Sábado, 20 de abril de 2024

Religión en Libertad

En San Felices de los Gallegos (Salamanca)

Un cura de 90 años regala a su pueblo un castillo que su padre compró a la Casa de Alba

El padre Francisco de Dios, en un acto
El padre Francisco de Dios, en un acto

Efe / ReL

El sacerdote Francisco de Dios, natural y residente en la villa salmantina de San Felices de los Gallegos, ha informado públicamente de la donación del castillo de su propiedad, del siglo XIII, a este municipio para uso y disfrute, en su caso económico, de sus convecinos.

Destaca la torre del homenaje, convertida en uno de los referentes visuales de la línea de fortificaciones existente a ambos lados de la frontera geográfica de España y Portugal, cuya primera construcción pertenece al rey luso Don Dinís (Dionisio I de Portugal), en 1260, aunque, lo que se puede apreciar hoy es una obra encargada por el tercer duque de Alba, a principios del siglo XVI.

El castillo en cuestión,
protegía la frontera con Portugal

"La idea es que el castillo sea tutelado por el Ayuntamiento y todos los beneficios sean para el pueblo", ha explicado hoy el sacerdote de noventa años de edad.

Desde 1997, cuando fue restaurado por la Junta de Castilla y León con una inversión de 300.000 euros, los restos de la fortaleza se han convertido en un centro de interpretación tanto de la villa de San Felices -declarada Conjunto Histórico-Artístico- como de la ruta de fortificaciones de la frontera hispanolusa colindante con la provincia de Salamanca.

Francisco de Dios es el heredero de este castillo, ya que la Casa de Alba lo abandonó y su padre, Ángel de Dios, lo pudo comprar con 33.000 reales hace ochenta y ocho años.

"Varios vecinos del pueblo se adueñaron del castillo y decidieron tirarlo para aprovechar la cantería, pero mi padre no lo permitió y se lo compró" a la Casa de Alba, ha explicado.



Para lograr el dinero suficiente, Ángel del Dios tuvo que recurrir a un hermano cura que tenía en Puerto Rico, Ignacio, que le envió todo el dinero.

En 1954 unos argentinos ofrecieron por el castillo catorce millones de pesetas, pero el trato no fraguó, ha recordado entre otras vicisitudes.

Ahora, después de algún tiempo cerrado, esta torre se encuentra abierta al público y "cuando me muera quiero que sea un beneficio para la gente de San Felices de los Gallegos", asegura el dueño.

El acuerdo se ha formalizado, tras un escrito que el propio dueño ha enviado firmado al Ayuntamiento de San Felices de los Gallegos.

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