Lunes, 29 de abril de 2024

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Camino a la felicidad

por El Blog de Juan del Carmelo

            Todos queremos ser felices, a nadie le gusta ni la adversidad ni la desgracia. El cien por cien de nuestras  energías las empleamos en la adquisición de felicidad, aunque muchas veces no comprendamos a los demás, porque lo que a ellos les produce felicidad a nosotros no nos la produce. Pero, ¿Qué es la felicidad? Para el DRAE, la felicidad es: Estado del ánimo que se complace en la posesión de un bien. Sin embargo son muy variada las definiciones que podemos encontrar acerca de lo que es la felicidad, pues la mayoría  de ellas la centran sobre lo que el hombre desea; pero el hombre es un ser inconstante en sus deseos. Fijémonos en nosotros mismos y veremos que ahora no deseamos lo mismo de deseábamos en nuestra niñez o adolescencia. Y lo que también es evidente, que es la realidad de que cuando obtenemos lo que creemos que hará nuestra felicidad, con el tiempo el bien obtenido ya no nos satisface. Por consiguiente si unimos el concepto de felicidad al del deseo, veremos que son muchas las clases de felicidad que existen y que se puede llegar a la conclusión de que el hombre y la mujer, son los eternos insatisfechos.

 

            Para el análisis de este tema, hemos de partir de una realidad, que muchos no aceptan y por ello jamás podrán llegar a ser felices, no ya en el más allá, en el cual no creen que exista, sino tampoco en este más acá en que vivimos, porque si no aceptamos la realidad de que Dios existe, es imposible ser feliz, ni acá ni allá. Dios existe y al crearnos nos ha marcado en el alma, que Él puso en el cuerpo que crearon nuestro padres naturales, con unas improntas o señales, como son, el instinto de conservación, el deseo de perpetuar la especie, o el deseo de su búsqueda…etc., porque todo lo creado tiende a su Creador. Y nos ha creado para una clase de felicidad eterna que desconocemos, y mientras vivamos en este mundo andamos inquietos, por ello San Agustín escribió: Señor, nos has hecho para ti y nuestro corazón está inquieto hasta que descansemos en Ti.

 

            La eterna felicidad que tendremos en el cielo, será una felicidad perfecta y ello es importante considerarlo, porque a lo que nosotros aquí abajo lo que llamamos felicidad no es tal felicidad, ya que existe un principio lógico, que nos dice que si la felicidad no es para siempre, no es felicidad por que la disfrutaremos siempre con la zozobra de que cualquier día se acabará. Nosotros vivimos siempre en la incertidumbre, la cual nos genera angustia: tenemos un buen puesto de trabajo, pero… es para siempre o el día menos pensado prescinden de mis servicios o me rebajan el sueldo; Soy feliz, tengo un buen marido, que me quiere, es trabajador, quiere a los niños y solo piensa en estar conmigo, pero… y si me quedo viuda con nuestros hijos; tengo una estupenda mujer y una bonita casa, pero… y si se me quema la casa y lo pierdo todo, que conste que conozco tres casos de estos. En este mundo nadie puede suscribir una póliza que le cubra a uno absolutamente de todo.

 

            La felicidad perfecta necesita estar al margen del tiempo, ella no puede tener puesto el dogal del tiempo, tal como lo tiene puesto nuestro cuerpo, aunque no nuestra alma que es eterna. La felicidad que podemos encontrar en este mundo, puede ser de dos clases: material y espiritual, pero en general todo el mundo la que aprecia es la felicidad material que es la que menos felicidad puede darnos en esta vida, ya que la felicidad espiritual es mucho más perfecta y eterna y por lo tanto muy superior a la simple felicidad de orden material.

