Domingo, 05 de mayo de 2024

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De la Virgen del Perpetuo Socorro: una reseña histórica

por En cuerpo y alma

 
            Una advocación mariana que me es muy querida, por haberlo sido desde siempre en mi familia paterna, es la de la Virgen del Perpetuo Socorro. Tanto que, fíjense Vds. lo que son las cosas, cuando con ocasión de casarme fui a pedir mi partida de bautismo, descubrí en ella que uno de los cuatro nombres con los que me había mandado bautizar mi padre era, precisamente, el de “del Perpetuo Socorro”, secreto que nunca me reveló y que se llevó a la tumba cuando, desgraciadamente demasiado pronto, nos privó para siempre de su impagable compañía, descubriéndolo yo, como les he contado, cinco años más tarde de su muerte.
 
            La del Perpetuo Socorro es una preciosa advocación mariana procedente de Creta. La imagen sobre la que reposa, pintada al temple sobre madera, de 53 cm de alto por 41,5 cm de ancho, nos muestra sobre fondo de oro, a cuatro personajes, a saber, la Virgen María, el Niño Jesús, y a los costados arriba, en segundo plano y de menor tamaño, los arcángeles San Miguel y San Gabriel, todos ellos identificados por su correspondiente abreviatura en griego, a saber, las siguientes:
 
            MP OY [Meter Theou, Madre de Dios], en los ángulos superiores del icono.
            O AP M [O Arjanguelos Mijael] sobre el arcángel a la izquierda del que mira.
            O AP G [O Arjanguelos Gabriel] sobre el arcángel a la derecha del que mira.
            IC XC [Iesus Jristos] a la derecha de la cabeza de Jesús Niño.
 
La imagen antes de la restauración La imagen después de la restauración

 
            La Virgen viste túnica roja y manto azul marino. Tiene en la frente dos estrellas. Las coronas de oro y pedrería del Niño y de la Madre son regalos del Capítulo Vaticano para su coronación. En cuanto al niño, aparece de cuerpo entero, con túnica verde ceñida con faja roja, y un manto rojizo le cuelga del hombro. Tiene entrecruzadas las piernas y lleva los pies calzados con simples sandalias, con la peculiaridad, quizás el rasgo más distintivo de la imagen, de que la del pie derecho le cuelga. Los instrumentos que presenta San Gabriel son la cruz griega de doble travesaño y cuatro clavos. San Miguel, la lanza y la esponja.
 
            En cuanto a la escena, representa el momento en el que tras presentarle los arcángeles los instrumentos de su futuro calvario al niño, éste se asusta y se procura socorro en los brazos de su madre, con un movimiento tan brusco, que le lleva incluso a desprenderse de la sandalia del pie derecho.
 
            Por lo que hace a la advocación en sí misma, cuenta la leyenda que la imagen fue robada en Creta por un comerciante que la trasladó a Roma para su venta. Una vez en Italia, la propia Virgen María, apareciéndose en sueños a varias personas, manifiesta el deseo de ser venerada en la iglesia de San Mateo, en Roma, cosa que no consigue hasta que lo hace a la hija de la mujer que guardaba la imagen, a la que le dice: “Dile a tu madre y a tu abuelo que Santa María del Perpetuo Socorro os advierte que la llevéis de vuestra casa a una iglesia, o moriréis en poco tiempo”. La referida mujer atendió la orden comunicada y donó el cuadro a la iglesia de San Mateo de los Padres Agustinos, donde será entronizada el 27 de marzo de 1499.
 
            Cuando en 1798 las tropas napoleónicas entran en Roma, destruyen varias iglesias, entre las cuales la de San Mateo, y aunque la imagen es escondida por los agustinos, hasta que en 1855 los redentoristas compren unos terrenos al lado de la Via Merulana, muy cerca de la iglesia de Santa María la Mayor, en la que se alzó en su día la iglesia de San Mateo, no volverá a aparecer, descubierta ahora por el padre Miguel Marchi. El 19 de enero de 1866 la imagen se exhibe en la nueva iglesia de San Alfonso, en parecido emplazamiento a aquél en el que había sido exhibida durante tres siglos.
 
            La Virgen del Perpetuo Socorro es patrona de los corredores de seguros en España. Y lo es también de Haití, adonde la llevaron los padres redentoristas edificándole un santuario en Béle-Aire, cerca de Puerto Príncipe, la capital. En 1883 una terrible epidemia de viruela azotaba el país. Los devotos acudieron a la Virgen y le hicieron una novena. La epidemia cesó milagrosamente, siendo nombrada santa patrona del país. Con ocasión del centenario de tal nombramiento, en 1993 el Papa Juan Pablo II visitó Haití.
 
            Celébrase su fiesta el 27 de junio, es decir, tal día como antier.
 
 
            ©L.A.
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