Viernes, 29 de marzo de 2024

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Entran hoy los chinos en su año 4710

por Luis Antequera

 
Año Nuevo chino en Madrid. Celebración el sábado 21.
            Se ha celebrado este sábado en Madrid con gran boato la procesión del Año Nuevo chino, la fiesta más importante de cuantas se celebran en China, también llamada fiesta de la primavera, cosa que en España han hecho los muchos chinos que conviven con nosotros con gran profusión de banderas chinas y lo que es más curioso, también españolas(1).
 
            El evento lo merecía, y es que la gran colonia china en España, como todas las colonias chinas del mundo, están entrando en el que para ellos es un nuevo año, cosa que harán exactamente hoy lunes día 23 de enero.
 
            Y bien ¿en qué año entran los chinos? La pregunta no es tan sencilla de responder como se podría pensar a priori, pues denominar el año chino es algo que podemos hacer de tantas maneras como diferentes. Porque si bien es cierto que hoy entran los chinos en el año del dragón, no menos cierto es que entran en el año 29 del ciclo 78, en el año ren-chen del ciclo 78, en el año 4710, y hasta en el año 4649, según como se enfoque la cuestión.
 
            Pero no nos precipitemos y vayamos paso a paso, porque para entender lo que sucede hoy entre los chinos, es menester que primero conozcamos cómo se calculan en China los meses y los años.
 
            El año chino es luni-solar, y por lo tanto, muy parecido al año luni-solar que ya conocemos, el año hebreo, en el que los meses son estrictamente lunares y el año intenta acomodarse al sol para no alejarse nunca demasiado del ciclo solar. Todo ello por el contrario que el año islámico, estrictamente lunar hasta hacer caso omiso del ciclo del sol; y que el año cristiano o gregoriano, estrictamente solar hasta hacer caso omiso del ciclo de la luna (aunque los meses tengan una duración aproximada al de dicho ciclo).
 
            Para hacerlo así, el año chino tiene, como regla general, doce meses. Pero si entre el mes undécimo de un año y el mes undécimo del siguiente hay trece lunas nuevas y no doce, entonces ese año tendrá trece meses. Los meses chinos comienzan con la luna nueva, y constan de veintinueve o de treinta días. Reciben el siguiente nombre:
 
1º.- Shaoyué (primer mes)
2º.- Xingyué (mes del albaricoque)
3º.- Taoyué (mes del melocotón)
4º.- Meiyué (mes de la ciruela)
5º.- Lie yué (mes de la granada)
6º.- Heyué (mes del loto)
7º.- Lanyué (mes de la orquídea)
8º.- Guiyué (mes del osmantus)
9º.- Juyué (mes del crisantemo)
10º.- Liangyué (buen mes)
11º.- Dongyué (mes de invierno)
12º.- Layué (último mes)
 
            Establecido el criterio en función del cual se determina y cuanto dura el año chino, queda ahora conocer cómo se denominan esos años, lo que en términos calendarísticos se denomina la cuestión de la “época” o de la “era”. Pues bien, por lo que se refiere a la era o contabilización del año, los chinos utilizan tres criterios diferentes.
 
            El primer criterio es un criterio poco informativo, que se “contenta” con dar un nombre a cada año. Se trata de una escala duodecimal no numérica, en la que cada año se denomina por el nombre de un animal en un determinado orden que es éste: rata, toro, tigre, liebre, dragón, serpiente, caballo, oveja, mono, gallo, perro y cerdo. Con arreglo a esta escala, los chinos entran tal día como hoy en el “año del dragón”, y ponen fin al "año de la liebre".
 
            El segundo criterio, más preciso que la anterior, es sexagesimal, dividiendo el tiempo en ciclos de sesenta años. Dentro de esos ciclos, cada uno de los años que lo componen se denomina mediante la combinación de dos listas, una primera denominada “tronco celestial”, y una segunda denominada “rama terrestre”. La primera, la del tronco celestial, se compone de diez vocablos que corren como sigue:
 
1 jia                 2 yi
3 bing              4 ding
5 wu                6 ji
7 geng              8 xin
9 ren                10 gui
 
            La segunda, la de la rama terrestre, se denomina como los doce animales que hemos enumerado arriba, a saber:
 
1 rata (zi),                    2 toro (chou)
3 tigre (yin)                  4 liebre (mao)
5 dragón (chen)           6 serpiente (si)
7 caballo (wu)            8 oveja (wei)
9 mono (shen)              10 gallo (you)
11 perro (xu)               12 cerdo (hai)
 
