Viernes, 29 de marzo de 2024

Religión en Libertad

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De Ciudad Real a Tarragona, y vuelta

por Victor in vínculis

Celebraciones en Acción de Gracias por los nuevos mártires
Don Francisco del Campo Real, delegado diocesano para las Causas de los Santos, nos cuenta lo vivido en Ciudad Real y Alcázar de San Juan.
 
El día 13 de octubre 2013 quedará inscrito en la historia de la iglesia en España como histórico y memorable, con la beatificación en Tarragona de 522 siervos de Dios, originarios de diversas diócesis y congregaciones religiosas de España, víctimas de la persecución religiosa del siglo XX. Desde ahora sus nombres estarán inscritos en el Martirologio de la Iglesia y serán objeto de veneración y de culto. De los nuevos mártires, 22 son o están relacionados con nuestra diócesis: 6 Trinitarios de Alcázar de San Juan, 15 Religiosos del Corazón de María (Claretianos), asesinados en Fernán Caballero y una religiosa natural de Granátula de Calatrava. Con estos 522 nuevos mártires, el total de mártires del siglo XX en España beatificados será de 1.523. De ellos, 11 han sido ya canonizados.

En todas las iglesias de la diócesis, el día seis de noviembre se celebró la fiesta de todos los mártires. En la Catedral se celebraron tres Misas por esta intención con cierta solemnidad y predicación: a las 9 de la mañana el Delegado de la Causa de los Santos, M.I.S.D. Francisco del Campo Real; a las 10.30, el M.I.S. D. Jesús Abad Ramos y a las 8 de la el M.I.S. D. Miguel Esparza, Vicario General de la diócesis y Presidente del Cabildo Catedral.
El pasado domingo, día 10 el Sr. Obispo de la diócesis, Monseñor Antonio Algora Hernando, se desplazó al Convento de los PP. Trinitarios de Alcázar de San Juan para celebrar la Eucaristía de Acción de gracias, a las 8 de la tarde, con los religiosos trinitarios de la localidad y un numeroso grupo desplazado de toda la geografía española, así como la asistencia de los sacerdotes de la localidad: Religiosos Franciscanos, Religiosas de la Santísima Trinidad y Sagrada Familia. El Templo de los PP. Trinitarios se encontraba abarrotado por vecinos de dicha localidad. Finalizada la Eucaristía, se procedió a la veneración de las reliquias en la capilla dedicada a los mártires Trinitarios.
El Sr. Obispo, profundamente emocionado, destacó cómo la Iglesia sólo desea exponer a la luz, ante todo, el testimonio de hombres y mujeres que murieron por causa de Cristo. Es decir, que si no hubieran sido de Cristo o no hubieran tenido fe, no los habrían matado violentamente. Y no les admira como héroes, sino como testigos de la fe. No es la muerte violenta lo que hace que uno sea mártir, sino la causa de esta muerte. Los mártires morían por Jesucristo, y tenían la certeza de que el destino de Cristo en la gloria era su propio destino. Jesucristo es la causa y el fundamento de todo martirio.
La glorificación de estos mártires es, en definitiva, una proclamación de paz y de reconciliación. Su martirio es una lección ante la historia y un ejemplo a seguir por los cristianos. Al fin y al cabo, la valentía de los mártires ante la muerte violenta no fue mérito suyo, sino una gracia de Cristo. La Iglesia, cuando beatifica a estos siervos de Dios, no lo hace por venganza, ni siquiera para una reparación de la justicia humana, sino para afirmar que el bien es siempre superior al mal.
Se puede resumir en una idea el ejemplo de estos mártires (22 de Ciudad Real) y su respuesta ante la muerte.
De los seis mártires trinitarios que formaban la comunidad trinitaria de Alcázar de San Juan, donde vivían entregados al ministerio sacerdotal en la iglesia conventual de la Santísima Trinidad, y a la enseñanza, en el Colegio que tenía (y tiene) su sede en el convento, lo que más llama la atención, en estos mártires, es que al menos tres de ellos tuvieron la oportunidad de haber escapado de la muerte, por diversos ofrecimientos; sin embargo, todos respondieron por igual: “Lo que sea de mis hermanos, que sea también de mí”. Son mártires de la fraternidad reunida en torno al Señor Jesús, y al que no quisieron renunciar. También es admirable la serenidad ante el martirio, el espíritu de fe con que vivieron sus últimos días: su prisión y muerte.
De los 16 mártires Claretianos, 14 eran seminaristas a punto de ser ordenados sacerdotes; la muerte les sorprendió con las ilusiones evangelizadoras apenas estrenadas. Su grito ante la muerte, ¡Viva Cristo Rey!”, “¡Viva el Corazón de María!”, había pasado por el filtro del “Vía-Crucis” que duró varios días. Gritaban aquello por lo que habían vivido y por lo que consideraban que valía la pena incluso morir. Abrazados a la cruz de Cristo, llenos de confianza, se entregaron en las manos del Padre, que los llamó, y de la Madre que siempre los acompañó.


 
La Hija de la Caridad Dolores Ursula Caro Martín nacida en Granátula de Calatrava (Ciudada Real) y asesinada en Vallecas, el tres de septiembre de 1936, había consagrado su vida en servicio de los pobres y enfermos por amor a Cristo. Sor Dolores, Sor Andrea Calle y Sor Concepción Pérez Giral, expulsadas de la Casa de Misericordia de Albacete por las autoridades y amenazadas de muerte, se refugiaron en Madrid, en la casa de un pariente de sor Dolores. Una de ellas buscaba ayuda en casa de otro familiar en Vallecas. Las otras dos la acompañaron. No fueron recibidas y sí denunciadas, apresadas y martirizadas
¿Qué supone, para los cristianos de hoy la beatificación de unos cristianos tan cercanos en el tiempo? Como ha escrito el Vicario General de la Orden Trinitaria, P. Pedro Aliaga, en la introducción a la biografía de estos mártires trinitarios:
Estoy convencido de que no sabemos valorar, como se debe, el rol que nuestros mártires han tenido en nuestra vocación, cristiana y trinitaria. Si Tertuliano podía decir… que la sangre de los mártires es semilla de cristianos, la Iglesia española de hoy es hija deudora de gratitud hacia las memorias de sus mártires, y los trinitarios de hoy somos fruto, misterioso y real, de la fidelidad heroica de aquellos frailes que dieron su vida por Cristo. Ojalá la futura beatificación, como las demás que estamos viviendo a lo largo de estos años, nos incite a conocer y a adquirir una auténtica y encendida devoción hacia nuestros mártires. Ojalá su glorificación en la tierra continúe provocando frutos de vida en la Iglesia, en la Orden y en la Familia Trinitaria”.
Se beatifica un modo de ser fieles a la fe en Cristo. Aquellos jóvenes claretianos del seminario de Ciudad Real y asesinados en Fernán Caballero aceptaron, la muerte violenta desde la confianza en Dios y desde el perdón a quienes les quitaban la vida. Su gesto martirial es un poderoso anuncio de la esperanza en aquel “cielo nuevo y la nueva tierra en que habitará la justicia” (2 Pe 3.13) y del camino que conduce hacia ellos.

           Los cristianos de hoy en día tienen en estos mártires un ejemplo de que la fe en Dios es capaz de dar sentido a la vida y de llenar el corazón de esperanza frente a las mayores dificultades.
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