Viernes, 26 de abril de 2024

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La Virgen no es un jefe de correos

La Virgen no es un jefe de correos

por Un alma para el mundo

 Cada día llegan a nuestro correo electrónico, al menos al mío, mensajes atribuidos a la Virgen y al Señor por distintos visionarios que pueden aturdir a los crédulos. No suelo hacer caso de ninguno, aunque  estén dentro de la más estricta ortodoxia. Sí que es cierto que el Señor y la Virgen han utilizado ocasionalmente  a personas para transmitirnos oportunos mensajes en los que se nos recuerdan verdades que ya están contenidas en la Revelación oficial. Tenemos el caso de tantos santos a lo largo de la historia (Santa Teresa, San Juan de la Cruz, Santa Teresita de Niño Jesús, Santa Faustina, etc.).

    Pero el Evangelio es el Gran Mensaje dado a la humanidad hace dos mil años a través de los evangelistas, y que, por ser Palabra de Dios, está en plena vigencia. Ahí tenemos nuestro alimento diario. Si quieres escuchar un mensaje de Dios vete a la Biblia, y más en concreto al Nuevo Testamento.

    La proliferación de mensajes en nuestros días nos puede ofuscar el alma, pretendiendo con buena intención escuchar la Voz de Dios y de la Virgen como si nunca nos hubieran hablado. Y si hablan de profecías catastróficas suscitan más interés por el morbo que acompaña al tema. Ha habido mensajes que profetizaron el fin del mundo para distintas fechas pasadas, y que nos recomendaban incluso el acopio de alimentos y cerrar bien las puertas y ventanas  para evitar el mal que le iba a venir a la humanidad de modo inminente. Indudablemente se dan casos puntuales de catástrofes (pensamos en Filipinas), pero no es el fin del mundo. Hay mensajes que datan el fin del mundo para el año 2016 después de haber fallado en el año 2012. Y así infinidad de advertencias que pretenden poner en vilo a la humanidad y lograr forzar una conversión por el camino el miedo. Este panorama no tiene nada que ver con el camino que el Señor nos ofrece en el Evangelio para abrirnos al amor de Dios y del prójimo.  

 

     Por todo ello vienen muy oportunas las recientes palabras pronunciadas por el Papa Francisco en una de sus homilías diarias, y que nos deben hacer pensar:

 «La Virgen no es un jefe de la oficina de Correos para enviar mensajes todos los días»

 

«La curiosidad –comentó el Pontífice – nos impulsa a querer sentir que el Señor está acá o allá; o nos hace decir: “Pero yo conozco a un vidente, a una vidente, que recibe cartas de la Virgen, mensajes de la Virgen”. Pero, mire, ¡la Virgen es Madre! Y nos ama a todos nosotros. 

 

     “Estas novedades – afirmó el Papa – alejan del Evangelio, alejan del Espíritu Santo, alejan de la paz y de la sabiduría, de la gloria de Dios, de la belleza de Dios”.

Porque “Jesús dice que el Reino de Dios no viene para atraer la atención: viene en la sabiduría”. 


“¡El Reino de Dios está en medio de ustedes!”, dice Jesús: es “esta acción del Espíritu Santo la que nos da la sabiduría, la que nos da la paz. El Reino de Dios no viene en la confusión, así como Dios no habló al profeta Elías en el viento, en la tormenta” sino que “habló en la brisa suave, la brisa de la sabiduría”»

    Cuando estamos pendientes de los mensajes nos pica más la curiosidad que el verdadero interés por seguir al Señor por el camino ordinario, con toda sencillez y naturalidad. Hace falta mucha humildad para ser discípulo de Cristo buscando solo el Reino de Dios y su Justicia, lo demás es una añadidura que no afecta a lo esencial.

     El papa pone el ejemplo de Santa Teresita:   «Así Santa Teresita - Santa Teresa del Niño Jesús - decía que ella debía detenerse siempre ante el espíritu de la curiosidad. Cuando hablaba con otra hermana y esta religiosa relataba una historia, algo de la familia, de la gente, algunas veces pasaba a otro argumento y ella tenía ganas de conocer el final de esta historia. Pero sentía que aquello no era el espíritu de Dios, porque era un espíritu de dispersión, de curiosidad. El Reino de Dios está en medio de nosotros: no buscar cosas extrañas, no buscar novedades con esta curiosidad mundana. Dejemos que el Espíritu nos lleve adelante, con esa sabiduría que es una brisa suave. Éste es el Espíritu del Reino de Dios, del que habla Jesús”.

 

    Hay que buscar a Dios en la paz de los Sagrarios, en los Sacramentos, en la belleza de la Liturgia, en el hermano que necesita mi caridad y mi comprensión, en el enfermo, en el pobre, en el que se me cruza en el camino de la vida diaria… Dejar a Dios ser Dios, y a la Virgen ser Madre de esta gran familia de los hijos de Dios que caminan por la vida, generalmente sin hacer mucho ruido. Es el silencio el clima más propicio para escuchar el "mensaje" diario que viene del Cielo a nuestro corazón.

 Juan García Inza



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