            Pues bien, presentadas las dos listas, el año 1º del ciclo se compone del primer elemento de cada lista, llamándose en consecuencia “jia-zi”; el 2º se compone con el segundo nombre de cada lista, llamándose en consecuencia “yi-yin”; el 3º con el tercer elemento de cada lista, en consecuencia “bing-chen”; el 4º con el cuarto elemento de cada lista, “ding-wu”… Así hasta el 10º, compuesto con el décimo elemento de cada lista, a saber, “gui-wei”… Pero en el undécimo año se produce el baile, pues al undécimo elemento de la segunda lista antecede el primero de la primera lista, la cual, como se ve, sólo consta de diez elementos, componiendo el año “jia-xu”. El duodécimo año se compone del segundo elemento de la primera lista y el duodécimo de la segunda, dando el año “yi-hai”. El décimo-tercero del tercer elemento de la primera lista, al que sigue ahora el primero de la segunda, dando el año “bing-zi”… Y así hasta el año 60º que cierra el ciclo, que se viene a componer del décimo elemento de la primera lista y el duodécimo de la segunda, dando el año “gui-hai”.
 
            Estos ciclos sexagenarios comienzan su cómputo en el año 2637 a.C., elegido como primero de la era por ser aquél en el que, según la tradición, el Emperador Huangdi o Emperador Amarillo, emperador medio legendario que según la tradición reinó un siglo entero (2697-2597 a. C.), inventó el calendario. Lo que quiere decir que en el calendario chino, nos hallamos actualmente en el 78º ciclo de sesenta años. Un ciclo, éste que hace el número 78, que comenzó en el año gregoriano 1998. Por lo que el año chino en el que entramos hoy hace el año 29 del ciclo 78, llamado en realidad año “ren-chen” (“ren-dragón”) del ciclo 78.
 
            En los tiempos de la República de Sun Yat-Sen se intentó una sistematización más sencilla y compatible o traducible a otros calendarios diferentes del chino. Intento que sirvió para entrar en la tercera nomenclatura a la que nos hemos referido arriba, la cual prescindía de la contabilización de los ciclos y daba a cada año un único número secuencial, al modo en el que vemos hacer en la totalidad de los calendarios (gregoriano, islámico, hebreo), por muy diversos que sean entre sí. Sólo que en lugar de establecer como año 1 aquél en el que comenzaba el primer año del sistema tradicional chino, el de la invención del calendario según hemos visto arriba en el 2637 a.C., se establecía como año 1 el del acceso al trono del Emperador Amarillo que lo inventó, cosa que aconteció en el 2697 a.C.. De acuerdo con este nuevo criterio, nuestro 2012 queda denominado a partir de hoy como el 4710 del calendario chino. Un cambio que de no haberse producido, nos permitiría decir, -como hacemos al inicio de este artículo-, que estábamos entrando en el año chino 4649 y no en el 4710.
 
            Todo lo cual no obsta para que en la pragmática China a la que hoy vemos incorporarse a la cabeza del mundo industrializado no rija también, y probablemente con mayor uso que el autóctono del país, el calendario gregoriano. Los primeros en utilizarlo por primera vez en el gigantesco país asiático habrían sido los jesuitas, que lo habrían hecho tan pronto como el mismísimo 15 de octubre de 1582 en que fue instaurado en Europa, -y más concretamente en España, primer país en incorporarse a él-, por el Papa Gregorio XIII. Si bien oficialmente no será adoptado hasta 1912. Mucho menos tarde de lo que a muchos pueda parecer, pues es, en cualquier caso, antes de lo que se hizo en muchos países europeos, así Rusia, que no lo hará hasta 1918, o Grecia, que no lo hará hasta 1923. Y es que en la Europa ortodoxo-oriental, iglesia y gobiernos se mantuvieron recalcitrantes en el calendario juliano que regía antes del gregoriano, parecido en sus criterios pero mucho menos preciso. Quizás para no tener que dar la razón a un obispo de Roma, aunque los cálculos de sus astrónomos fueran incontestables y hasta el más lego de los astrónomos orientales hubiera de reconocer su mayor precisión.
 
 
                (1) Una bandera que hace unos años no usábamos ni los propios españoles, ahora no es que sea para tirar cohetes, pero algo hemos mejorado.
 
 
            ©L.A.
            encuerpoyalma@movistar.es
 
 
                                                     
 
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