Viernes, 19 de abril de 2024

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De otros argentinos camino de los altares

por En cuerpo y alma

    
Beato Ceferino Namuncurá

          Si bien santos, lo que se dice santos, y como hemos tenido ocasión de conocer, en Argentina sólo hay uno, San Héctor de Valdivielso (pinche aquí si desea conocerlo), sí que hay otros argentinos que han iniciado ya el camino hacia lo más alto de los altares.
             
           Propiamente argentinos se puede hablar aún de dos beatos: el aborigen Ceferino Namuncurá, sobre el que el comentarista que firma como Juan me preguntaba en el artículo que dediqué a San Héctor Valdivielso, y la religiosa María del Tránsito Cabanillas.
 
            Ceferino Namuncurá es nieto del cacique Calfucurá, nació en 1886 en Chimpay en Argentina y murió en Roma en 1905, a los 19 años, de tuberculosis. Educado con los salesianos de la Patagonia, quería ser sacerdote. Se caracterizó por su fe y su ferviente deseo de proclamar el Evangelio a sus coterráneos aborígenes. Es beato desde el 11 de noviembre de 2007. Se celebra su fiesta el 26 de agosto.
  
Beata María del Tránsito Cabanillas

           María del Tránsito Cabanillas nació en Carlos Paz (Córdoba) en 1821. Se dedicó a la formación cristiana de la infancia pobre y abandonada, fundando el Instituto de las Hermanas Misioneras de la Tercera Orden de San Francisco. Murió en 1885. Fue beatificada el 14 de abril de 2002. Se celebra su fiesta el 25 de agosto.
 
            Se pueden considerar argentinos por su relación con el país, aunque no fueran propiamente nacidos en Argentina, otros cuatro beatos: el enfermero Artémides Zatti, las religiosas Nazaria March Mesa y Ludovica De Angelis, y la niña Laura Vicuña.
 
            Artémides Zatti nació en 1880 en Italia, llegó a los 17 años a Argentina y murió en 1951. Se consagró a la atención de los enfermos en el hospital San José de Viedma durante 40 años, hasta su muerte. Con su bicicleta visitaba a los enfermos de esa ciudad y Carmen de Patagones. Fue coadjutor salesiano. Fue beatificado en 2002. Se celebra su festividad el 15 de marzo.
 
            Nazaria March Mesa nació el 10 de enero de 1889 en Madrid, y tras misionar en Méjico y Bolivia, el 12 de febrero de 1927 funda la Congregación religiosa diocesana de las Hermanas Misioneras de la Cruzada Pontificia, y el 10 de diciembre de 1938, ya en Buenos Aires, una asociación de señoritas de nombre de Margaritas Pontificias del Pilar. Fue beatificada el 27 de septiembre de 1992. Se celebra su fiesta el 6 de julio.
 
            Ludovica De Angelis, nacida Antonina, vio la luz en Nápoles el 24 de octubre de 1880. Perteneció a la Congregación de Hijas de La Misericordia de Santa María Josefa Rosello, que la envía a la Argentina, donde trabaja en el Hospital de Niños de La Plata, que hoy lleva su nombre, del cual llego a ser directora. Fundó un solario para niños abandonados en Mar del Plata, donde muere en 1962 a los 82 años. Fue beatificada en 2005. Celébrase su festividad el 25 de febrero.
  
Laura Vicuña

           Laura Vicuña, por último, nace en Santiago, Chile el 5 de abril de 1891. Muerto su padre, se establece con su familia en Neuquén, en Argentina, donde su madre se amanceba con un rico propietario, Manuel Mora, para salir adelante. Aunque Manuel se encapricha de la niña, ésta nunca atiende sus solicitudes. Contristada por el irregular estado en el que vive su madre, ofrece su vida por su conversión. Cae enferma y antes de morir, hace prometer a su progenitora que terminará con dicha situación. Aceptada por la madre la promesa, Laura muere en Junín el 22 de enero de 1904 pronunciando estas palabras: “¡Gracias, Jesús!, ¡Gracias, María!, ¡Adiós, Mamá!, ¡Ahora muero contenta!”. Fue beatificada el 3 de septiembre de 1988, siendo el primer argentino/a nunca beatificado, once años antes que el propio San Héctor Valdivielso, aunque éste haya sido ya canonizado y Laurita aún no. Se celebra su festividad el 22 de enero.
 
            Como pueden comprobar Vds., tienen todos los beatos argentinos algo en común: haber iniciado su camino hacia los altares durante el papado de Juan Pablo II.
 
 
            ©L.A.
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