Viernes, 29 de marzo de 2024

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Alcohol y drogas en el noviazgo

 



  Uno de los avances que se han dado últimamente en el terreno social, atañe a la consideración de igualdad del hombre y la mujer. Cosa que por otra parte es obvia, pero muchas veces lo obvio es lo más difícil de descubrir y de explicar. Sin embargo, hay que tener en cuenta que una cosa es que sean iguales como personas y como sujetos de derecho, y otra es que un hombre sea igual a una mujer. No hace falta nada más que tener un hijo y una hija, para darse cuenta de la diferencia que hay.

  Para que una pareja funcione, el hombre tiene que ser tratado como tal y la mujer también.

  En este último apartado nos damos cuenta que la mujer está llevando la peor parte, existe mucha violencia física y sicológica contra ella. También contra el hombre, pero ésta es más sicológica que física. No voy aquí a hablar de las causas de la violencia, porque éste no es el propósito. Probablemente, tampoco supiese hacerlo con la suficiente profundidad.

  En lo que sí me gustaría incidir es en el hecho de que, de unos años a esta parte, en un amplio segmento de la juventud, se está  identificando la diversión con la ingesta de drogas y alcohol. Nadie negará que estos hábitos están teniendo una influencia grande en las relaciones de pareja y en la agresividad que aparece en las mismas.

  Se puede estar conociendo a una persona y quizás no darnos cuenta de la importancia con que estos hábitos de vida influirán en su conducta futura.

  Cuántas veces, al teminar una conferencia sobre relaciones de pareja, alguien consulta sobre algo relacionado con lo que venimos hablando. Incluso alguna vez, alguien me ha llegado a comentar  que se ha casado con una persona que no sabía que era alcohólica. Porque - decía- bebía lo que los demás, tomaba lo que todo el mundo. Vamos, que hacia lo normal.

  No haría lo normal. Hay que tener en cuenta, que lo  normal es lo que se atiene a una norma, lo frecuente es lo que hace la mayoría.

   Lo que de novios aparece como una forma de divertirse, una vez casados, esas conductas empiezan a presentarse como negativas e insoportables en la relación. Antes formaban parte de la diversión, ahora de la vida. Nadie, por lo general, te va a decir: “Oye, tu novio, tu novia bebe más de la cuenta, o bebe mucho”. No es políticamente correcto. Aparte de que los baremos están dislocados. Se puede decir, sin temor a equivocarse, que la mayoría de los jóvenes que beben, lo hacen en una cantidad excesiva para su salud y negativa para el futuro de una relación.

  Con una persona que esté enganchada a drogas, del tipo que sean, es imposible llevar una convivencia que tenga  cierta normalidad.

  Una persona que reúna esos habitos, podemos decir que, en muchos casos, está incapacitada para querer; se le hace muy difícil, si no imposible, amar al otro. Tengamos en cuenta que uno de los componentes del amor es la voluntad, junto con la inteligencia y el sentimiento. Una persona sin voluntad, no es libre para querer. Cuanto más adicta sea a sustancias que le cambian su forma de ser, de pensar, de comportarse como es, y cuanto más incapaz sea de liberarse de estas sustancias, más difícil se le hará querer, más difícil será, por tanto, la convivencia.

  Muchos de los fracasos matrimoniales de los próximos años se están fraguando en nuestros días. No nos quepa la menor duda de que muchas de las causas tienen relación con lo que estamos comentando.
Ante hechos como los que digo, la mujer se encuentra con dificultad para dejar al otro. Le parece que es una falta de humanidad, algo mal hecho. Se está exponiendo a un fracaso rotundo en su vida.

  El noviazgo es una época en la que se conoce a una persona para ver si uno es capaz de compartir su vida, toda ella, pero especialmente la afectiva, con el otro. Hay que tomar decisiones con frialdad, sabiendo “ver” el futuro. Reconociendo que no somos ONGS que se dediquen a deshabituación de adicciones. No es fácil de resolver.

  El hombre, cuando la que tiene el problema con las drogas o el alcohol es la mujer, lo suele ver con más distanciamiento, y se da más fácilmente cuenta de que esa persona, al menos por el momento, no es la que él esperaba como madre de sus hijos.
  Como consecuencia de estos comportamientos, hay mucho sufrimiento en la sociedad, que podría ser evitable, pero por no saber manejar los sentimientos, se producen sufrimientos difícilmente solucionables. Hay que actuar  ¡antes!

contreras@jmcontreras.es
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