Jueves, 28 de marzo de 2024

Religión en Libertad

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Mañana del 6 de octubre, en Ceacero y en El Puerto de la Cadena.

por Jorge López Teulón

62 mártires de la Diócesis de Cartagena
La diócesis de Cartagena inició en enero de 2007 el proceso de canonización de 62 sacerdotes, seminaristas, hermanos legos de la Luz y seglares que dieron la vida por la fe durante el periodo de persecución religiosa. La Causa, llamada de los Siervos de Dios José Gómez Llor y 61 compañeros sacerdotes, religiosos y seglares mártires de la Diócesis de Cartagena, nos ofrece el testimonio martirial de tres de ellos.
 
 Hasta ahora, según los testimonios de la época, los informes forenses y las descripciones de testigos presenciales, la mayoría de los mártires murieron por disparos de bala o apuñalamiento y, en muchos casos, fueron torturados antes de su muerte. Los expedientes de la época prueban que alguno de los asesinados fue enterrado vivo, a otros les arrancaron los ojos, les cortaron las orejas o los arrastraron por la ciudad, como sucedió con el párroco del Carmen, el siervo de Dios Sotero González Lerma (bajo estas líneas), a quien también colgaron de la fachada del templo y prendieron fuego.


 
Siervo de Dios Agustín Delgado Macián
Agustín nació en Puerto de Mazarrón (Murcia) el 23 de diciembre de 1877. Tras su ordenación sacerdotal, destacan los siguientes destinos pastorales: rector de Valladolises, Los Dolores, Pinatar y Lobosillo. Capellán del Hospital de La Unión y, finalmente, coadjutor de Mazarrón y Párroco de Puerto de Mazarrón. Fue martirizado el 6 de Octubre de 1936, murió a los 59 años.


 
Los Hermanos de la Luz
El Santuario-Cenobio de Ntra. Señora de la Luz se ubica en la vertiente Noroeste de la Sierra de la Cresta del Gallo -antiguamente llamada Sierra de Murcia o Sierra del Salé. Según sabemos los Hermanos de la Luz nacen de la unión de un grupo de anacoretas que se refugiaban en los abrigos rocosos del entorno de su actual ubicación, pudiéndose observar aún hoy en día la Cueva de la Hiedra, donde al parecer habitaba el Hermano Miguel de la Soledad, primer Hermano Mayor de la congregación, que junto con la cueva de Santa Bárbara, hoy día desaparecida, y la ermita del Santo Espíritu, formaban las moradas originarias de éstos, donde permanecieron hasta la construcción del convento hacia finales del siglo XVII.
El Hermano Pedro de la Santísima Trinidad decide fundar el monasterio e iglesia, llevando a cabo la plantación del olivar y la pinada frente al mismo, para lo cual solicitó del Ayuntamiento de Murcia los terrenos y de esta manera pasó a ser el patrono de esta fundación. En 1696, el Obispo Fernández de Ángulo, concedió a los ermitaños levantasen un oratorio que es la actual iglesia del monasterio que se abrió al culto público en 1701.
La vida de estos cenobitas estaba reglada por la liturgia de las horas. A lo largo del día celebraban los rezos de laudes, tercia, sexta, nona, vísperas y completas, intercalados con el trabajo, con la exquisita especialidad en el chocolate, y otra más útil: la fabricación de escobas.
El amparo municipal a la comunidad se convirtió en una cuestión de honor cuando se anunció la desamortización de Mendizábal. Mediante un subterfugio legal, los frailes se convirtieron en ´labradores de la luz´ y, desprovistos de sotana, pasaron a convertirse en funcionarios municipales, que pagaban un arrendamiento al Consistorio por explotar aquellas tierras. El bulo surtió efecto.
En la reunión de la denominada Comisión Permanente del Ayuntamiento de Murcia, que venía a ser la antecesora de la actual Junta de Gobierno, el día 20 de noviembre de 1924, se da cuenta de la solicitud del “Hermano Mayor de los Eremitas”, quien solicita se le amplíe el contrato de arrendamiento “de los edificios y terrenos propios de esta ciudad”. Tres años después, el Consistorio republicano decidió recuperar la finca. Y se armó una escandalera, estimulada incluso por los medios más afines al Gobierno local, como era el caso de ´El Liberal´. El Ayuntamiento argumentó el exiguo precio del arrendamiento; pero encontró la oposición de la ciudadanía.
¿Por qué los murcianos apoyaban a aquellos frailes? La respuesta que aportaron entonces sus defensores era inapelable. Durante siglos, la labor de los religiosos se había centrado en ayudar a los más necesitados, a pesar de que en algunas épocas estuvieran ellos más desamparados que nadie. Durante la invasión francesa, acogieron a miles de vecinos que huyeron de la ciudad y atendieron a las milicias allí congregadas. Además, en tiempos de epidemia vieron diezmada la comunidad casi a la extinción por acudir al socorro de los enfermos.

           El último gran incidente se produjo en 1936, cuando el convento fue asaltado y unos milicianos prendieron fuego a sus valiosos tesoros, entre ellos varias imágenes de Francisco Salzillo y un cuadro de Murillo. Sobre estas líneas la imagen que quedo destruida. Según se cuenta una niña recogió la imagen del Niño Jesús y se la llevó a su casa. Está claro, que lo más grave fue que dos de los ermitaños serían martirizados
 
·         Siervo de Dios Hermano Bernardo (Manuel Orenes Costa), religioso profeso de los ermitaños de Nuestra Señora de la Luz. Nació en Beniel (Murcia) el 26 de Abril de 1877. Sufrió el martirio en “Puerto de la Cadena”, El Palmar (Murcia) el 13 de Agosto de 1936, a los 59 años.
 
·         Siervo de Dios Hermano Andrés de la Inmaculada Concepción (Juan López Soto). Nació el 2 de diciembre de 1897 en Sangonera la Verde (Murcia). Sufrió el martirio en “Puerto de la Cadena”, El Palmar (Murcia) el 6 de octubre de 1936. Junto a su padre, el Siervo de Dios Andrés López y López
 
Las reglas de esta comunidad fueron actualizadas en 1946 por el obispo Díaz de Gomara. En esa ocasión incluyeron algunas normas para ajustarse al avance de los tiempos, aunque mantuvieron las básicas.
Finalmente, durante la última década del siglo XX sólo quedaban en el monasterio tres frailes. Uno de ellos, el hermano Matías, llevaba en 1991 ejerciendo el cargo de Hermano Superior desde 1939. Luego, la muerte del último cenobita abrió la eterna cuestión acerca de qué pasaría con el convento. Aunque enseguida el obispo lo cedió a nuevos hermanos que continúan la interminable tradición de una comunidad única en el mundo. Hoy los Guadalupanos Eucarísticos del Padre Celestial prosiguen la historia secular del Eremitorio de la Luz.





Se puede consultar la página web:

http://www.parroquiadepacheco.com/santos/santos.htm
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