. Es duro, ¡claro que es duro!, porque con dureza de amor, trata Dios a los que quiere. A nadie le envía Dios, algo que Él sepa que no puede soportar, por duro que nos resulte, como le dijo a San Pablo, cuando se quejó: “Tienes mi gracia y te basta”. (2Cor 12, 9)

Siempre disponemos de fuerzas para hacer frente a nuestras cruces, si somos capaces de mirarlas de frente con alegría, y pensar que mayor fue la cruz que Él llevó por nosotros. ¡Acaso a Él no lo crucificaron!, ¿y en algún momento se quejó de algún dolor?

Mi más cordial saludo lector y el deseo de que Dios te bendiga.
Otras glosas o libros del autor relacionados con este tema.

  1. Libro. DEL SUFRIMIENTO A LA FELICIDAD.- www.readontime.com/isbn=8460999858
  2. Libro. CONVERSACIONES CON MI ÁNGEL.- www.readontime.com/isbn=9788461179190
  3. Libro. LA SED DE DIOS.- www.readontime.com/isbn=9788461316281 
  4. Libro. CONVERSACIONES CON MI DEMONIO.- http://www.readontime.com/ISBN=9788461650880
  5. Libro. ASEVERACIONES DEL SEÑOR.- http://www.readontime.com/ISBN=9788461557097.
  6. Libro. VIDA DE NUESTRA ALMA.- http://www.readontim.com/ISBN=9788461266364  
  • 125d.-  La cruz de cada uno   07-02-10
  • 358x.-  Valor de nuestras angustias.  18-05-11
  • 361m.- ¿Es bueno sufrir?       24-05-11
  • 661d.-  Valor del sufrimiento 13-01-13
  • 506v.- Sufrimiento y amor    09-03-12
  • 865l.-  Amar es sufrir            24-02-11
  • 874v.-  Gozo en el sufrimiento          14-03-14
  • 886l.-  Sufrimiento del cuerpo, sufrimiento del alma          07-04-14
  • 055d.-  Sufrimiento y felicidad          20-09-09
  • 983s.-  Necesidad de la mortificación           18-10-14
  • 993v.-  Sacrificios      07-11-14
  • 252l.-  Mi sufrimiento glorifica al Señor      18-10-10
  • 943x.-  # Valor de nuestro sufrimiento         30-07-14        

          La fecha que figura a continuación de cada glosa, es la de su publicación en la revista ReL, en la cual se puede leer la glosa de que se trate.

            Si se desea acceder a más glosas relacionadas con este tema u otros temas espirituales, existe un archivo Excel con una clasificada alfabética de temas, tratados en cada una de las glosas publicadas. Solicitar el archivo a: juandelcarmelo@gmail.com

 

 

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