Sábado, 20 de abril de 2024

Religión en Libertad

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De ese gran patriota español llamado Casanova al que tanto honran en Cataluña

por Luis Antequera

 
            Hoy día 11 de septiembre, se celebran los tradicionales actos de la Diada o día de Cataluña, una jornada en la que algunos catalanes –ni muchísimo menos todos- aprovecharán la ocasión, como ya viene siendo costumbre, para hacer un poco más de ruido de lo normal y realizar sus habituales actos antiespañoles (a lo mejor era más acorde al momento llamarlos españofóbicos), contribuyendo a hacernos creer que en todo Cataluña atruena un deseo de independencia y secesión incompatible con un sano sentimiento de españolidad.
 
            Ahora bien, ¿qué es lo que realmente celebra la famosa Diada que se celebra el 11 de septiembre en Cataluña? Hora es de realizar un somero repaso de la historia para conocerlo.
 
            Como es bien sabido, el reinado de Carlos II el Hechizado termina el 1 de noviembre de 1700 con una grave crisis dinástica derivada del hecho de que el citado rey no deja descendencia ni masculina ni femenina, situación que es inmediatamente aprovechada por las potencias para intentar colocar en el trono español, todavía el más importante del mundo o casi, al pretendiente de sus preferencias. Dos de ellos acaparan los apoyos más importantes: el candidato francés Felipe de Anjou, nieto del Rey Sol Luis XIV, y el candidato austríaco Archiduque Carlos, hijo del Emperador Leopoldo de Austria.
 
            En aplicación del testamento del rey hechizado, y gracias al apoyo que le brinda en España el hombre fuerte de la situación, el Cardenal Portocarrero, es proclamado rey de España y éste acepta, Felipe de Anjou, Felipe V, cosa que acontece el mes de abril de 1701. Pero el partido austracista (los partidarios del Archiduque) no pierde el tiempo, y en septiembre del mismo año, Austria, Inglaterra y Holanda, a las que luego se unirá Portugal, han firmado ya una alianza antifrancesa cuyo objetivo es levantar del trono español al rey Borbón y colocar en él al Archiduque. Se inicia una larga guerra y tan importante, que se va a disputar no sólo en suelo español, sino en los campos de batalla de toda Europa.
 
            Tras intentar entrar en España por Portugal y por Vigo sin conseguirlo, los austracistas entran finalmente por el este, y el 9 de octubre de 1705 toman Barcelona, donde precisamente el mal recuerdo del período francés -el que pasa Cataluña fuera de la Corona española y sometida a Francia entre 1640 y 1652- le gana al Archiduque austríaco algunas simpatías. En noviembre es proclamado Rey de España (no de Cataluña) como Carlos III.

            La guerra se va a alargar varios años y va a pasar por varias alternativas, si bien desde abril de 1707 en que se produce la victoria borbónica de Almansa, y sobre todo después de las batallas de Brihuega y Villaviciosa con parecido resultado, la balanza se inclina definitivamente del lado borbónico, y la única resistencia austracista queda reducida a algunas partes de Cataluña, y notablemente, Barcelona.
 
            En tal situación nos encontramos cuando el deceso en 1711 del Emperador José I, hermano mayor de Carlos que había sucedido a su padre Leopoldo a su muerte en 1705, convierte al Archiduque, inesperadamente, en emperador, por lo que abandona el escenario español y vuelve a Viena, dejando en Cataluña como regente a su esposa Isabel de Brunswick. Pero entonces las potencias aliadas de Austria, temerosas de que alguien pudiera portar a la vez el cetro imperial y la poderosísima corona española como ya lo hiciera en su tiempo Carlos V, se desdicen de su alianza con Austria. En abril de 1713 la Regente Isabel ha de abandonar Barcelona, y en julio de 1713 las potencias firman el Tratado de Utrecht, en el que reconocen rey de España a Felipe V con la única condición de que renuncie a todo derecho al trono francés y no una ambas coronas en su cabeza.
 
            Y en Cataluña, ¿qué pasa en Cataluña? Aunque muchos de los austracistas catalanes son partidarios de rendirse y acomodarse a los acuerdos alcanzados en Utrecht, se impone el partido de los que quieren llevar la resistencia hasta el final. Los dirige el jefe de las fuerzas austracistas en Cataluña Antonio de Villarroel y Peláez, por cierto, de padre toledano y madre asturiana. Y es conseller en cap de Barcelona, máxima autoridad de la ciudad, Rafael de Casanova y Comes.
 
            Resta saber ahora en nombre de qué o quién dirigen la resistencia tan heroicos señores, si lo hicieron en aras de la sacrosanta independencia de la nación catalana, o lo hicieron en nombre de algún otro principio menos sacrosanto (porque, evidentemente, nada que no sea la sacrosanta independencia de la nación catalana puede ser tan sacrosanto). Lo mejor será que nos lo digan ellos mismos.
 
            Lo que sigue es parte de la arenga realizada por el defensor militar de la ciudad, Antonio Villarroel:
 
            “Señores, hijos y hermanos: hoy es el día en el que se han de acordar del valor y gloriosas acciones que en todos tiempos ha ejecutado nuestra nación. No diga la malicia o la envidia que no somos dignos de ser catalanes e hijos legítimos de nuestros amores. Por nosotros y por la nación española peleamos. Hoy es el día de morir o vencer”(1).
 
            Por su parte, Casanova, Villarroel y demás gobernantes de la ciudad emiten un bando en el que convocan a los barceloneses a la postrer defensa de la ciudad frente a las tropas borbónicas. Las que siguen son algunas de las palabras contenidas en el mismo:
 
            “Se hace también saber que siendo la esclavitud cierta y forzosa en obligación de sus empleos explican declaran y protestan a los presentes y dan testimonio a los venideros, de que han ejecutado las últimas exhortaciones y esfuerzos, protestando de los males, ruinas y desolaciones que sobrevengan a nuestra común y afligida patria, y dele exterminio de todos los honores y privilegios, quedando esclavos con los demás españoles engañados y todos en esclavitud del dominio francés; pero se confía con todo que como verdaderos hijos de la patria y amantes de la libertad acudirán todos a los lugares señalados a fin de derramar gloriosamente su sangre y su vida por su rey por su honor, por la patria y por la libertad de toda España (1).
 
            La historia será como "ellos" quieran que sea. Al fin y al cabo, ¡quien necesita estudiarla cuando se tiene el BOE para escribirla!. Pero los hechos también son los que son... ¡qué se le va a hacer!
 
 
                (1) Los discursos a los que se hace alusión se encuentran en la obra de Jesús Lainz “La nación falsificada”. El de Villarroel en la página 124-125. El bando del ayuntamiento en la página 127.
 
 
 
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