 

            A la llamada felicidad material, aspira todo ser humano desde que es niño. Y a ella le incitan sus propios padres, promocionándole en sus estudios y hablándole de su futuro y los pasos que ha de seguir, para triunfar en la vida, lo cual en la mente del niño y del adolescente hace que después, se forjen planes para su futuro, tomando como ejemplo a seguir, el de su propio padre o madre según se trate de un joven o una joven, el de un pariente conocido, al que le hayan ido muy bien las cosas de la vida y como no, a las figuras de personas, a las que se las considera triunfadoras en la vida, en cualquier actividad o faceta de esta… sea en los negocios, deportes, artistas… etc, es decir, se les crea un ídolo a imitar. Lo cual en cierto modo es saludable en cuanto se estimula el esfuerzo del niño o del adolescente, haciéndole comprender que la felicidad solo es fruto del esfuerzo. Pero es negativo, en el sentido de que no todo en la vida consiste en querer triunfar en el orden material, hay también en toda persona un alma de carácter espiritual, a la que hay que cuidar alimentándola y potenciándola. Y ella tiene mucha más capacidad potencial de hacernos felices, no solo en el más allá, sino también en este más acá.

 

            Solo con un correcto desarrollo de las potencialidades de crecimiento que tiene el alma humana, es posible alcanzar una felicidad plena en esta vida. Y esto es así, por muchas y variadas razones. La primera de todas, es que solo por medio de los sentidos de nuestra alma, es como podemos acercarnos al Señor, y comprender al menos un poco, lo que significa la grandeza del Señor y las cualidades divinas que el son propias, como la omnipotencia, la omnisciencia, la inmutabilidad,  su simplicidad y sobre todo para este caso su eterna felicidad de la que el día de mañana seremos nosotros participes de ella.

 

            Amen de la felicidad que nos proporciona en esta vida el goce del amor al Señor, son muchas las ventajas que se obtienen de tener un alma entregada al amor del Señor, pues si se ama de verdad a Dios, uno esta a salvo de las envidias y del deseo de posesión de bienes materiales. Uno se da cuenta de que nada de lo que hay en esta vida es deseable anteponiéndolo al  amor al Señor. La tremenda dificultad que se tiene para perdonar ofensas o daños de otros, si se ama al Señor, es fácil pues uno comprende enseguida que el no perdonar, puede llevarle a la animadversión y lo que es peor al odio, lo cual es tanto como, caer en una trampa demoniaca de sufrimiento. Es justificar en otros, por amor a Dios, lo que de momento resulta injustificable, pero a la larga ya en esta vida nos producirá satisfacción y felicidad, justificar la conducta de los demás. Amar a los demás es difícil, pero cuando uno está impulsado por el superior amor al Señor, es cosa fácil y rentable.

 

            En conclusión, si de verdad queremos ser felices en esta vida, olvidémonos del camino que quiere seguir nuestro cuerpo material y mortal y sigamos lo que nos pide nuestra alma inmortal, que es la que de verdad desea gustar de esa desconocida felicidad para la que todos hemos sido creados.

 

Mi más cordial saludo lector y el deseo de que Dios te bendiga.

 

            Otras glosas o libros del autor relacionados con este tema.

-          Libro. DEL SUFRIMIENTO A LA FELICIDAD.- www.readontime.com/isbn=8460999858

-          Libro. EN LAS MANOS DE DIOS.- www.readontime.com/isbn=9788461231331 

-          Felicidad eterna. Glosa del 03-03-10

-          Buscar la felicidad, sus consecuencias. Glosa del 17-01-12

-          Felicidad y placer. Glosa del 14-04-12

-          Felicidad humana. Glosa del 18-05-12

-          Santidad y alegría. Glosa del 11-09-11

-          Valor de la alegría en Dios. Glosa del 21-05-10

 

            Si se desea acceder a más glosas relacionadas con este tema u otros temas espirituales, existe un archivo Excel con una clasificada alfabética de temas, tratados en cada una de las glosas publicadas. Solicitar el archivo a: juandelcarmelo@gmail.com

 

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