Jueves, 18 de abril de 2024

Religión en Libertad

El Papa explica el verdadero sentido de la Navidad

"Despojada de la costra materialista y consumista, la Navidad es una ocasión para acoger a Cristo"

Benedicto XVI advirtió este miércoles de que la Navidad, debido al "empuje de un consumismo hedonista", "corre el riesgo de perder su significado espiritual". El Santo Padre dijo que la actual crisis económica "puede ser un estímulo" para descubrir su verdadero significado. El Papa explicó el sentido de esta "fiesta cristiana universal", en la que "incluso quien no se profesa creyente percibe algo extraordinario y trascendente, algo íntimo que habla al corazón", en la catequesis de la audiencia general celebrada en el Aula Pablo VI.

(VIS) "También los no creyentes -dijo- percibe en esta festividad cristiana algo extraordinario y trascendental, algo íntimo que toca el corazón. Es la fiesta que canta el don de la vida. El nacimiento de un niño tendría que ser siempre un acontecimiento alegre". "La Navidad es el encuentro con un recién nacido que llora en una mísera gruta -agregó el Santo Padre-. Contemplándolo en el Nacimiento, cómo no pensar en tantos niños que todavía hoy, en muchas regiones del mundo nacen en medio de la pobreza? Cómo no pensar en los recién nacidos rechazados, los que no consiguen sobrevivir por falta de cuidados? Cómo no pensar también en las familias que querrían la alegría de un hijo y no ven colmada esta esperanza?". "Desgraciadamente, bajo el empuje de un consumismo hedonista, la Navidad corre el peligro de perder su significado espiritual para convertirse en una mera ocasión comercial de compras e intercambio de regalos. En verdad, sin embargo, las dificultades, la incertidumbre y la crisis económica que en estos meses viven tantas familias y que toca a la entera humanidad, pueden servir de estímulo para redescubrir el calor de la sencillez, de la amistad y de la solidaridad, valores típicos de la Navidad. Despojada de la costra materialista y consumista, la Navidad puede convertirse en una ocasión para acoger, como regalo personal, el mensaje de esperanza que emana del misterio del nacimiento de Cristo". "Sin embargo, no basta todo esto para captar en su plenitud el valor de la fiesta para la que nos preparamos. Sabemos que celebra el acontecimiento central de la historia: la Encarnación del Verbo divino para la redención de la humanidad. (...) Se renueva así para nosotros en el recurrente ciclo anual el misterio de nuestra salvación, que, prometido al inicio y concedido al final de los tiempos, está destinado a durar sin fin". "En Navidad, por lo tanto, no nos limitamos a conmemorar el nacimiento de un gran personaje, no celebramos en abstracto el misterio del nacimiento del ser humano o en general el misterio de la vida. (...) En Navidad recordamos algo muy importante y concreto para los seres humanos y esencial para la fe cristiana, una verdad que San Juan resume en estas palabras: "El Verbo se hizo carne". Se trata de un hecho histórico que el evangelista Lucas se preocupa por situar en un contexto histórico determinado: en los días en que se emanó el decreto para el primer censo de Cesar Augusto". "En la oscuridad de la noche de Belén se encendió una luz: el Creador del universo se encarnó uniéndose indisolublemente y para siempre a la naturaleza humana, hasta el punto de ser "Dios de Dios, luz de luz" y al mismo tiempo, verdadero hombre. Lo que Juan llama "el Verbo" (...) significa también el Sentido" y "el Sentido que se hizo carne no es solo una idea general grabada en el mundo; es una Palabra que se dirige a nosotros". "El Sentido tiene poder: es Dios. Un Dios bueno que no hay que confundir con un ser excelso y lejano al que no podemos llegar, sino un Dios que se hizo prójimo nuestro y está cerca de nosotros" y "Dios se nos muestra como un niño pequeño para vencer nuestra soberbia. (...) Se hizo pequeño para librarnos de la pretensión humana de grandeza que brota de la soberbia; se encarnó libremente para hacernos libres de amarlo". "La Navidad -concluyó el Papa- es una oportunidad privilegiada para meditar sobre el sentido y el valor de nuestra existencia. La proximidad de esta solemnidad nos ayuda a reflexionar, por una parte, sobre el dramatismo de la historia en la que los seres humanos, heridos por el pecado, están perennemente en búsqueda de la felicidad y de un sentido del vivir y el morir; por otra, nos exhorta a meditar sobre la bondad misericordiosa de Dios, que salió al encuentro del ser humano para comunicarle directamente la Verdad que salva y para hacerlo partícipe de su amistad y de su vida".
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