Viernes, 29 de marzo de 2024

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¿Ha cambiado algo en España desde que se fue ZP?

por En cuerpo y alma

 
            Un año y medio que fue desalojado del poder aquel accidente de la historia española que se llamó ZP, un señor de procedencia incierta, que fue improvisando a medida que avanzaban sus días en la Moncloa una ideología y un equipo a base de las personas de menor talla intelectual que hayan llegado al gobierno de la nación desde los tiempos de la República, para al final, dejarlo todo hecho unos zorros y la nación al nivel más bajo que podía haber rayado en cualquiera de los aspectos que uno evaluara.
 
            El 20 de noviembre de 2011, el pueblo español, instalado hasta entonces en una nube de nirvano hedonismo y derroche, que tardó nada menos que siete años y medio en darse cuenta del descalabro que se le venía encima a pesar de que todos los signos lo enunciaban con meridiana claridad -“¿Teniendo ojos no veis y teniendo oídos no oís?” (Mc. 8, 18) que decía Aquél-, decide dar una vuelta de timón y confiar el gobierno de la nación a una nueva fuerza política, en un intento desesperado de enderezar el alarmante rumbo que habían tomado sociedad y economía españolas y que ya nadie era capaz de desmentir.
 
            ¿Cuál es la impresión que le queda al votante un año y medio después de aquel cambio, cuando el nuevo Gobierno ya ha dado señales evidentes de lo que constituye su programa de actuaciones?
 
            Pues bien, la impresión general que queda es la de que lo único que se ha hecho es cambiar a los ineptos zetapistas por unos nuevos señores algo menos ce(ta)porros y algo más preparados para que cambiaran todo cuanto era necesario para que nada cambiara y los “supuestos avances” pesoítas quedaran definitivamente consolidados, anulando de paso las fuerzas de oposición existentes en la sociedad mientras el que gobernaba era el inepto de ZP.
 
            Así, desde el punto de vista meramente político, no se ha observado cambio alguno en la administración del estado, donde todo sigue exactamente igual, con el desbarajuste de las diversas administraciones territoriales abandonadas al orgasmo de la deslealtad hasta grados incluso superiores, si cabe, a los reinantes en los nefastos tiempos del zetapismo; con un número muy similar de “asesores”, “amiguetes”, y “enchufados”; ¡y hasta con los que ayer pegaban tiros y pueden volver a hacerlo mañana pisoteando impunemente las alfombras rojas del poder!… ¡Ah, pero eso sí!, con una batería de impuestos como nunca antes había conocido este país, algunos evidentes, otros encubiertos bajo hermosas palabras, para poder hacer posible la orgía de cargos públicos que aqueja a nuestra economía.
 
            Desde el punto de vista social, el pepeísmo rampante no ha dado marcha atrás en una sola de las nefastas reformas que desde el gobierno zetapista se implantaron para transformar la sociedad a golpe de decreto, y siguen vigentes todas aquellas leyes contra natura implementadas por el pesoísmo y que incluso, en lo que ahora parece un ejercicio de auténtica hipocresía, el pepeísmo combatía, votaba en contra e incluso mandaba al menos constitucionalista de los tribunales que es precisamente el Tribunal Constitucional: la ley de protección integral contra la violencia de género que consagraba la superioridad de la mujer frente al hombre; la ley de matrimonio homosexual y la ley de divorcio express que destruían el concepto de familia y de matrimonio; la ley de aborto que implantaba el más aberrante derecho que haya conocido la Historia del Derecho desde los tiempos de Roma, nada menos que el de la mujer a eliminar a su propio hijo dentro de su propio vientre, consolidando, de paso, el descalabro que para la pirámide social y el estado del bienestar representa dicho derecho; y tantas otras leyes de infausto recuerdo…
 
            Para decirlo todo como es y no faltar a la verdad, por lo menos según la contempla este cronista, también hay cosas que sin llegar a estar bien, están menos mal. Se ha notado cierta mejoría en la representación de nuestra nación en los foros internacionales, donde el descrédito alcanzado por la administración ZP había superado ampliamente el grado de la comedia bufonesca, con escenas que producían sonrojo e impotencia (pinche aquí sobre el tema); se ha implantado cierto orden en las cuentas públicas, aunque como se ha dicho arriba, haya sido a costa de esquilmar a un sufrido contribuyente que ya no da más de sí y sin llevar a cabo una sola reforma significativa para adelgazar una administración a todas luces fofa, con nulos cambios en el infumable estado de las autonomías, y muy escasos en el insostenible “estado de los asesores y los amiguetes”; se intenta, aunque con pasos torpes y sin la energía ni la firmeza que la penosa situación exige (pinche aquí si le interesa el tema), una mejora en los niveles educativos, caídos a nivel de vergüenza internacional certificada por todos los organismos que conocen de la materia, causa última del verdadero cáncer que asuela este país que no es otro que el paro; se ha puesto punto final a la diferenciación entre españoles progresistas buenos y españoles fascistas malos; se ha notado cierto sosiego en lo que el anterior Gobierno daba en llamar “avances progresistas” para desfigurar la sociedad hasta que no la reconociera “ni la madre que la parió”, como dijo aquel ingenioso dirigente pesoíta al que toda la fuerza se le va por la boca, manteniendo en el congelador las leyes que aquél no tuvo tiempo de implantar a nivel nacional -aunque lo sigue intentando en la medida de lo posible desde sus plataformas autonómicas de poder-, siempre con nombres rimbombantes y engañosos, como “Ley de muerte digna” llamada a legalizar la eutanasia incluso de terceros, o “Ley de igualdad de derechos”, llamada a limitar la objeción de conciencia y a castigar a cuantos se opongan a los “nuevos derechos de tercera generación”, las cuales serán, no les quepa duda, las primeras que apruebe el próximo gobierno “progresista” que tenga este país de nuestros dolores.
 
            Llegados a este punto la pregunta es: ¿valió la pena el esfuerzo realizado para desembarazarse del inepto Gobierno zetapista? ¿era para esto que los españoles votaron el 20 de noviembre de 2011? He intentado aportar unas pistas... Ahora, que cada uno decida.
 
 
            ©L.A.
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