Las habitualmente paupérrimas cifras del cine español cuando no tienen un
Torrente que las salve han tenido dos este año:
Lo imposible, de
Juan Antonio García Bayona, y la película de animación
Las aventuras de Tadeo Jones. Gracias a ambos taquillazos la cuota de pantalla nacional llegó hasta el 17,9%,
la mejor en los últimos 27 años.
El film de Bayona sobre el
tsunami del 26 de diciembre de 2004 (el Boxing Day, como le llaman en aquella zona al día siguiente a Navidad) ha sido el gran responsable de esas cifras, al llegar a 6 millones de espectadores y convertirse en el mejor estreno y en la película más taquillera de nuestra historia. La espectacularidad de las escenas de la gran ola, unida al reclamo de actores como
Naomi Watts e
Ewan McGregor y al indudable oficio del director (demostrado en
El orfanato), sembraron el camino del éxito de espectadores y recaudación.
A nivel artístico, ha habido
opiniones dispares, desde las que han valorado la realización y el derroche de medios de
Lo imposible, así como la excelente interpretación de Watts, a las que han reprochado algunas carencias al guión.
Pero uno de los puntos más llamativos de la película es sin duda la
absoluta ausencia de Dios desde el primero al último fotograma. El tsunami provocó 186.983 muertos, 42.883 desaparecidos y un número extraordinario de heridos y daminificados: personas sin hogar y sin trabajo, enfermedades, etc. No hay más que
navegar un poco por Internet entre testimonios y reflexiones sobre la tragedia para detectar la continua presencia de Dios en la mente de quienes la padecieron: oraciones pidiendo encontrar a los seres queridos, agradecimientos cuando aparecían vivos, rezos cuando aparecían muertos... E incluso la pregunta recurrente ante este tipo de catástrofes: ¿por qué Dios las permite? Con su multiplicidad de respuestas, correctas o incorrectas.
Nada de esto aparece en
Lo imposible. Ante el desastre natural que amenaza a la familia protagonista, ellos y cuantas personas se encuentran confían
sólo en sus fuerzas.
Reacciones tras su estreno en Estados Unidos
La
ausencia de Dios en momentos en los que acuden a Dios incluso personas que se creían ateas es tan clamorosa que llama la atención en ámbitos donde no están acostumbrados a las claves ideológicas en las que se mueve nuestro cine. En Estados Unidos se estrenó el
20 de diciembre, y
MovieGuide, una de las principales páginas webs norteamericanas que recomienda (o no) películas en función de su adecuación a los valores cristianos, titula así su crónica: "
Desgarradora, pero ¿dónde está Dios?".
Y no es que no aprecie puntos positivos (aparte lo técnico y artístico) en
Lo imposible: "Hay algunos elementos morales a favor de la familia y que animan a ayudar a los demás, y algunas referencias luminosas a la Navidad, pero
no hay mención alguna a Dios, ni a la oración ni a la fe".
Por eso, "para quienes tienen fe en Dios y saben que
sólo Él puede hacer lo imposible, la película será un poco decepcionante. Cuando termina, la audiencia se pregunta: ¿cómo pudo esta familia reunirse sin Dios? Es un ejercicio del triunfo de la voluntad".