Sábado, 20 de abril de 2024

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¿Portó efectivamente Jesús su cruz o lo hizo en su lugar el Cireneo?

por En cuerpo y alma

 
            Pregunta pertinente, porque de no haberse escrito el Cuarto Evangelio entre treinta y cuarenta años después de los tres Sinópticos, en el imaginario cristiano no existiría esa imagen tan propia y característica de la Semana Santa en que consiste, precisamente, el portado de la cruz a hombros de Jesús.
  
Mateo, Marcos y Lucas

           Por lo que a dicho episodio se refiere, así nos lo cuenta Marcos:
 
            “Cuando se hubieron burlado de él, le quitaron la púrpura, le pusieron sus ropas y le sacan fuera para crucificarle. Y obligaron a uno que pasaba, a Simón de Cirene, que volvía del campo, el padre de Alejandro y de Rufo, a que llevara su cruz” (Mc. 15, 20-21)
 
            Y así lo hace Mateo:
 
            “Cuando se hubieron burlado de él, le quitaron el manto, le pusieron sus ropas y le llevaron a crucificarle. Al salir, encontraron a un hombre de Cirene llamado Simón, y le obligaron a llevar su cruz”. (Mt. 27, 31-32)
 
            Y así Lucas:
 
            “Pilato sentenció que se cumpliera su demanda. Soltó, pues, al que habían pedido, al que estaba en la cárcel por motín y asesinato, y a Jesús se lo entregó a su deseo. Cuando le llevaban, echaron mano de un cierto Simón de Cirene, que venía del campo, y le cargaron la cruz para que la llevara detrás de Jesús”. (Lc. 23, 24-26).
 
            Relatos los tres de los que no cabe concluír sino que Jesús no carga con la cruz en la que luego será colgado en ningún momento de la condena.

Juan
 
            Sólo Juan, como decimos arriba, realiza un relato que permite sostener semejante afirmación.
 
            “Tomaron, pues, a Jesús, y él cargando con su cruz, salió hacia el lugar llamado Calvario, que en hebreo se llama Gólgota” (Jn. 19 1617).
 
            Si bien lo que nos falta en Juan es, precisamente, el personaje común a los tres Sinópticos, Simón Cireneo, y en consecuencia, el portado de la cruz por alguien distinto del propio condenado, de donde se ha de colegir que según Juan, Jesús cargó con su cruz a lo largo de toda la Vía Dolorosa. Cosa, por otro lado, difícil de aceptar dadas las condiciones físicas en las que se hallaría después de la colosal paliza que según relatan tres de los cuatro evangelistas, el propio Juan incluído -Lucas, curiosamente no lo hace-, había recibido previamente a latigazos.

            Conclusión: la exégesis evangélica permite descartar un trabajo "al alimón" entre Jesús y el Cireneo. O bien Jesús portó su cruz y lo hizo hasta el final, como indica Juan, o bien no la portó sino que lo hizo el Cireneo, según señalan Mateo, Marcos y Lucas.
 
            La literatura cristiana toma conciencia de la posible discrepancia muy pronto, y ya en la primera armonización de los evangelios que conocemos, la que realiza Taciano antes, en cualquier caso, del año 170, y que conocemos como “Diatessaron” (del griego
διὰ τεσσάρων, dia tessarōn, de dia, “a intervalos de” y tessarōn “cuatro”), se resuelve de la siguiente manera:
 
            “Y los judíos tomaron a Jesús y marcharon para crucificarlo. Y salió cargándose su cruz. Le quitaron el vestido de púrpura y escarlata, con el cual estaba vestido, y le pusieron sus vestidos. Y cuando iban con él, encontraron a un hombre, Cireneo, que venía del campo, de nombre Simón, padre de Alejandro y de Rufo; le obligaron a que llevara la cruz de Jesús. Y tomando la cruz, se la impusieron, para que la llevara y fuera detrás de Jesús. Y Jesús iba por delante y su cruz detrás de Él.” (op.cit. 51).
 
            Es decir, que Jesús sólo carga con su cruz nada más salir del pretorio, el “lithostrotos” como lo llama Taciano de acuerdo con Juan, todavía vestido con las ropas que la ha impuesto la soldadesca romana para burlarse de él, y sólo a partir del momento en que una vez fuera sus propios compatriotas le quitan la ropa y le imponen de nuevos sus vestidos, deja de cargar con la cruz para pasar a hacerlo el Cireneo.
 
            La posible discrepancia entre los sinópticos y Juan vuelve a ser objeto de conciliación con el Via Crucis, una práctica muy antigua, probablemente tan antigua como el s. IV, aunque definitivamente consolidada hacia el s. XV en Tierra Santa en el entorno franciscano y así, cuando se establecen las catorce estaciones, el tema se resuelve dedicándole hasta tres estaciones relacionadas:
 
            Segunda Estación: Jesús carga la cruz.
            Tercera Estación: Jesús cae por primera vez.
            Quinta Estación: Simón el Cirineo ayuda a Jesús a llevar la cruz.
 
            De manera que cuando Jesús, en la séptima estación, vuelve a caer por tierra, ya no está portando la cruz.
 
 
            ©L.A.
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