Jueves, 02 de mayo de 2024

Religión en Libertad

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¡Acabemos con el mito!

por Los Tres Mosqueteros

“No creo en Dios porque soy científico”.

Todos hemos oído alguna vez esta frase, y muchas veces (demasiadas) no sabemos qué responder. Los promotores del conflicto entre ciencia y religión siempre parecen estar muy seguros de lo que dicen, y siempre dispuestos a demostrarlo. Pero ¿lo han demostrado alguna vez? ¿Han presentado alguna vez un estudio al respecto?

Hay una persona que si lo hizo. ¿Consideraríamos suficiente que hubiera tomado los más grandes científicos reconocidos por la comunidad científica? Y además ¿qué nos parecería que hubiera estudiado sólo los científicos del siglo XIX, periodo tenido por la mayoría como el de la Razón (y por tanto poco sospechoso de poder acusarlo como un siglo “religioso”)? ¿Sería un estudio significativo? ¿Valdría el resultado como definitivo? Pues eso es lo que hizo Antonin Eymieu.

El resultado de su estudio fue el siguiente:

 

-          De los 432 científicos estudiados, de sólo 34 de ellos no pudo saber su postura sobre la religión. De los 398 que sí averiguó algo, 15 eran indiferentes, 16 se declaraban ateos y 367 creyentes.

-          De los 432 científicos, 150 son catalogados como iniciadores. De estos, 13 no pudo averiguar su sentir y 9 eran indiferentes. De los 128 que tomaron partido respecto al problema, 5 se declaraban ateos y el resto, 123, eran creyentes (es decir, el 96%).

Eymieu estudió a los principales científicos del siglo XIX, separándolos entre “iniciadores” y “resto”, dependiendo de la importancia de cada uno de ellos en sus respectivas materias. Estas materias van desde las matemáticas, astronomía, física y química, hasta la medicina, cirugía, anatomía, biología, botánica, pasando por la geología, mineralogía, paleontología y algunas otras. Por supuesto que la lista de científicos la hizo en atención a la relevancia, reconocida por todos, de sus descubrimientos o investigaciones.

El objetivo de Aymieu fue saber cuantos de ellos eran creyentes, cuántos eran indiferentes y cuántos ateos o incrédulos. ¿Qué entendía por creyentes?: los que han creído por lo menos en el alma y en Dios. ¿Y cómo saber qué era cada uno?: repasando exclusivamente sus escritos, es decir, que hayan manifestado claramente su postura, no aceptándo para el estudio otros datos que no sean estos.

Creo que la cuestión no deja lugar a dudas. Ya puede decir la gente lo que quiera que estos son datos. Y si a alguno no le gusta el resultado, que haga él mismo el estudio y veremos qué le sale. En mi próximo artículo contaré algunos de los científicos de los que hablamos y qué dijo cada uno de ellos sobre creer o no creer en Dios.

Aramis

 

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